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El BCE mantiene los tipos de interés en el 2% pese a la crisis de Alemania y Francia

El Banco Central Europeo volvió a dejar los tipos de interés sin cambios en el 2%, a pesar de la crisis institucional de Francia y al pésimo comportamiento de la economía alemana. No hubo sorpresas en Frankfurt, donde se ha impuesto una política monetaria de observación y análisis que lleva a cierta parálisis. La presidenta de la institución monetaria, Christine Lagarde, se encuentra cómoda en la supuesta zona neutral y la preferencia, respaldada por los miembros más agresivos, es dejar los tipos sin más cambios hasta que las incertidumbres se vayan despejando.

Con la inflación en el 2,1% en la zona euro el BCE podría espolear un poco más a la economía con una bajada de un cuarto de punto pero se mantienen viejos argumentos para una posición estática: la guerra de Ucrania y las tensiones de Europa con Rusia o las todavía poco claras consecuencias del acuerdo comercial arancelario entre Estados Unidos y la UE. Sin embargo, las certezas no parecen influir con tanta fuerza en el camino diseñado por la institución monetaria.

Ya sabemos que en el segundo trimestre de 2025, el PIB aumentó solo un 0,1 % en la zona euro, en comparación con el trimestre anterior, según Eurostat. Hay que recordar que en los tres primeros meses del año la economía de la zona euro creció un 0,6 %. Y en este crecimiento económico anémico de una décima tira mucho la pésima situación de Alemania, cuya economía cayó un 0,3% en el segundo trimestre del año, dando pruebas de que es necesario dar un impulso para recuperar un dinamismo cogido por alfileres.

De hecho, la esperanza de que el consumo alivie la situación no está del todo clara, lo que debería llevar al BCE a tratar de que ciudadanos y empresas tengan más dinero en sus bolsillos para gastar. Matthew Ryan, jefe de Estrategia de Mercado de Ebury, admite que “no se sabe en qué medida el aumento del gasto público en Alemania impulsará a la economía europea, pero no esperamos que este impulso se manifieste en los datos hasta 2026”.

¿Cuál parece ser la estrategia que se impone en los despachos que rigen los destinos de la política monetaria? Michael Browne, estratega de Inversiones Globales del Franklin Templeton Institute, señala que todo apunta a “simplemente, capear la situación hasta 2027 y confiar en que la mejora económica en Europa, impulsada por el canciller alemán Mertz, genere suficiente crecimiento para compensar el riesgo de llevar dos años sin presupuestos nuevos”.

Por otro lado está la difícil situación institucional y económica de Francia: un país con un déficit fiscal superior al 5% y una deuda sobre PIB del 116% en aumento y una crisis política de enormes dimensiones. La crisis institucional de país hizo que la ampliación del diferencial de la deuda pública de Francia y Alemania despegara desde 65 a 80 puntos básicos en los bonos a 10 años y ya se está descontando una degradación aún más probable de las agencias de la calificación crediticia de Francia a una simple ‘A’ a medio plazo, según explica Geoffrey Lenoir, Co-CIO de Ofi Invest AM. 

A pesar de esta situación, Francia preocupa pero no altera los planes del BCE. Entre otras cosas, según analiza Aline Goupil-Raguénès, estratega de países desarrollados de Ostrum AM, porque “son varios los factores que contribuyen a la fuerte demanda de bonos franceses. En primer lugar, el mercado de bonos francés es uno de los más líquidos y profundos de la zona euro, lo que lo convierte en un mercado atractivo para los inversores. En segundo lugar, Francia es percibida como un emisor creíble que no incurrirá en impago de su deuda”.

¿Cuales son los posibles escenarios que podrían llevar al BCE a tomar medidas excepcionales? Hay dos elementos: que la crisis política se complique aún más y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, presente la dimisión o que “el efecto contagio en los países periféricos altamente endeudados fuera significativo, lo que llevaría al BCE a intervenir activando su Instrumento de Protección de la Transmisión para ”combatir las dinámicas de mercado injustificadas y desordenadas que suponen una grave amenaza para la transmisión de la política monetaria en la zona del euro, añade Goupil-Raguénès. Aunque la propia analista de Ostrum AM recuerda que “es poco probable que el BCE utilice el TPI para limitar las tensiones sobre el diferencial francés, dado que Francia se encuentra en situación de déficit excesivo y debe adherirse a las recomendaciones de la Comisión Europea para beneficiarse del TPI”.

Además, el BCE ha publicado sus nuevas proyecciones económicas que prevén un crecimiento de la economía del 1,2% en 2025, revisado al alza desde el 0,9 % previsto en junio. La proyección de crecimiento para 2026 es ahora ligeramente inferior, del 1,0 %, mientras que la proyección para 2027 se mantiene sin cambios en el 1,3%. Las nuevas previsiones presentan un panorama de inflación similar al proyectado en junio: una inflación general promedio del 2,1% en 2025, del 1,7 % en 2026 y del 1,9% en 2027.