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Pablo Carreño vuelve a ganar donde fue una estrella: «No volveré a mi mejor nivel, pero no lo necesito»

Pablo Carreño camina por las pistas del US Open con la tranquilidad de quien ya no tiene nada que demostrar. A nadie. Ni tan siquiera a sí mismo. A sus 34 años vuelve de entre los retirados después de una larga lesión en el codo y lo hace, de momento, con un hueco en segunda ronda gracias a su victoria sobre Pablo Llamas. Este miércoles se enfrentará a Ben Shelton, nuevo ídolo local. En Nueva York tocó el cielo hasta en dos ocasiones, semifinalista en 2017 y 2020, pero ahora sólo piensa en disfrutar. Antes de la aparición de Carlos Alcaraz, Carreño convivió con la presión de ser el heredero de Rafa Nadal. No en vano alcanzó el Top 10 del ranking ATP o se colgó un bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio. Hoy, más con su reciente paternidad, busca alargar una carrera.

¿Qué le queda por hacer?
Pasarlo bien. No quería que la lesión me retirara, quería volver a disfrutar del tenis. Obviamente me planteé dejarlo porque no podía jugar, entrenar, no podía hacer nada. Siempre sufría dolor, fui perdiendo la ilusión. Por suerte me operé, fue bien y poco a poco mejoré. No volveré a mi mejor nivel, pero no lo necesito. Sólo quiero acabar con buen sabor de boca.
¿En la pista se siente otro?
Mi tenis no ha cambiado mucho, sigo siendo el mismo jugador, pero mentalmente soy otro. He sufrido mucho por la lesión, lo he pasado muy mal y eso te hace reflexionar sobre todo. He recapacitado sobre mi vida, le he dado importancia a las cosas que tienen importancia. Ahora el tenis no es mi prioridad. Mi dedicación y mi entrega no es la misma que antes. Eso se nota en la pista. Cuando te enfrentas a un tenista joven, que tiene su cabeza al 100% en el tenis, eso se nota.
¿Ha cambiado el tenis?
Han cambiado las superficies, las pelotas, los materiales… Hay diferencias, pero lo más distinto es la vida fuera de las pistas. Antes había una rueda de prensa después de los partidos y ya está. Ahora tienes que comunicar todo el rato, en Instagram, en Tik Tok. A los jóvenes les gusta, a mí no. Para mí la exposición es exagerada. Recibes demasiadas opiniones, miles de comentarios sobre lo que haces; eso difícilmente ayuda. Por no hablar del tema de las apuestas y los mensajes que recibimos.
También han cambiado quienes ganan los Grand Slam.
Está claro que ahora Carlos [Alcaraz] y Jannik [Sinner] son los mejores. Aunque ahí también veo cambio. Ahora todo se centra en ver quién gana más Grand Slam y el tenis va mucho más allá. Hay más tenis. Se vende eso, no sé si incluso desde la propia ATP, y sólo se espera la próxima final de Grand Slam. Pero hay más torneos y hay más tenistas.
Con Sinner tiene balance favorable: le venció dos veces.
Y a Carlos también alguna vez, cuando él tenía 15 años (Ríe). Yo estaba en mi mejor momento y ellos eran adolescentes. Era lo lógico.
Con aquel Alcaraz adolescente entrenaba en la Ferrero Academy. ¿Qué recuerda de esos días?
Se notaba que era un jugador diferente, tenía un potencial altísimo. Ya se veía que podía ser número uno. Carlos siempre ha sido un privilegiado, un tenista con una cabeza privilegiada y con un físico privilegiado. Además su familia es ejemplar y desde pequeño tiene un equipo muy bueno a su alrededor.
Precisamente este año Samu López, que era su entrenador, se ha incorporado al equipo de Alcaraz. ¿Cómo fue ese cambio?
Juan Carlos [Ferrero] necesitaba alguien que le ayudara para no viajar tanto, para estar más con su familia, y Carlos conocía a Samu desde hace años. Era normal que le hiciera una oferta y Samu no podía rechazarla. Cualquier entrenador quiere trabajar con un número uno, estar en los Grand Slam… Yo me tuve que buscar otro equipo.
Y en este US Open, ¿Cómo se encuentra?
Físicamente muy bien, que es importante. A principio de año hice un esfuerzo para meterme en el Top 100 y lo conseguí, pero desde entonces he tenido altibajos [ahora es el 137]. Ahora llevo varias semanas en Estados Unidos para hacerlo bien aquí y espero que valga la pena. Ha sido un sacrificio, me cuesta estar lejos de mi familia.