Gloria Estefan, la reina noventera de la canción latina, no tiene mitificados los años en que viajaba rapidísimo por las listas de éxitos de todo el mundo. Mi tierra fue, en el 93, disco de diamante en España. Su voz está en el hilo musical de una década frenética, cuya estética sigue imantando a pesar de haber transcurrido tanto tiempo. «De los 90 echo de menos que Emily era una bebé. Disfruté tanto de tener a esa bebé en brazos. Mi hijo ya tenía 14. Fue una época muy bonita», dice. «Siempre miramos hacia atrás con nostalgia. Sentimos más alegría y cariño hacia el pasado que cuando vivíamos ese pasado. Lo cierto es que en los 80 mucha gente moría de sida. Y en los 90, una época muy divertida, había mucha gente muy desubicada», reflexiona.
Además de presentar Raíces – «un álbum que cierra muchos círculos: regreso al idioma de mi corazón y marca una vida de amor con Emilio [su productor, con quien llevaba casada desde hace 50 años]»-, Gloria Estefan visita Madrid como embajadora del Nuevo Miami que las instituciones quieren instalar en la ciudad como reacción a la refutación de la Hispanidad por algunos movimientos de izquierdas. Gloria Estefan cantó en plaza de España contratada por la Comunidad de Madrid. Es la artista que lidera el festival latino que acompaña la festividad del 12 de octubre. «Se vive muy rico en Madrid», bendice el nuevo estatus. «Tiene un atmósfera increíble. La comida es espectacular. Quienes llegan aquí pueden hablar en su idioma. Aunque cada país de habla hispana tenga sus diferencias, compartimos ese amor por la familia, la música o la gastronomía. Se siento muy a gusto estar aquí».
Gloria Estefan tiene una bata con las iniciales CQ bordadas. «Me la regalaron mis hijos». Son las iniciales del título nobiliario más sandunguero de la historia: Conga Queen. «Mucha gente me identifica con la conga. Es una expresión de alegría y felicidad». Institucionalizó la conga cuando al principio de los tiempos hacía bolos por las bodas o en Los Quince mexicanos. «Cuando nosotros tocábamos esa conga al final de las fiestas familiares -siempre la dejábamos para el final- los zapatos de la gente salían volando. Era un baile de comunión. Todo el mundo se hacía parte en esa línea de conga. Es casi una celebración ritualística. En las calles de Cuba y Brasil la gente salía tocando las sartenes. Todo el mundo arrollaba por la calle en total felicidad y alegría», comenta.
Gloria Estefan llegó a Miami cuando tenía dos años. La familia, una familia compuesta por músicos, escapó de la dictadura comunista de Cuba. Ahora, cuando ya va de vuelta del éxito y ha construido una vida muy diferente de la que habría tenido si su familia hubiera decidido quedarse, busca algunos ecos en la situación política de Estados Unidos. Trump le da miedo. No hay ningúna metáfora. «Sí, me da miedo», subraya. «No sólo él, sino todo lo que está pasando en mi país. No me da miedo él como persona sino las libertades que se están aplastando. Corrompen la separación de poderes, unas de las cosas que hace grande a nuestro país. Ignoran las leyes. Militarizan ciudades sin necesidad alguna. Todas estas cosas me asustan».
La vergüenza de Gloria Estefan
La diáspora cubana también tiene parte de culpa. «La situación de Cuba se va a revertir por los cubanos que están ahí. Cometieron un error en irse tantas personas de Cuba, pensando que iban a regresar en poco tiempo. Aún sigue Cuba bajo ese régimen brutal. Los cubanos son los que tiene que sacar a ese régimen, pero es difícil: no van a invadir el país. Las guerras son difíciles. Y cuando los jóvenes piden libertad o comida, llega el régimen y se los llevan, desaparecen. El pueblo, claro, se asusta. Tenemos que prevenir que este tipo de cosas acaben pasando en nuestros países».
En toda su carrera musical, que comenzó con Miami Sound Machine, el grupo al que le ofreció entrar con 17 años el hombre que acabaría siendo su marido, solo se arrepiente de una cosa. «Me habría gustado aprender más pronto a conectar directamente con mi público». En el escenario, Gloria Estefan procuraba no mirar a nadie a los ojos: le daba vergüenza. «Al principio no me gustaba ser el centro de atracción. Imagínate lo que tuve que trabajar en mí para sentirme bien en un escenario. Miraba por encima de las cabezas porque me ponía muy nerviosa. Me habría encantado aprender mucho más pronto. De nada más me arrepiento. Ha sido una bendición».
Gloria Estefan estudiaba Psicología y Comunicación cuando empezó a verle color a la música. Ahora, la cantante que necesitaba terapia, es la terapeuta. «Uso mi psicología en masa más que de uno en uno. Pienso mucho en qué van a sentir las personas en cada canción. Si los va a hacer más fuertes. Dar ideas positivas. Les va a hacer llorar. Expresarse a otra persona con palabras. En este disco hay una canción dedicada a mi nieto. La compuse después del vacío que sentí cuando se fue de casa tras pasar varios días conmigo. Estaba deseando grabarla. Hay pocas canciones que una madre le haya escrito a un hijo. Me dije: ‘Ojalá que un día una madre pueda bailar esta canción con su hijo en una boda’. Y va a pasar».
