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‘Inicius interruptus’ para el Atlético ante el Espanyol

Una de cal y otra de arena. Así ha sido la extraña pretemporada del Atlético marcada por el fracaso en el Mundial de clubes. Así que las armas de fieles y detractores estaban cargadas hacia el renovadísimo proyecto del Cholo, el decimocuarto como rojiblanco. Arrancó contra el Espanyol, un club al que no ha ganado en los últimos cuatro choques. Y tampoco pudo ayer, pese a merecerlo. Los pericos, con corazón, coraje y balón parado superaron la calidad colchonera. Rubio y Milla remontaron el golazo de Julián. [Narración y estadísticas, 2-1]

El once rojiblanco se recitó con cinco nombres nuevos, alguno muy ilusionante como Baena y otro incierto, como Almada. Ambos en la sala de máquinas del equipo rojiblanco uno desde la mediapunta y otro desde el perfil izquierdo, una banda en la que el curso pasado no encontró el Cholo a alguien que se asentara.

El duelo arrancó eléctrico, entre dos perros que les gusta morder arriba. Pero en las altas latitudes, la calidad del Atlético se imponía a la de los pericos. Con pases más rápidos y al primer toque y saliendo desde atrás con Cardoso incrustado entre los centrales, el balón circulaba más limpio. Aunque, la primera gran ocasión fue un gran cabezazo de Hancko tras la salida de un córner botado por Baena. Respondió poco después Cabrera, también con un testarazo después de un balón parado.

El partido se fue calmando pasada la media hora. El Atlético dominaba el juego, pero el Espanyol no se arredraba y salía con peligro a la contra por el perfil izquierdo. Aprovechaba Romero un partido extraño de Llorente, lento y mal con balón. Ruggeri, por contra, justificaba su fichaje con varias internadas peligrosas por su perfil. Una de ellas terminó con un pase a Julián, que el argentino remató con inocencia.

No lo hizo en la siguiente que tuvo, una falta que provocó Gallagher ante la inocencia de Cabrera, que le derribó sin necesidad al borde del área cuando el británico estaba de espaldas. Julián empieza a tener cosas de Messi, tiro libre que coge a un rango de 25 metros, chut que va para dentro. Los rojiblancos se auparon al tanto de Julián y apretaron a los pericos para intentar duplicar su ventaja antes del descanso. Perdonó Gallagher ante el portero serbio y el duelo se fue a los vestuarios con la impresión de que el Atlético tenía la posibilidad de aumentar algunas marchas más el ritmo del encuentro respecto del Espanyol.

Una tarjeta y los galones obligaron a Simeone a cambiar su medular al descanso. Manolo González refrescó el ataque. Cada loco con su tema, pero el fondo de armario de unos y otros es de galaxias de distancia. Aún así, los pericos se tiraron a la yugular rojiblanca a base de presión y coraje, quizás les faltó algo de precisión en los últimos metros. Esa es la que compra el talonario y el Espanyol no anda sobrado de ello. Julián es un ejemplo de lo contrario. Pegó un palo tras una jugada al primer toque de varios nombres de relumbrón.

Coraje frente a las estrellas

Y otros que salieron después como Raspadori o Griezmann, leyenda del Atlético. Sin embargo, fue Rubio, ex jugador del Granada, quien sorprendió a esas estrellas rojiblancas al segundo palo para poner las tablas en el marcador tras una falta innecesaria de Llorente. Una jugada a balón parado, esas que igualan galaxias y constelaciones.

Y a pese al banquillo de unos y otros, para demostrar que esto del fútbol a veces es más de voluntades que de capacidades, Milla demostró con un escorzo que si se quiere, se puede. El corazón y coraje cayó más del lado perico, que vio cómo los cambios echaban atrás al Atlético, que ya no recuperó su sitio. Inicius interruptus para Simeone. Armas cargadas contra el proyecto rojiblanco. Derrota dura en Cornellá.