El PSOE decidió al inicio de esta legislatura, por primera vez, entregar el Ministerio de Cultura a su socio de coalición para que Ernest Urtasun ocupara el cargo. Aunque también desde el primer momento, Presidencia del Gobierno optó por crear un Departamento de Asuntos Culturales dentro la estructura de Moncloa con Manuela Vila al frente para mantener a Pedro Sánchez conectado con el sector cultural. Ayer el dirigente socialista demostró el por qué de contar con la ex diputada autonómica en sus filas.
El presidente del Gobierno acudió a la presentación de un informe que la fundación Cotec hacía público sobre la situación de las industrias culturales en España. Allí estuvo Sánchez escoltado por seis ministros de su Gabinete: Yolanda Díaz, vicepresidenta y ministra de Trabajo; José Manuel Albares, ministro de Exteriores; Ernest Urtasun, ministro de Cultura; Óscar López, ministro de Transformación Digital, y Elma Saiz, ministra de Seguridad Social. Y también allí llamó al posicionamiento del sector cultural en debates políticos y sociales, en su mayoría respaldados por Moncloa.
Más allá de que Sánchez exigiera la expulsión de Israel de Eurovisión, después de tres días de polémica en los que RTVE se posicionó con contundencia esa misma línea, el presidente llamó a «aprovechar la enorme fuerza» de la industria cultural y también «su poder de persuasión para seguir construyendo diálogo y nuevas posibilidades y oportunidades económicas». Esa era la segunda vez en la que durante los 25 minutos de discurso, el presidente del Gobierno aludía al posicionamiento público de la cultura, un sector que ha definido como «una herramienta para la diplomacia y para la cooperación» internacional. De ahí que el presidente haya anunciado que en el mes de septiembre Moncloa publicará el Plan Nacional de Acción Cultural en el Exterior para los 2025 a 2028.
Previamente, Sánchez ya había hecho un primer llamamiento manifiesto a que los actores culturales fueran parte del debate político en nuestro país. «Se equivocan quienes exigen un sector cultural anodino, equidistante y lo estamos viendo al otro lado del Atlántico donde se les exige a brillantes cantantes el silencio», aseguraba el dirigente socialista que, tras un ataque hacia la administración de Donald Trump haciendo alusión velada a su enfrentamiento con músicos como Bruce Springsteen -al que Trump llamó imbécil prepotente-, alentaba la movilización de los actores culturales para «defender valores que se pueden estar poniendo en cuestión». Entre ellos ha citado la misma democracia o los servicios públicos, pero también la violencia machista, la crisis climática o pedir que cese la guerra en Ucrania o en Gaza. Precisamente en ese punto es donde el presidente del Gobierno hacía público su apoyo a la salida de Israel de Eurovisión.
Además, en el cierre de su intervención, Sánchez todavía dejó un último mensaje en esta línea señalando que el Gobierno de coalición del PSOE y Sumar «con palabras y también con hechos» se posicionará «políticamente» al lado del sector cultural. Para ello, el dirigente socialista ha anunciado un plan de internacionalización impulsado desde Moncloa, que contará con cinco líneas de actuación. Porque el informe de Cotec, la fundación que dirige la ex ministra socialista Cristina Garmendia -ahora presidenta de Mediaset España-, ahonda sobre todo en el impulso internacional de esa industria. De hecho, el estudio afirma que sin el turismo cultural, España no habría podido recuperar las cifras de turistas extranjeros previos al Covid. Principalmente porque el gasto de estos visitantes foráneos es mayor en cuanto a gasto diario con algo más de un 17% de diferencia a su favor.
El informe también apunta que cada euro que se invierte en Cultura supone una generación de 1,75 para el resto de la economía. Sin embargo, pese a los buenos datos económicos, la cultura es la política que más retrocede como preferencia presupuestaria de los ciudadanos.
