Español

Faustino Oro, el prodigio argentino de 11 años que dispone de cinco meses y medio para ser el gran maestro más joven de la historia tras su triunfo en Madrid

El pequeño Fausti pelea contra el reloj, o contra el calendario, porque apenas tiene cinco meses y medio de plazo. Internet y los nuevos programas de ajedrez han acelerado la preparación de los ajedrecísticas hasta límites inconcebibles antes de la era digital. El estadounidense de origen indio Abhimanyu Mishra logró el título con 12 años, cuatro meses y 25 días. Si quiere el récord, que lo quiere, Fausti no puede perder ni un día, porque cumplirá 12 años el próximo 14 de octubre.

Para ser gran maestro necesita otros dos resultados parecidos al que está registrando en Madrid. De entrada, ya ha logrado superar los 2.500 puntos Elo antes que ningún otro jugador en la historia. Eso sí, solo es el segundo más precoz en conseguir una norma de GM. Ahí se le adelantó Gukesh Dommaraju, actual campeón del mundo.

El talento de Oro es tan evidente que sus padres lo dejaron todo para venirse a España a vivir. «Le debíamos esa oportunidad», cuenta Alejandro Oro, su padre. En Badalona han tenido numerosos retos que superar, burocráticos y laborales. También se enfrentaron a las críticas por cambiar de país, aunque Fausti, como Messi, no parece dispuesto a jugar para otra bandera que no sea la argentina.

El pasado viernes, Fausti sale exultante después de ganar su tercera partida consecutiva. «Arrancar así no está mal. No me lo esperaba, ni mucho menos», declara aún con el susto en el cuerpo. La jugadora china Lu Miaoyi, otra niña prodigio, lo ha tenido contra las cuerdas. «Últimamente me defiendo bien», afirma en la entrevista posterior en Chess24. «Parece que voy a perder todas las partidas, y luego…», dice sin dejar de gesticular. «Estaba tieso», me confiesa segundos antes de reunirse con sus padres.

El peso de la familia

Instantes después, se ve la importancia del entorno familiar, esencial en su crecimiento. Alejandro y Romina esperan a su hijo en la puerta de salida y moderan el entusiasmo del chico. La meta estaba más cerca, pero había tenido algo de suerte, un factor del que no se libra ni el ajedrez. En tono tranquilo, su padre le recuerda que el resultado no es lo único importante y que se trata de jugar lo mejor posible, porque a veces aflojar en momentos clave puede suponer una diferencia crítica. Fausti encaja bien el consejo. No trata de justificarse. Al día siguiente, jugó su mejor partida contra una promesa española de gran nivel, Diego Macías, y encarriló definitivamente su resultado en Madrid.

Más allá de su nacionalidad, el ajedrez en español celebra el nacimiento de un prodigio así, que no se veía desde que en 1921 José Raúl Capablanca se convertía en campeón del mundo. Nacido en La Habana, de padres españoles, el cubano destacó por entender el ajedrez desde niño mejor que cualquiera de sus coetáneos. Todos sueñan con que Fausti, otro muchacho nada introvertido, alegre y desenvuelto, como Capablanca, sea también la reencarnación de sus virtudes sobre el tablero.

Faustino ha conseguido su primera norma de GM en Madrid, en el torneo Insud Pharma-Nave Bellver, que ha reunido a varios niños prodigio y a leyendas del ajedrez, entre las que destaca el peruano Julio Granda, el ajedrecista latinoamericano más importante durante varias décadas. Es una competición muy distinta a las habituales, organizada por los ajedrecistas españoles David Martínez y Pepe Cuenca, con el apoyo del argentino Mariano Sigman, un referente en el mundo de la neurociencia.

En la partida decisiva, Faustino Oro se enfrentaba al cubano Omar Almeida. Fue la única lucha sin demasiada tensión para el chico hasta la fecha, porque el empate le valía para asegurar su norma y por una vez no quiso arriesgar, pese a que tenía aún dos partidas como colchón. Conseguir un resultado así con dos juegos pendientes es otra cosa casi insólita en los tableros. Ahora intentará lograr también el primer puesto.

Retirada y controversia

Este pasado martes, las partidas y el logro de Fausti se han visto empañados por dos circunstancias poco afortunadas. Por un lado, se retiró de la competición la maestra china Lu Miaoyi, que alegó problemas de salud. Lu, de quince años, había demostrado una agresividad capaz de asustar a sus rivales, a varios de los cuales tuvo contra las cuerdas, pero luego se desinflaba en la última hora de partida. Sus problemas deberían ser temporales.

Más grave era el ambiente creado en torno al torneo por un grupo de agitadores que acusaban a jugadores y organización de haberse confabulado para amañar las partidas y regalarle el título de gran maestro a Faustino Oro. Nadie se toma en serio algo así. El pibe lleva brillando más de dos años al más alto nivel y ha mejorado su Elo casi en cada torneo jugado, en al menos tres continentes distintos. No obstante, Martínez y Sigman y varios grandes maestros quisieron atajar las acusaciones y amenazan con acciones legales contra alguno de los haters.

«Duelen mucho estos comentarios», afirmaba Pepe Cuenca en el confesionario, nada más empezar su partida de este pasado martes. En dicha sala, alejada de la de juego, los competidores cuentan cómo ven sus partidas en directo. El gran maestro andaluz aprovechó para hablar del asunto, quitárselo de la cabeza y poder concentrarse en la partida.

«Fue un poco el colmo», añadió. «En Facebook hay cientos de comentarios de mucha gente que no está bien. Uno decía que amañamos el torneo y el día después me estaba pidiendo un vídeo de cumpleaños para su sobrino. ¿Estás bien de la cabeza? Disfrutemos que está ocurriendo algo fantástico y es alguien de los nuestros», decía Cuenca.

«Yo creo que es gente que no ha movido el culo del sofá en su vida, sinceramente. No sabéis lo que cuesta llegar a ser gran maestro, las horas que hay que dedicarle, los viajes que hay que hacer, la cantidad de hostales de mierda a los que hay que ir cuando uno está empezando, el esfuerzo económico que conlleva, de los padres, de la familia…».

David Martínez, que calificó los comentarios en las redes como «repugnantes», iba aún más lejos: «El torneo ha explotado en viralidad. Fausti está haciendo algo histórico y hay gente que tiene una forma de ver la vida muy tóxica y absurda. El problema es que ya no son tres. Son muchísimos. Hemos estado callados, pero dicen cosas muy muy fuertes y vamos a responder. Hay gente incluso que tiene escuelas de ajedrez, en el barrio de Chamartín, y si hubiera que tomar acciones, se van a tomar, porque son acusaciones gravísimas. Quiero que sea público y señalar los nombres, los que los tienen, opara que la gente sepa qué tipo de profesor tienes en un momento dado».

Mariano Sigman, como experto en las cosas del cerebro, trataba de aportar el pequeño lado racional de la polémica: «Cuando pasan cosas tan extraordinarias, la gente se queda tan descolocada que sale lo mejor y lo peor de la condición humana. Esto es tan incomprensible que hay gente que se vuelve loca. No podemos dejarnos contaminar. Estamos viendo algo histórico. Algún día Mozart dio su primer concierto y alguien lo vio. Y alguien vio a Nadia Comaneci por primera vez. Nosotros tenemos la sensación de estar en ese primer lugar, como cuando Messi marcó su primer gol y aún no sabíamos que sería algo tan extraordinario».

Otro gran maestro y también víctima de Faustino en el tablero, Alan Pichot, remataba con una reflexión: «La gente que dice eso debería hacer un ejercicio bastante simple, pensar que hacían ellos a los 11 años. Quizá descubrir la cura contra el cáncer o quizá jugar a la playstation. Hablan con envidia, porque no podían hacer lo que él sí puede hacer. Es envidia o rencor».