Alejandra Pérez podría seguir trabajando en la tienda que abrió en La Coruña. O estar al frente de cualquier despacho con sus estudios de Administración y Dirección de Empresa. En vez de una vida rutinaria, sin embargo, eligió ser alguien distinto cada día. Alejandra es Anhyra, una de las grandes referentes del circuito nacional del cosplay. La cara -camaleónica, eso sí- del micronicho de la creatividad hecha disfraz. O, si prefiere, la prueba de que es posible dedicarse a la caracterización de personajes de videojuegos u otros iconos pop y poder pagar las facturas.
«En España es un sector que todavía no está muy desarrollado. Yo trabajo principalmente para el extranjero. Acabo de estar haciéndolo para una empresa noruega y para otras de Reino Unido o Alemania. Allí sí que hay más industria y se paga más», explica sobre una profesión en la que se mezclan la moda do it yourself, el fetichismo y la audacia emprendedora. «Me contratan para hacer promoción en redes sociales o como resultado final de una campaña de marketing», añade enfundada en el diseño hecho a mano e inspirado en la Santa Compaña que ha paseado por San Diego Comic-Con Málaga.
La gallega y sus colegas Geheichou y Yaya Han -la superestrella cosplayer mundial- han presidido el jurado del primer concurso del género en el macroevento malagueño. Una pasarela de moda alternativa, por fantástica, en la que fue posible encontrar a la semidiosa alada Dame Aylin junto a Blancanieves o a un chamán con una máscara cadavérica. Y donde la palabra disfraz está terminantemente prohibida.
«¿Cuántas perlas lleva? Compré paquetitos de 1.000 y gasté varios», confiesa Violet, con peluca blanca de afrancesada del siglo XVIII y flamante ganadora del Premio del Jurado (dotado con 1.000 euros). «Lo que me he gastado no he querido calcularlo, porque me deprimo…», admitió ante la carcajada de los cientos de aficionados presentes en el Hall M.
«A mí esta armadura me costó hacerla todo el confinamiento», se atrevió a revelar otra concursante sobre su inversión, en este caso en tiempo. Trajes de Goma Eva, escudos forrados de vinilo con efecto cromado y falsos cascos de guerrero japonés fascinaron al público, que ve el cosplay no como un pasatiempo, sino como un estilo de vida. Basta darse una vuelta estos días por la convención para comprobar que lo de vestirse con un diseño comprado es cosa de boomers.
Por cierto: mayoría de participantes femeninas en un desfile que por momentos recordó a un talent show televisivo. Sólo que sin jurado faltón. Anhyra, que tiene más de 10 años de experiencia en lo de meterse en el pellejo de látex de otros, se dio a conocer como Crisanta, un personaje del juego de mesa Blasphemous y ha ganado premios internacionales como el de Mejor Armadura en Blizzcon 2021. Ha colaborado con gigantes del gaming como Activision Blizzard y PlayStation.
«Soy muy fan de Guillermo del Toro. Me encantan sus películas y el diseño del Ángel de la Muerte de Hellboy directamente me aluciona. Lo tengo ahí como idea para hacerlo algún día, cuando tenga tiempo y más espacio, porque vivo en una casa pequeña… ¿Dónde guardo los trajes? En una especie de almacén, pero son muy voluminosos y ya casi no me caben», explicaba Anhyra, que se reinventa cada día.
