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Paul Thomas Anderson: «Soy el tonto que cada mañana se da de cabezazos contra la pared pensando que todo irá a mejor»

Paul Thomas Anderson (Los Ángeles, 1970) ha vuelto. Con todo lo que eso significa. Una batalla tras otra parece la producción destinada a convertirle en el hombre de la temporada. Basada en el libro de Thomas Pynchon Vineland, la película protagonizada por Leonardo DiCaprio emerge de la pantalla como el más frenético de sus trabajos y a la vez el más político; el más divertido y el más cruel; el más ortodoxo y el más inclasificable. Se cuenta la historia de un viejo terrorista revolucionario de los años 60 (DiCaprio) que en los 80 vive retirado con su hija (la recién llegada Chase Infiniti) hasta que las cosas empiezan a torcerse y el pasado regresa en la forma de un policía violento y paranoico (Sean Penn). De repente, los viejos problemas son los nuevos y los fascismos de antes son los de ahora. Distante, dubitativo, con la cámara apagada, el director atiende a un grupo de medios desde el otro lado del zoom muy concienciado de que no es el momento para las declaraciones altisonantes. Es la hora de la película del año.

Vamos a ver si lo digo bien. La película adapta un libro publicado en los años 90 que recrea unos hechos de los 80 sobre un par de movimientos revolucionarios de los 60. Pero al final, se acaba hablando de la inmigración como consecuencia quizá de todas las todas las crisis que vivimos hoy ahora mismo…
Correcto.
¿Diría que estamos viviendo en un bucle temporal? Es como s nada hubiera cambiado y el pasado fuera exactamente idéntico al presente.
Sí, así es. Por desgracia, eso es exactamente lo que parece. Hay una línea de la propia película que resume bastante bien la situación. Uno de los personajes, de nombre Perfidia, tras el lapsus de tiempo de 16 años dice: «Después de todo este tiempo, el mundo ha cambiado muy poco». Lo cierto es que la ficción vive de hacernos creer que el tiempo lo modifica todo, lo cambia todo, y no es así. No es realista pensar que el tiempo modifica el modo cómo se comporta el ser humano. Si somos realistas, tenemos que admitir que de los 60 a ahora el mundo ha cambiado muy poco. Los deseos y las inquietudes son siempre las mismas. Es más, a todos nos gusta pensar que las cosas mejoran, que el mundo va a mejor, que la flecha de la historia va hacia adelante… Pero no es así, los cambios son extremadamente pequeños. Pese a nuestro hambre de cambio y nuestra impaciencia, somos bastante egoístas. El resumen sería: más de lo mismo, un día diferente.
Sin embargo, y sin reventar nada, la película tiene una resolución algo, no diremos mucho, esperanzadora. ¿Tiene esperanza en el futuro de su país, de Estados Unidos?
Me alegra que alguien haya notado que hay un mensaje de esperanza en la película. Confieso que mi miedo es pensar que la gente crea que Una batalla tras otra es otra vez una historia sobre lo mal que lo estamos pasando. La historia que se cuenta, pese a todo, plantea una esperanza. Diré más, soy un tipo que tiene esperanza por la sencilla razón de que tengo hijos. Es la esperanza la que te saca de la cama cada mañana. Es la esperanza la que hace que te emociones cuando ves a tus críos. Tener esperanza por mal que vayan las cosas no es una opción, es una obligación, un acto de responsabilidad con el presente y con el futuro de tus hijos. Imagino que soy el tonto que cada mañana se da de cabezazos contra la pared pensando que todo irá a mejor.
Las dos organizaciones terroristas que aparecen en la película, una de extrema izquierda y la otra supremacista de extrema derecha ¿tienen algún correlato con la realidad? ¿en qué organizaciones se basan?
Una de ellas está claramente inspirada en las organizaciones de los años sesenta. Pienso en Weather Underground o las Panteras Negras. Fueron grupos que tan rápido como emergieron, se dispersaron y quedaron a la deriva. O se les permitió seguir adelante con el resto de sus vidas, o murieron o acabaron en la cárcel. El otro grupo, The Christmas Adventurers, surgió cuando estaba investigando para otra de mis películas, The Master. Me encontré con una grupo que se hacían llamar Mankind United (Humanidad Unida) con una especie de manifiesto vagamente antisemita. Muy resumido eran unos tipos que predicaban una utopía que exigía que los demás hicieran por la humanidad lo que ellos básicamente no estaban dispuestos a hacer por los demás. Es un buen modelo que representa a todos aquellos que no practican lo que predican. Y de esos tenemos ahora muchos ejemplos.

El ser humano es tan egoísta que siempre está convencido de estar viviendo algo que nadie antes ha vivido

La película provoca una rara sensación se diría que contradictoria. Es una de las más ágiles y entretenidas de toda su carrera, y a la vez se ocupa del argumento, la inmigración, más urgente y que alimenta todos los discursos reaccionarios tanto en su país como el resto del mundo. ¿Está moralmente permitido disfrutar con algo tan serio?
La idea era hacer sentir al espectador que no estaba en una película política o, política en el sentido tradicional. La entrada en la narración no puede ser esa. Y por ello, todo el empeño era hipnotizar a la audiencia y decirle claramente: «Esto no es una película política». El modo correcto de abordar Una batalla tras otra es como un cinta de acción, o como la lucha de un padre por encontrar a su hija. Desde este punto de vista, es una película familiar incluso. Los temas de fondo van por detrás, como decorado incluso. La única manera de abordar un argumento, el que sea, por muy político que se pretenda, es desde el humor, desde la emoción, desde la humanidad de los personajes.
Pero el cine político es un género en sí mismo…
Sí. A veces veo películas y no sé qué pensar. Pondré un ejemplo y no quiero que se malinterprete. No quiero hablar mal de una película como Rojos, una película política, por la sencilla razón de que la amo. Y diré que es una de mis favoritas de todos los tiempos. Pero toda la parte que explica la Revolución Rusa y la situación política de entonces lo único que consigue es que el espectador desconecte. Yo me desconecto. Pero luego está la historia de amor entre Warren Beatty y Diane Keaton y la escena en la que se encuentran en la estación de tren. Todo eso es maravilloso. Es imposible no enamorarse de esa historia porque te involucras de forma muy íntima y es sencillamente un relato sin fronteras que hierve en la memoria de cualquier espectador del mundo. Lo otro, la parte política, cobra sentido a partir de ahí, no al revés. Y eso es exactamente lo que he intentado. ¿Se puede disfrutar de un argumento serio?, era la pregunta. Claro que sí, esa es la esencia del cine.
Sea como sea, su película es una película de época que evoca el presente, decíamos. ¿Hasta qué punto es necesario volver al pasado para arreglar lo que está mal en el presente? O de otro modo, ¿tienen los años 60, la década de la esperanza, algo que enseñarnos hoy?
El ser humano es tan egoísta que siempre está convencido de estar viviendo algo que nadie antes ha vivido. No es así. Basta con algo tan sencillo como abrir un libro de historia. Muchas veces cuando veo lo que pasa, la reacción es la misma: ¿de verdad somos tan poco originales? La sensación es la de estar viendo una película que sabes perfectamente cómo termina. El personaje de Benicio del Toro tiene una buena frase en la película al respecto. DiCaprio le dice «Siento mucho haber traído todo esto a tu puerta» cuando le involucra en todos sus problemas. Benicio le mira y le contesta: «Tío, hemos estado sembrando semillas de lo que nos pasa ahora durante cientos de años. Tú no hiciste nada malo. No te pongas jodidamente egoísta». Creo que eso resume en dónde nos hemos metido.
Por volver a lo del cine de acción que comentaba antes. La música de Jonny Greenwood (Radiohead) es exactamente la contraria a la que nos tiene acostumbrado el cine del género…
Exactamente. Tradicionalmente este género requiere músicas muy elaboradas. La música es el diálogo de una escena sin diálogos. La nuestra, en cambio, es bastante simple y repetitiva. Y eso contribuye a una tensión general. Solo le dije a Jonny que pensaba que necesitábamos algo percusivo, muy rítmico. El resultado, después de trabajarlo mucho y escuchar muchas pruebas una y otra vez sobre el propio set de rodaje, pone bastante nervioso y ansioso al público. Y eso es especialmente importante en la secuencia central que dura casi 30 minutos. Tenía que ser algo repetitivo, pero sin resultar irritante.
P. Por último, no deja de ser curioso que en un reparto plagado de estrellas y con un Leonardo DiCaprio omnipresente, una de las que más luzca sea la recién llegada Chase Infiniti.
Cuenta como milagro de hecho. La primera vez que pensamos hacer esta película fue hace siete u ocho años. Pero entonces no encontramos a nadie. De repente, retomamos el proyecto, se alinearon los astros y surgió una chica de Indianapolis perfecta. Sin querer ponerme muy sentimental, siento que la película ha estado esperando todo este tiempo a que apareciera ella.