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Vinicius, antes y después del fallido Balón de Oro: la renovación en punto muerto y el ‘pellizco’ emocional del Tartiere

El último año de la carrera de Vinicius Júnior ha sufrido varias turbulencias. Demasiadas para la estabilidad futbolística del brasileño. Después de conquistar Liga y Champions marcando en la final de Wembley, el delantero soñaba con el Balón de Oro, culmen de su reivindicación mundial tras las mofas de sus inicios, pero la derrota en el Chatelet de París ante Rodri Hernández cambió sus planes, su marcha y su motivación. Desde aquel 28 de octubre de 2024 no es el mismo sobre el césped, aunque el Real Madrid espera y desea que su aparición en el Carlos Tartiere pueda servir de punto de inflexión definitivo.

El domingo en Oviedo, y desde el banquillo por decisión de Xabi Alonso, tan sorprendente como contundente, Vinicius anotó y asistió por primera vez en un partido desde la final de la Copa Intercontinental ante el Pachuca mexicano, allá por diciembre del año pasado. Dos acciones de valor gol que vuelven a poner sobre la mesa su realidad: la esperanza y la espera del Madrid para que recupere su mejor versión y las negociaciones, ahora en punto muerto, por la renovación de un contrato que termina en 2027.

Esa suplencia en el Tartiere, encajada con una madurez que se elogia desde Valdebebas y respondida con gol, asistencia y con un enfado con De Burgos Bengoetxea, nace en la búsqueda de Xabi Alonso de romper con la comodidad de Vinicius, asentado como estrella del Madrid desde hace varios años y enroscado en la irregularidad permanente desde hace meses. Un pellizco, como se explica desde la ciudad deportiva del conjunto blanco, para despertar emocionalmente a un futbolista que nace, vive y muere en la vía de su temperamento. «Hay que exigir lo mismo, el mismo respeto, pero la relación con cada jugador es diferente. En el fútbol hay que entender las cosas, se toman las decisiones pensando en el equipo y hoy ha sido así», aseguró Alonso.

Apagón tras el Balón de Oro

Como consecuencia de la «injusticia» que consideró su derrota en el Balón de Oro, su mente llevó a su fútbol a una distancia sideral de lo que había mostrado hasta octubre de 2024. Como si la motivación se hubiera terminado: «Lo haré multiplicado por diez si hace falta. No están preparados», prometió. Pero la realidad fue otra. Después de esa tarde en París, respondió con un hat-trick a Osasuna a principios de noviembre y con cuatro goles en lo que quedaba de fase de grupos de la Champions, pero su chispa se iba apagando. En Liga, entre mediados de noviembre y el final del curso sólo anotó tres goles. En las eliminatorias europeas, un tanto al Arsenal. En el Mundial, un gol.

Una lesión muscular le tuvo parado en diciembre y una expulsión en Mestalla por empujar a Dimitrievski le dejó dos partidos sancionado. Fue, otra vez, protagonista fuera del campo, siendo la diana de la grada rival en cada partido y siendo incapaz de ser lo determinante que había sido meses antes. Aún así, en ese invierno, hace ahora medio año, el Madrid y el entorno del brasileño charlaron sobre la renovación. Se asumía su bajón como puntual, pero se confiaba en él, con el presidente Florentino Pérez como gran valedor, confirmando que la relación entre ambos era extraordinaria.

La oferta del Madrid

Pero la negociación se estancó, y así sigue por la diferencia entre la oferta del club y la demanda del futbolista y de sus agentes. El Madrid le ofreció, y le ofrece todavía, una mejora que le situaría a la altura de Mbappé en la escala salarial de la plantilla. Pasaría de 17 a más de 20 netos. Pero la prima de fichaje del galo eleva exponencialmente su sueldo, algo que no sucedería con el brasileño, que se dejó tentar fugazmente por Arabia Saudí para tantear cuánto vale en el mercado.

Desde esa primera toma de contacto, nada se ha avanzado, manteniéndose todo en un extraño punto muerto y pendientes ambas partes de las actuaciones de Vinicius sobre el césped. El Madrid confía en cerrar su renovación en los próximos meses, en un contrato que se ampliaría hasta 2029, pero planea hacerlo con sus normas, sin romper la escala salarial, y espera que Xabi recupere la mejor versión del jugador. El brasileño, mientras, asume la llegada de Mbappé dentro y fuera del campo y parece ahora haber despertado de su letargo. Lo necesita él y lo necesita el Madrid. «Quiero seguir muchos años», dijo en junio.