Israel no está precisamente contento con Benjamin Netanyahu. Lo que resultaba una obviedad tras años de manifestaciones en su contra toma más fuerza con las conclusiones de un reciente estudio sociológico elaborado por el Instituto de Democracia de Israel.
La sociedad israelí no olvida los «cinco principios» que exigió Netanyahu en agosto para poner fin a la guerra en Gaza. Sus bases eran el regreso de los rehenes, el control de la seguridad en Gaza, la desmilitarización de la Franja, el desarme de Hamás y el establecimiento de una administración civil allí sin rastro de la organización terrorista ni de la Autoridad Palestina.
Cinco meses después, y con un alto el fuego siempre endeble pero en vigor, Netanyahu solo ‘aprueba’ el primero de esos puntos. Para un 72% de los encuestados ese objetivo se ha cumplido de forma ‘bastante grande’ o ‘muy grande’, frente a un escaso 23’5% de críticos.
El tono de las respuestas varía radicalmente en las otras cuestiones. Casi dos tercios niegan que se haya logrado el objetivo de ‘asegurar’ Gaza, porcentaje que sube al 69% en la reticencia a que la Franja esté desmilitarizada. Aún mayor es el descontento en torno a Hamás. El 74%, prácticamente tres de cada cuatro encuestados, no da por real el desarme de Hamás ni la aparición a día de hoy de una administración civil independiente.
Por afinidad ideológica, son los votantes considerados de derechas —sus principales seguidores— los que le dan las mejores notas, con una visión más crítica a la izquierda y especialmente entre los centristas.
La potencial anexión de Cisjordania y otros territorios abre el contraste de opiniones. Este histórico anhelo de la administración Netanyahu y del sionismo, ahora frenado por la negativa de EEUU, sería la solución ideal para el 35% de los encuestados, frente al 33% que aboga por negociar y un 18% que prefiere mantener la situación actual.
Esta muestra, no obstante, presenta grandes contrastes en la segmentación entre judíos y árabes. Los primeros se inclinan algo más por la anexión, mientras los árabes se decantan por negociar un futuro entre todas las partes.
Sobre el papel del gran aliado de Netanyahu, Donald Trump, la sociedad evidencia su confianza. Para un 44% del total, EEUU tiene más peso en las cuestiones de seguridad nacional, mientras que un 28% cree que tienen la misma relevancia los mandatos de Trump que los de Netanyahu. Sólo un 23% ve más poderoso al primer ministro hebreo.
De hecho, los votantes de derechas admiten en un 67’5% que para Trump la seguridad de Israel es un asunto prioritario. Los centristas se quedan en el 58%, mientras que uno de cada dos encuestados de izquierdas los de izquierdas, alejados de la ideología de ambos gobiernos, admiten la gran preocupación de EEUU.
