Quedan todavía 16 puntos en juego y todo puede suceder en golf, pero el apabullante dominio europeo y la impotencia americana son los principales titulares de la cuadragésima quinta edición de la Ryder Cup, que podría pasar a la historia como ‘el entierro de Bethpage’. De momento el marcador es 11,5 a 4,5.
Si en 1991 la Ryder de Kiawah Island fue conocida como la guerra de la costa y la de Chicago de 2012 como el milagro de Medinah, la de este año podría identificarse más con un velatorio. El público, en shock, asimila como puede el correctivo al que Europa ha sometido a sus rivales en las tres primeras sesiones; es la primera vez en la historia que un equipo visitante logra imponerse en las tres.
El silencio entre 50.000 almas se rompe con algunas tímidas y esporádicas reacciones locales o con los ánimos de diferentes grupos de aficionados europeos. Los norteamericanos solo parecen reaccionar cuando resuenan los «Oé, Oé, Oé» de pequeños grupos europeos, y la masa termina contrarrestando con el clásico «U-S-A». Aunque la sensación es que, en cualquier momento, se rendirán a la evidencia y terminarán participando del grito de guerra continental, que en la Ryder Cup se ha convertido en una señal de identidad del público europeo.
Los problemas de Estados Unidos
La mañana de foursomes del sábado terminó con idéntico parcial (3-1) al del día anterior, nuevamente a favor del equipo de Luke Donald. Europa, sin el dominio apabullante del viernes, se impuso en tres partidos y perdió uno. Bryson DeChambeau consiguió su primer punto junto al rookie Cameron Young, invicto en la Ryder, al ganar 4 y 2 a un decepcionante dúo formado por Ludvig Aberg y Matt Fitzpatrick. Rory McIlroy y Tommy Fleetwood vencieron con comodidad 3 y 2 a Harris English y Collin Morikawa.
Lejos de pasar a la historia, la capitanía de Keegan Bradley deja muchas lagunas. La web de estadística Data Golf había publicado un informe sobre el equipo americano en el que, tras cruzar 132 estadísticas, la peor y más descompensada pareja era precisamente English y Morikawa. Bradley decidió emparejarlos y, tras perder ayer en su debut, el capitán persistió en su alocada apuesta, que vuelve a estallarle en la cara.
El número uno del mundo, Scottie Scheffler, ha perdido los tres partidos que ha disputado, y su rendimiento resulta preocupante. El tejano acumula, en sus tres Ryder Cups disputadas (contando esta), dos victorias, cinco derrotas y tres empates, cifras que contrastan con sus triunfos individuales. Esta mañana, Scheffler y Henley volvieron a perder por un hoyo frente a Robert MacIntyre y Viktor Hovland. Lejos de sentarlo en el banquillo, Bradley arriesga nuevamente juntándolo con Bryson DeChambeau para los partidos de fourballs de la tarde.
Milagroso golpe de Rahm
Jon Rahm y TyrrellHatton habían logrado un punto clave para su equipo, dominando 3 y 2 a Xander Schauffele y Patrick Cantlay. Rahm extiende su récord a 6 de 6 victorias en foursomes; los mismos números también para Tommy Fleetwood, invicto en este formato. La pareja hispano-inglesa arrancó ganando los dos primeros hoyos, pero la reacción de los norteamericanos no se hizo esperar, logrando empatar el partido en el hoyo 7.
Una mala salida de Hatton en el par 3 del hoyo 8 puso al jugador de Barrika en serias dificultades: la bola se fue al rough de la izquierda en una posición complicada, mientras que la bola de Rahm estaba levantada casi a la altura de las rodillas, con los pies en el bunker. Pese a la presión, amplificada por los gritos en contra del público, Rahm ejecutó el golpe perfecto: la bola rodó un par de metros y terminó desapareciendo dentro del hoyo.
El golpe psicológico para los norteamericanos, que tenían mejor posición y acariciaban la posibilidad de ponerse por delante, fue brutal. El partido pasó de un hipotético uno arriba para las barras y estrellas a un hoyo por delante en favor de Europa. A partir de este milagroso approach, Rahm y Hatton contuvieron la situación y, cuando tuvieron la menor oportunidad, aprovecharon para sentenciar el partido, cerrando su punto en el hoyo 16.
Rahm sonreía ante las ocurrencias del público; algunos comentarios aludían a su paso por el LIV y a su «amor al dinero», mientras otros reflejaban resignación. «Rahmbo, tómate un descanso esta tarde», se leía en el hoyo 15; «vuelve a España, Jon», le gritaban unos metros más adelante. Como buen español, Rahm comienza a cimentar una carrera de leyenda en la Ryder Cup: en sus cuatro participaciones acumula nueve victorias, tres derrotas y tres empates. La tarde de este sábadovolverá a ser protagonista, compartiendo partido de fourballs con el austriaco Sepp Straka (ya ganaron su punto ayer) frente a J.J.Spaun y Xander Schauffele.
