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Fernando León de Aranoa: «Cuando ves que la gente como tú se equivoca, te duele más»

Hace mucho, un joven llamado Fernando León de Aranoa (Madrid, 1968) iba a matricularse en Bellas Artes en la Complutense, cuando una funcionaria se confundió y (ale-hop) lo acabó apuntando a Comunicación Audiovisual. Y bendita equivocación. Así que perdimos a un artista plástico, pero ganamos a un estupendo cineasta y a un seguro escritor.

El director de Los lunes al sol o El buen patrón vuelve ahora con Leonera (Seix Barral), un libro-colmena en que el autor lo mismo liba con la actualidad que con la memoria, igual abejorrea con la mirada de los otros que con los espejos propios.

¿Vivir es pasar de largo?
El cuento que abre el libro habla de los parques. De la relevancia que tienen al principio de nuestra vida y al final, cuando somos niños y cuando somos ancianos. Y en el medio, a modo de paréntesis, los cruzamos hablando por teléfono, discutiendo con alguien, pasando sin mirar… Allí tenía lugar el primer momento de la socialización, era donde hacías amigos y enemigos… Por eso dejan una impronta tan fuerte en nosotros los parques. Y volvemos a ellos al final.
¿Sacaste algo en claro del apagón?
Estaba en un tren en mitad de la nada, a una hora en autocar de Ciudad Real, un bus que tardó ocho horas. Dormí en la estación: desde los 19 años, es algo que no me había pasado… Lo más importante fue volver a comprobar que el ser humano necesita relacionarse. Éramos 300 personas en mitad de la nada y lo primero que necesitas es no estar solo. Inmediatamente, identificas a las personas con las que vas a estar bien: fueron esos que, en medio de la incertidumbre, me hicieron reír.
Escribes: «La vergüenza nunca es ajena». ¿Ni siquiera en Gaza?
No. Es propia. Un escándalo. Cuando algo te avergüenza es porque sabes que tienes responsabilidad en ello. Lo que pasa allí me causa vergüenza propia por no ser capaces, como sociedad evolucionada que supuestamente somos, de poner fin a algo así.
Leyendo tu relato ‘Criminales futuros’ me he acordado de Trump.
Quiere poner un 100% de aranceles a las películas europeas… Creo que una política recíproca por parte de nuestros gobiernos sería conveniente para nuestra industria. Un enorme porcentaje de lo que se exhíbe en nuestras salas es norteamericano y allí es al revés: el cine europeo que se estrena es muy pequeño. De hecho, ya tienen medidas de protección muy eficaces que nosotros no tenemos, como que allí el doblaje esté prohibido. De esa manera condenan la exhibición de películas extranjeras al circuito de la versión original, mucho más minoritario.
¿Te han llegado a dar vergüenza los tuyos?
¿Los míos?
Sí. Los de tu tribu, los de tu familia, los que piensan como tú o creías que pensaban como tú.
Eso no solo pasa con los tuyos, sino contigo mismo. Empezando por mí. Eres más sensible a los errores o a la vergüenza cuando te la producen los tuyos o te la produces tú mismo. Es la que más te afecta. O la que ves que te desautoriza más. Cuando ves que se equivoca la gente como tú, duele más…
Escribes: «Hay una belleza hipnótica, nihilista, en lo que se despedaza. Algunos críticos lo saben. Y las redes sociales también». ¿Cómo llevas el ruido?
Siempre digo que me voy a quitar de algunas redes, pero sigo. Han sustituido a formas de protesta. Lo que antes ocurría en las calles ahora sucede en las redes. Cosas muchos más útiles como el asociacionismo han sido cambiadas por esto… Antes tenías que buscar lo falso; ahora es al revés: cuando te asomas a las redes, tienes que hacer el esfuerzo de buscar lo real, lo cierto… Porque crees que el 80% es mentira.
Hablando de redes y de excesos. ¿Cómo viviste lo que le sucedió a Karla Sofía Gascón?
Con desagrado. Me pareció un disparate todo lo que pasó. Cómo en tan pocos días se creo un fenómeno tan disparatado de encumbramiento y de despedazamiento, para volver luego al encumbramiento tres días después… El poder de la masa es peligroso… Damos por hecho que todas las personas van a resistir lo que les pase y esto no es así.
¿Qué es lo más parecido a un Dios?
Lo más parecido que hay a una religión es la ficción. Si entendemos la religión como algo para aquellos que necesitan encontrarle un sentido a la vida, creo que la ficción es ese paracaídas, ese consuelo, esa explicación a lo que nos sucede.
Escribes: «La esperanza es la forma más hermosa de ficción». ¿Qué esperas tú?
Steinbeck, en el discurso del Nobel, decía: «A día de hoy, el hombre es la mayor amenaza para el hombre, pero también su única esperanza». Y añadía que el escritor está obligado a contar «la probada capacidad del hombre para la dignidad en la derrota, para el amor y para la compasión». Algo que está probado. Yo creo en eso que decía el estadounidense: «Solo los de abajo ayudan a los que están abajo».
¿Qué leonera es Madrid?
Es una ciudad que quiero y a la que le debo mucho. He estado en muchos lugares de los que he dicho: «Está muy bien, pero prefiero vivir en Madrid».
¿Qué circo es la política española?
Uno con varias pistas, pero muy predecibles.
¿Hay algún domador al que eches de menos?
Cuando la gente querida ya no está, echas de menos no haber pasado más tiempo con ellos. Lo que sucede con los parques, sucede con los mayores: les dedicamos poco tiempo. Y luego, cuando no están, ya todo es irreparable. Me habría gustado pasar más tiempo con ellos, ahora que reconozco sus aprendizajes. Ahora que me veo y digo: todo esto sé de dónde viene, y lo celebro.