«Gasolina al fuego». El ataque de Israel sobre la delegación de Hamás en territorio de Catar ha generado una condena internacional prácticamente unánime. Protestas aún más relevantes ante el hecho de que Catar es uno de los grandes mediadores por la paz en Gaza y el ataque se produce en plenas negociaciones hacia un posible nuevo alto el fuego.
De hecho, en el bombardeo israelí habrían muerto varios miembros de Hamás, entre ellos el hijo de Khalil al Hayya, la figura que encabeza la delegación negociadora del grupo palestino en Doha. En un mensaje a media tarde, el grupo palestino aseguraba que eran cinco sus integrantes fallecidos por el impacto de las bombas.
La frase del comienzo corresponde al alto comisionado de la ONU para los derechos humanos, Volker Türk, que ha criticado duramente un movimiento que, poco antes, el secretario general de la ONU rechazaba con igual énfasis. Para Antonio Guterres, el ataque «vulnera flagrantemente el derecho internacional». No obstante, las reacciones verdaderamente relevantes provienen del mundo árabe.
De inmediato llegó la respuesta verbal del país atacado. El Gobierno de Catar ha confirmado que varios «edificios residenciales» se han visto afectados, sin saberse por ahora la existencia de posibles víctimas locales.
«Qatar condena firmemente el cobarde ataque israelí contra edificios residenciales que albergaban a varios miembros de la oficina política de Hamás en la capital qatarí, Doha», ha apuntado el portavoz del Ministerio de Exteriores , Mayed al Ansari. El portavoz no ha dudado en tachar de «asalto criminal» unos hechos que «suponen una flagrante violación de todas las leyes y normas internacionales y supone una grave amenaza para la seguridad de los qataríes y los residentes en Qatar».
Egipto, país que también ejerce de mediador como Catar y EEUU, ha «expresado su enérgica condena y denuncia la acción agresiva llevada a cabo por las fuerzas de ocupación israelíes». Especialmente, añade el texto, cuando las partes iban a «debatir las vías para alcanzar un acuerdo de alto el fuego«.
«Este ataque constituye una flagrante violación del Derecho Internacional y de los principios de respeto a la soberanía de los Estados y la inviolabilidad de sus territorios», ha declarado el portavoz de la Presidencia egipcia, que ha alertado de que «este ataque sienta un precedente peligroso y constituye un hecho inaceptable«.
Otro actor clave en la región, Arabia Saudí, se ha sumado a la condena con una denuncia «en los términos más enérgicos» de «la brutal agresión israelí y la flagrante violación de la soberanía del hermano Estado de Qatar». Riad ha querido advertir de «las graves consecuencias de la persistencia de la ocupación israelí en sus violaciones criminales y su flagrante desprecio por los principios del Derecho Internacional y todas las normas internacionales».
Igualmente, el Gobierno saudí se ha dirigido a la comunidad internacional para exigir la condena unánime y «poner fin a las violaciones israelíes que socavan la seguridad y la estabilidad».
En similares términos se ha expresado Emiratos Árabes Unidos, cuyo Ejecutivo ha puesto el foco en lo «cobarde» de un movimiento que supone «una irresponsable escalada que amenaza la seguridad y la estabilidad regional e internacional«.
Al norte de Israel, Líbano, país en continuo enfrentamiento con las fuerzas hebreas, ha calificado de «brutal» el ataque israelí, y ha recorado que «se suma a otras acciones perpetradas anteriormente» por el Estado judío. Esto, prosigue el Gobierno libanés, «demuestra su insistencia en socavar todos los esfuerzos realizados para lograr la estabilidad y seguridad en los países de la región».
Siria, Omán, Kuwait o Irak han hecho suyas palabras idénticas, entre mensajes de alerta por las posibles consecuencias para la estabilidad internacional y el «desprecio» de Israel a la legislación internacional, impelando a otras potencias a actuar contra el Gobierno de Netanyahu.