Español

Europa se pasea en un arranque histórico de la Ryder Cup

Para los americanos no ha sido ni el resultado ni el ambiente esperado. Europa se llevó un primer día histórico de la Ryder Cup en Nueva York. Un 1-3 que empezó Jon Rahm, encargado de inaugurar la cuadragésimo quinta edición pasados 10 minutos de las 7 de la mañana, hora local neoyorquina. Las gradas del hoyo 1 y 18 recibieron con un severo abucheo al golfista español, que arrancó nervioso. «Estaba muy nervioso, del 1 al 10, un 10, sabiendo la importancia del primer partido y lo intenso que es ese primer tee», comentaba a pie del green del 15, donde tres horas más tarde de su salida logró finiquitar su partido junto a Tyrrell Hatton por 4 y 3 frente a una de las parejas más icónicas y mediáticas de las barras y estrellas, Bryson DeChambeau y Justin Thomas.

Rahm y Hatton empezarían perdiendo el hoyo uno, el único de la mañana, y terminaron abriendo el camino de un día glorioso para el equipo de Luke Donald, un parcial de 1-3 en los foursomes (golpes alternos), un resultado histórico para un equipo visitante en campo contrario. Pero Europa se impuso en más que eso: se terminó escuchando más a los grupos de aficionados europeos que a la masa local, atascada en el «U-S-A» y otros aislados arranques patrióticos. No quedaron ganas ni ingenio para siquiera presionar al equipo rival. «Al principio era mucho ruido, pero llega un punto que te acostumbras, es parte de la Ryder, es lo que se espera», explicaba Rahm.

Una vez que la pareja hispanoinglesa se quitó la presión inicial, fluyó el juego de uno de los equipos más sólidos en este formato de golpes alternos. Con la de este viernes, Rahm acumula cinco de cinco victorias en foursome en las cuatro Ryders que lleva disputadas. «Al principio no hemos jugado nuestro mejor golf, pero hemos sobrevivido y a partir del hoyo 6 hemos jugado muy bien».

Ludvig Aberg y Matt Fitzpatrick dieron un soberano correctivo ganando al número uno Scottie Scheffler, acompañado de su amigo Russell Henley. Los europeos llegaron a acumular -6 en 12 hoyos sin cometer fallo alguno y ganaron por 5 y 3.

Aún más doloroso fue el triunfo de Rory McIlroy y Tommy Fleetwood, ganando 5 y 4 a Collin Morikawa, cuyo juego no existió, y Harris English, en una también alarmante baja forma en las últimas semanas. El experimento le explotó en las manos a Keegan Bradley, aunque Xander Schauffele y Patrick Cantlay le salvaron en el último momento con el único punto americano de la mañana. Llegaron a estar 3 arriba en 11 hoyos, pero jugaron los dos últimos empatados; no estuvo muy fino el escocés Robert MacIntyre en el tramo final y junto a Viktor Hovland cayeron por dos abajo.

Antes despertaron los gritos patrióticos y la grada del uno se arrancó con el himno americano con la llegada de Donald Trump. De pronto, Bethpage se transformó en un campo de golf tomado por la policía y los servicios secretos. Los agentes establecieron un protocolo de seguridad donde revisaban cada objetivo de cada cámara, el interior de cada gorra de los espectadores e incluso el dorso de los cinturones. El Air Force One sobrevoló el green del 18 pasadas las 11 de la mañana, enloqueciendo al público americano, huérfano de revulsivos. Trump podía serlo.

El presidente se saltó los protocolos de seguridad y salió de la mampara blindada para darle ánimos a su amigo Bryson DeChambeau. Con el apoyo presidencial en el hoyo 1, siendo la primera vez que un presidente en activo acude a una Ryder, comenzaron los partidos de fourballs (mejor bola), donde Rahm, junto al austriaco Sepp Straka, se medirá al número uno Scottie Scheffler y al jugador revelación de la temporada J.J. Spaun. Difícil reto vespertino para los americanos.

Es la primera vez en la historia de la competición que un equipo gana tres partidos por una diferencia de al menos cuatro hoyos, y el mejor comienzo europeo en Estados Unidos en la historia de la competición.