Los nervios previos a un Mundial se disfrazan de apuestas. Antes de llegar a Tokio, María Pérez le prometió a su mejor amiga en la marcha, la italiana Antonella Palmisano, que si volvía a casa con dos medallas se dejaría el pelo largo. Ahora le toca cumplir. «¡Qué remedio! Pero a mí me gusta corto. Igual después me acostumbro y no me lo vuelvo a cortar», comenta a EL MUNDO horas antes de marcharse de vacaciones.
Después de los Juegos Olímpicos de París pasó días y días atendiendo a instituciones, patrocinadores y medios, pero ahora necesita desconectar. «Quiero estar conmigo misma. Compré los billetes en junio porque ya sentía esa necesidad. Me voy lejos, necesito alejarme. Veré monumentos, haré turismo, pero, sobre todo, estaré en la playa», se congratula.
- ¿Qué es lo que más echa de menos cuando prepara un Mundial?
- A mi familia. Cuando vuelva de vacaciones estaré todo lo que pueda con ellos porque les echo mucho de menos. A veces viajan a verme, pero ahora ya se reservan para los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028. Mi padre trabaja en los residuos del pueblo y mi madre cuida de mi bisabuela, que en agosto nos dio un susto: sufrió un ictus. Quizá es lo peor del atletismo: es un deporte solitario. Paso mucho tiempo sola, pero también es la vida que he elegido.
- Suerte de amigas como Palmisano.
- Es una suerte. Cuando estamos de concentración o en una competición, ella es mi familia. En la salida de los 20 kilómetros le dije: «Anto, estando tú a mi lado me siento más tranquila». Quiero dejar claro que sufro por estar mucho tiempo fuera de casa; hay muchas cosas que no se ven, pero también sé que con mi sufrimiento hago feliz a mucha gente. Estoy orgullosa de llevarme dos medallas más para España.
- Repite que se siente más madura. ¿En qué cosas lo nota?
- Ahora sé que hay otra vida muy bonita fuera del deporte. Eso me ayuda. Lo he aprendido con la edad y con la experiencia. Por eso siempre digo que este es mi último ciclo olímpico, que quiero ser mamá, que tengo ganas de experimentar otras cosas.
- Antes se exigía demasiado.
- Totalmente. Antes del Mundial de Budapest 2023 me presionaba mucho, me repetía todo el rato que me faltaba otra medalla. Ahora lo vivo de una manera muy distinta. Ya he conseguido todo lo que quería y simplemente disfruto del atletismo. Lo difícil es mantener la motivación, pero lo hago cambiando de lugar de entrenamiento, añadiendo más gente a mi grupo…
- Paul McGrath, que consiguió el bronce, asegura que se ha aficionado al ciclismo. ¿Usted?
- Al pádel. Voy después de entrenar a jugar con unas amigas y me ayuda a desconectar. Me encantan los postpartidos. No bebo alcohol, pero me tomo mi Aquarius y cada una me cuenta su vida. Cuando las escucho, pienso que la mía tampoco es tan mala.
- Es la única mujer que ha conseguido dos dobletes en un Mundial, y sólo hay tres hombres que lo hayan logrado: Usain Bolt, Carl Lewis y Mo Farah. ¿Cree que, por ser marchadora, no se le da el mérito que tiene?
- Sí, lo creo. No se nos da la visibilidad que tienen los atletas de pista, no están todas las televisiones pendientes de nosotros. La culpa es de los dirigentes, que no nos colocan en el foco. La marcha es el patito feo del atletismo. A mí no me gusta especialmente la fama, hago esto porque me gusta, pero si se nos valorara más, cambiarían muchas cosas, como los patrocinios.
- ¿Qué puede hacer para que eso cambie?
- No lo sé. Como siempre digo, yo soy una chica de un pueblo [Orce], que vive en una ciudad pequeña [Granada] y que sólo persigue sus sueños. Haré lo que esté en mi mano, pero el futuro de la marcha no depende solo de los atletas. El Comité Olímpico Internacional debe reunirse, escuchar a todas las partes y hacer una reflexión sobre la marcha de una vez por todas.
- Además de la lucha por la marcha, ¿aprovecharía su altavoz para reivindicar, por ejemplo, los derechos LGTBI?
- No soy de reivindicar. Cuando algo no me gusta, lo digo, aunque quizá me equivoque. Pero pienso que hay que tratar la sexualidad con naturalidad. Una no decide a quién se ama: da igual el sexo, la raza o la cultura. El amor no entiende de eso. No hay que juzgar. Ahora estoy soltera, pero cuando me he enamorado ha sido siempre de la persona, fuera chica o chico. Hay que ser naturales, aunque haya a quien le cueste.
- Ana Peleteiro la interpelaba el otro día en redes sociales. Pedía a sus compañeros en la selección española «que se pronuncien por una Palestina libre».
- No puedo opinar, no he visto nada. He estado 17 días en Tokio sin redes sociales, sin leer las noticias. No me gusta que pase nada malo en el mundo, pero no puedo opinar porque no sé.
