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Chus Mateo: «Sufrí en lo personal. El runrún sobre si estaba capacitado para entrenar al Real Madrid…»

«¿No os dan miedo los perros, verdad?». Chus Mateo y el enorme Sidi reciben a EL MUNDO en su casa, a las afueras de Toledo. Han pasado más de dos meses de su salida del Real Madrid, días después de conquistar la Liga Endesa en Valencia, su sexto título en tres años, y su nombre suena con fuerza para ser el nuevo seleccionador español. Un guiño del destino, un trueque de puestos de trabajo con Sergio Scariolo, precisamente el primer entrenador con el que fue asistente, en el Madrid.

Mientras llega esa llamada (u otra) -«no lo niego, me haría muchísima ilusión la selección»-, Chus, aparentemente un hombre tranquilo, recompone una normalidad familiar electrocutada durante tantos años por la exigencia de su trabajo. Dedica el tiempo que les debe a sus dos hijos pequeños (los mayores, de su anterior matrimonio, ya partieron: Miguel, siguiendo la estela paterna, es entrenador ayudante en la Universidad de Kansas State), retoma su afición por el ajedrez – «antes de acostarme juego una partida contra el móvil. He perdido el nivel, claramente»-, trata de ponerse en forma, de leer «un poco más» y hasta le da para el jardín. «Cosas insospechadas. Cuidar las plantas, imagina el nivel de tranquilidad. Pero lo que más me gusta es tener gente en casa, soy un apasionado de la cerveza», cuenta mientras presume del grifo que tiene instalado en el patio.

Pero, en realidad, esta calma después de la tormenta de 11 años seguidos en el Madrid, los tres últimos como primer entrenador, de 90 partidos por temporada, crisis, éxitos y desvelos, es algo que a Mateo le cuesta. «Sin trabajo, soy inaguantable en casa. Uno adora tanto su profesión… Yo soy mucho peor si no tengo trabajo. Tenerme aquí en casa tanto tiempo, sin saber muy bien dónde dirigir mi mirada y los objetivos, no debe ser fácil. Hablo un poco de broma, pero es verdad. Los entrenadores, cuando tenemos claro a lo que dedicarnos, la cosa va mejor. Te ayuda a ser más tú», explica, antes de entrar en profundidad a analizar su periplo en la casa blanca, «tres años que han sido una aventura muy bonita, pero también de mucha presión y estrés».

Por lo que intuyo, de año sabático nada.
Ojalá surja algo pronto. Y ojalá sea un proyecto atractivo para poder decir que sí inmediatamente. Me encantaría. Es mi vida, mi profesión. Llevo entrenando desde los 16 años.
Desde el Colegio Agustiniano.
Entrenaba a un equipo de niños en mi colegio. En el barrio de la Estrella, aunque yo soy de Moratalaz. Fuimos campeones de Madrid de mini basket. El baloncesto me enganchó de tal forma… Un día uno de mis contrincantes, el entrenador del San Agustín, Enrique León, entró en el Real Madrid de infantil y me llamó de ayudante. Era el club de mi vida. Iba a estar nueve años en la cantera, hasta que un día recibí una llamada para ser ayudante del entrenador del primer equipo, Sergio Scariolo. No le conocía entonces. Luego trabajamos seis años juntos, tres en el Madrid y tres en Unicaja. Y otros tres en la selección. Una relación muy cercana siempre.
Tras una década fuera, en 2014 vuelve a recibir una llamada del Madrid.
De Juan Carlos Sánchez, porque decidieron cambiar la estructura de ayudantes. A Laso le conocía, habíamos coincido en LEB e hicimos muy buena relación en el Madrid. Estuve ocho años de ayudante hasta que decidieron que Pablo no iba a seguir.

¿Ser el elegido en medio de la polémica con la enfermedad de Laso, de su enfrentamiento con el club, le marcó?
Yo nunca me enfrenté con Pablo. Fueron ocho años de reír y llorar juntos y va a quedar para siempre. En ese momento estaba en Memphis, en la Liga de Verano y me llaman para decirme que querían que me hiciera cargo del primer equipo porque habían hablado con Pablo y no querían que continuara por su tema de salud. No entendía por qué decir que no llevando 25 años en el Madrid. Había estado ayudando siempre con lealtad a todos los entrenadores. Alguien había decidido que debía ser yo quien en ese momento liderara y acepté con mucha responsabilidad, para mantener una línea que era extraordinaria con Pablo.
Le llamaron traidor.
Todo afecta. Pero entiendo que las opiniones son como los culos, cada uno tiene una. Siempre traté de ser honesto. Llevaba 25 años en el club… que cada uno saque las conclusiones que quiera. Desde los 20 años, no puedo decir más.
Gana la Euroliga el primer año. La del inolvidable triple de Llull en Kaunas.
A nivel personal sufrí mucho. El runrún sobre si estaba capacitado. Cuando vamos perdiendo 0-2 contra Partizan, después de haber perdido la semifinal de la Copa, es obvio que la gente se pusiera muy nerviosa. Nunca perdimos la fe. Dimos la vuelta a la tortilla. Fue un año muy difícil, pero peleamos mucho, algo que está en nuestro ADN. Dos partidos extraordinarios en Belgrado y uno más en el WiZink que siempre recordaré como mágico. En la Final Four íbamos de tapados. La gente podía pensar que nos dábamos con un canto en los dientes por estar allí. Ganamos a un gran Barça en semifinales y en la final a un Olympiacos que había jugado increíblemente bien durante todo el año. A pesar de las bajas, sin Deck, Poirier ni Yabusele. Una Euroliga milagrosa por el último tiro… pero hay que llegar a ese último tiro. Me quedo con ese momento de victoria y con la rueda de prensa de uno de los jugadores a los que más quiero, Tavares. Sus palabras fueron tanto trofeo como levantar la Euroliga. El reconocimiento del jugador que acaba de ganar el MVP, de la estrella del Madrid. También han sido muy importantes los comentarios y mensajes de los jugadores una vez que yo me he ido del Madrid.
¿El que más le ha emocionado?
Me han emocionado muchos mensajes privados. De casi todos. Llull, Abalde, Tavares… Siempre han sido muy cariñosos conmigo. También Feliz, Deck, Facundo
¿Le ha dado tiempo a reflexionar sobre las razones de su salida, nada más conquistar la ACB?
No soy una persona que le guste quedarse rumiando las cosas que suceden. Si quiero avanzar y pensar en algo que me ayude a vivir feliz, tengo que pasar página y no volverme loco con lo que sucedió. Las cosas vienen como vienen y en el Real Madrid decidieron que no debía continuar a pesar de tener un año de contrato y haber ganado la liga. Y no tengo que darle más vueltas. No guardo ningún rencor, de ninguna manera. Lo único que puedo es estar agradecido al Madrid por los 25 años que he pasado en este club. Los años del primer equipo, especialmente, han sido magníficos. Cuando las cosas no dependen de uno y las decisiones las toma otra persona, simplemente hay que aceptarlas.
Durante la temporada, ¿lo sospechaba?
Me preguntan por mi continuidad nada más acabar de ganar la Liga… Me sorprende. Yo no contemplaba otra opción más que la de seguir. No me voy a engañar, tenía sospechas de que no continuara. Porque lo venía escuchando desde hacía tiempo. En realidad, desde que tomé el equipo hace tres años aparecieron nombres. Yo he tratado de trabajar centrado. Con honestidad. Tratando de representar al Real Madrid lo mejor que podía. Sabiendo los valores de ese escudo. Y tratando de ser yo mismo a la vez. Pienso que lo he conseguido.

¿Le sorprenden los cambios de este año? ¿La cantidad y calidad de jugadores que se han fichado?
Lo que se haya fichado ahora, no me compete. No quiero entrar. Yo siempre he entendido que el entrenador se dedica a entrenar. Es obvio que hay entrenadores que van más allá y se les permite intervenir en fichajes. Yo he entrenado con libertad absoluta los jugadores que me daban en cada momento. En algunas ocasiones se ha fichado mejor y en otras no tan bien. Una de las cosas que más contento me ha dejado de mi trabajo es pensar que un equipo que no empezó bien, que no era lo largo que se requiere para afrontar las competiciones de tanta exigencia, fue capaz de ir enderezándose y mejorar a nivel competitivo y de juego hasta ganar 30 de los últimos 31 partidos en ACB. Algo realmente difícil. A base de picar piedra. Y sufrir. Hemos sido capaces de no perder en casa en todo el año en Liga Endesa. Ojalá este año se pueda batir el récord. Me enorgullece.
¿Cómo cree que se le recordará?
El Chus Mateo que va a permanecer como entrenador es el Chus Mateo persona. Yo no busco la repercusión mediática ni el llamar la atención. Soy como soy. No quiero tener un perfil diferente. Soy una persona tranquila que no busca notoriedad. Creo que el autocontrol o el control emocional, es algo importante en un entrenador, más una valía que una debilidad.
Nunca puso una excusa.
Odio el victimismo. Los que habéis estado cerca lo habéis comprobado. Nunca me he quejado de las lesiones, ni de los arbitrajes, ni de los presupuestos. Es una manera de enseñar grietas y debilidad a tus jugadores. Hay cosas obvias, que se ven, que no es necesario recalcar por un entrenador. Hubiera sido absurdo, por respeto a otros rivales con más lesiones, peores arbitrajes o menos presupuesto. E injusto. Hay que tratar de ganar independientemente de las circunstancias. Y que tus jugadores se hagan fuertes en la adversidad. Eso te hace más fuerte a ti.
¿Le dio para hacer autocrítica?
No hubiera cambiado nada. Las cosas vienen como vienen. A nivel de resultados… llegamos a 10 finales de 12. 10 de 12 (repite), eso es muy difícil. Y ganamos la mitad. No se puede pedir más siendo realistas. A nivel personal, tampoco me tengo que echar mucho en cara. Estoy muy orgulloso del trabajo y lo me he meditado mucho. No he hecho ningún paripé, siempre con honestidad. He tomado decisiones, a veces erróneas, otras acertadas, pero que nunca me he evadido del rol de mi responsabilidad.
¿Cómo es Chus Mateo en lo personal, qué le remueve?
Me da rabia ver cómo está el mundo hoy en día. Cómo está de posicionado en extremos. Me gusta más ser capaz de analizar las cosas más allá de colores, de partidos. Necesitamos gente que se ayude un poco más, que trabaje junta, que trate de evitar la confrontación. Ojalá hubiera un poco más de diálogo y de entender a los demás. Creo que cada vez es más difícil hablar delante de nadie, porque enseguida te encasillan. Es algo que odio. En la vida no hay negro o blanco, hay una escala de grises muy amplia. Y a mí me gustan los matices.
Por último, ¿le apetecería ser seleccionador? Ya conoce bien la FEB.
Es algo que no cabe duda y no niego: me hace mucha ilusión. Es un momento complicado. Hay un cambio, sin duda. Hay mucho joven con talento a los que les falta esa experiencia de poder equivocarse. Y eso sólo lo da el tiempo y los minutos jugados. Y hay otros que eran muy buenos acompañantes de líderes y ahora tienen que coger la bandera. Esas dos situaciones, a futuro, la selección hará muy buen papel. Pero hay que tener mucha paciencia y entender que no todas las generaciones van a alcanzar el nivel de la que alcanzó la de Pau y Marc Gasol, Sergi Llull, Rudy, Juan Carlos Navarro, Ricky, Sergio Rodríguez… Es difícil que tanta calidad en una generación se vaya a dar de la noche a la mañana. Hay que seguir trabajando.