La Agencia Internacional de Energía (AIE) insta a aplicar las “lecciones aprendidas” del histórico apagón ibérico del pasado 28 de abril, que atribuye a “una rápida secuencia de fallos técnicos” y a errores de regulación.
El organismo que dirige el turco Fatih Birol, adscrito a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el club de países desarrollados del que forma parte España, ha incluido en su World Energy Outlook 2025, publicado este miércoles, un capítulo específico sobre este incidente, que afectó a más de 50 millones de personas en España, Portugal y el sur de Francia, en el peor suceso de este tipo en Europa en décadas.
Según la AIE, “el incidente demuestra que la seguridad eléctrica en los sistemas eléctricos modernos depende no solo de la generación, sino también de la calidad del funcionamiento de la red y del comportamiento de todos los activos conectados”.
“Esto pone de relieve la necesidad de normas aplicables que exijan a todos los generadores apoyar el sistema durante las emergencias y desconectarse solo si se superan los umbrales claramente definidos”.
Una de las claves del apagón fueron los incumplimientos en el control de tensión en España, una materia hasta ahora reservada a la generación tradicional cuya regulación es responsabilidad de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). El organismo regulador, que hace años reconoció que esta normativa está “obsoleta”, no ha actualizado el control de tensión hasta el pasado junio (tras el apagón), lo que permitirá participar en este servicio a las renovables, algo que en Portugal se hace desde 2020, aunque la normativa no va a estar en vigor hasta el año que viene.
El informe de la AIE recuerda que, según el informe factual que ENTSO-E, la asociación de transportistas europeos, publicó en octubre, el apagón ibérico “fue desencadenado por una rápida secuencia de fallos técnicos” tras volverse el sistema eléctrico en los minutos previos al apagón “inestable, con oscilaciones inusuales en la tensión y los flujos de energía”.
A esta inestabilidad le siguió un fuerte aumento de la tensión, “ya que los generadores que habían estado absorbiendo energía reactiva se apagaron por error debido a los sistemas de protección, a pesar de que los niveles de voltaje aún no habían superado los umbrales definidos por la normativa”.
A medida que más plantas se desconectaban, la tensión fue aumentando todavía más, “lo que provocó una cascada de apagones adicionales”, y cientos de megavatios (MW) de fuentes distribuidas más pequeñas se desconectaron inesperadamente, “lo que dificultó aún más la respuesta de los operadores del sistema”. “Finalmente, el sistema ibérico se desconectó del resto de Europa y los sistemas automáticos de seguridad no pudieron evitar un colapso total”.
Según la AIE, ante este tipo de sucesos “la preparación sigue siendo esencial”. “La mayor atención internacional que ha suscitado el apagón brinda la oportunidad de revisar algunos elementos comunes de la seguridad y la resiliencia del suministro eléctrico a medida que evolucionan los sistemas eléctricos”.
“En primer lugar, es fundamental contar con una infraestructura de red sólida, que incluya redes robustas e interconexiones regionales, ya que constituye la columna vertebral para un funcionamiento seguro”.
“En segundo lugar, la flexibilidad del sistema eléctrico es esencial para equilibrar la oferta y la demanda, lo que incluye la respuesta de la demanda, el almacenamiento y el mantenimiento de la generación despachable, así como medidas para garantizar que los mercados valoren adecuadamente estos servicios”.
“En tercer lugar, se necesitan soluciones técnicas, tales como condensadores síncronos o baterías equipadas con inversores formadores de red, para apoyar la estabilidad del sistema a medida que evoluciona la combinación de generación”.
“En cuarto lugar, es crucial adaptar los marcos operativos a medida que se transforman los sistemas eléctricos, actualizando los códigos de red, los requisitos de reserva, los mecanismos de equilibrio y las estructuras reguladoras para mantenerse al día con los nuevos retos y tecnologías”.
Tres escenarios
El informe de la AIE abarca tres escenarios principales de prospectiva para los próximos años: el Escenario de Políticas Vigentes (CPS, por sus siglas en inglés), el Escenario de Políticas Declaradas (STEPS) y el Escenario de Cero Emisiones Netas para 2050 (NZE).
Mientras que en el CPS la demanda de petróleo y gas natural continuaría creciendo hasta 2050, en el escenario STEPS, el consumo de petróleo y carbón alcanzaría su punto máximo en 2030 o antes, con las renovables continuando su rápida expansión, pese a que Estados Unidos instalaría en 2035 un 30% menos de lo que estimaba el anterior informe de la AIE hace un año. En los tres escenarios las energías renovables crecen más rápido que ninguna otra fuente de energía importante.
“Después de más de dos décadas de estancamiento”, la energía nuclear apunta a un “regreso” con más de 40 país incluyendo a esta fuente en sus estrategias o dando “pasos” para desarrollar nuevos proyectos, con más de 70 gigavatios de nueva capacidad en construcción, “uno de los niveles más altos de los últimos 30 años”.
En parte, para alimentar la demanda de la inteligencia artificial, con la inversión en centros de datos situándose este año en 580.000 millones de dólares, cerca de la mitad del PIB de España, y la demanda de estas instalaciones triplicándose en 2035, cuando representará menos del 10% del consumo eléctrico mundial, aunque “altamente concentrada geográficamente”, con más del 85% de nueva capacidad implantada en la última década en Estados Unidos, China y la UE, suponiendo “presión adicional para las redes congestionadas”.
