Kylian Mbappé marca el camino del Real Madrid. El francés, actual Bota de Oro del fútbol europeo, anotó dos goles para sentenciar al Oviedo en el regreso del Tartiere a Primera División. Pelearon los asturianos, que tuvieron el empate en el 80, justo antes de que Vinicius, suplente, apareciera para asistir a Mbappé y para anotar el 0-3 definitivo.
Revolucionó el once Xabi Alonso, dejando en el banquillo a Vinicius y dando entrada al olvidado Rodrygo Goes, suplente eterno desde la primera jornada del Mundial de clubes. A su lado, Mastantuono, estrenando titularidad en lugar de Brahim, Carvajal por Trent y Rüdiger por Militao. Rotaciones de verano del vasco buscando conectar a todo su armario y, de paso, mandar alguna indirecta: no hay puestos asegurados.
El guion que se encontró el Madrid ante el Oviedo fue el mismo que se escribió contra Osasuna. Dominio madridista con una importante presión tras pérdida y a la salida de balón rival, y una posesión estática que una y otra vez se estrelló contra el muro enemigo.
El Madrid de Xabi va cogiendo forma e ideas. Presiona como no presionaba antes el equipo de Ancelotti. Al unísono, decidido. Y de momento, roba y mete miedo. El Oviedo apenas salió de su campo, incapaz de conectar con Ilias y Rondón, islas en un ataque demasiado lejano.
Pero como en todo, hay defectos. Y al Madrid de Xabi todavía le falta aceite en el motor ofensivo. Demasiado estático por momentos, sin pases de riesgo ante las dos líneas defensivas rivales y dependiendo en exceso de la virtud individual de sus estrellas. Sin Vinicius, fue Rodrygo quien llevó la voz por el carril izquierdo. Encaró, dribló y se encontró con Escandell en dos ocasiones en la primera parte, con éxito para el portero asturiano.
Como ante Osasuna, Huijsen acaparó el balón en la medular, sirviendo como una especie de Kroos. Situado en la base izquierda de la jugada, moviendo al equipo en corto y largo y conectando con Güler, Mbappé, Rodrygo y Carreras en la zona izquierda del campo. Tiene sentido para este Madrid que sigue sin tener un creador en el centro del campo.
Quizás ni lo necesita. Porque este Madrid de Xabi disfruta más sus virtudes cuando es vertical e incisivo, cuando no testea al rival. Así lo dice también su historia y el deseo de su gente: no se contemporiza, se ataca.
Así llegó el gol. Un robo, una transición rápida y un movimiento estelar de Mbappé. Tchouaméni se llevó un balón en el centro del campo mientras el Oviedo pedía falta sobre Dendoncker, la pelota llegó a Güler, que vio a Mbappé en vertical y el francés se libró de su par con un control extraordinario a la media vuelta que le dejó delante de Escandell.
Dos goles en dos jornadas y la sensación de que el equipo empieza a estar construido para maximizar la comodidad y la calidad del galo, que lo hace todo y en todas partes en ataque, con Rodrygo y Mastantuono pegados a las bandas y el centro libre para que conecte con quien quiera.
El gol relajó a los blancos, que saltaron del descanso con la sensación, equivocada, del trabajo hecho. El Oviedo apenas inquietaba la portería de Courtois, que cumplió 150 minutos sin recibir un disparo a puerta, y el Madrid bajó la marcha en la presión y en la velocidad del juego. Un poco la misma cronología que ante Osasuna.
Lo notó Xabi Alonso, que en el 62 retiró a Rodrygo y Mastantuono e incluyó a Vinicius y Brahim, repitiendo entonces el tridente titular del debut liguero. En la primera acción tras el cambio, Mbappé conectó con Brahim y éste con Valverde dentro del área, pero el uruguayo, forzado, remató demasiado suave y Escandell se pudo estirar lo suficiente como para desviar el balón.
El partido siguió bajando revoluciones, con el Oviedo más estirado en el campo tras los cambios y el Madrid más centrado en conservar la posesión sin correr riesgos, cuando el riesgo estaba en el marcador. La entrada de Hassan en el extremo diestro pellizcó el ataque de los asturianos, más ilusionados y con menos miedo, y Sibo, en el 81, envió un disparo al palo desde fuera del área que asustó el banquillo madridista y paró el corazón del Tartiere.
Fue una ilusión breve, porque en la siguiente jugada Hassan se durmió ante Vini, el brasileño le robó el balón, cedió a Mbappé y el galo sentenció el duelo con su tercer tanto de la temporada. Vinicius no se detuvo ahí, y enrabietado por la amarilla que le sacó minutos antes De Burgos, marcó el 0-3, su primer gol del curso, en el tiempo de descuento para señalarse la oreja ante la grada madridista del Tartiere. Seis de seis para el Madrid de Xabi… Y de Mbappé.