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Alcaraz se quita de encima un día incómodo y ya está en cuartos de final del US Open

Un chispazo. Otro chispazo. Avanza Carlos Alcaraz en el US Open espoleado por su propio cuerpo: si un partido se ralentiza, si acumula tiempo en pista, un músculo se queja y le obliga a acelerar. Ocurrió en tercera ronda ante Luciano Darderi. Ocurrió también este domingo en octavos de final ante Arthur Rinderknech. Mediado el segundo set, sufrió un susto, una molestia, un dolor sútil en su cuádriceps izquierdo, y en ese preciso momento se acabó el partido. Hasta entonces no había disfrutado de una sola opción de rotura, justo después logró el primer ‘break’ y se abalanzó sobre un triunfo que lució un 7-6(3), 6-3 y 6-4. Fue sólo un aviso, nada más, pero ahí queda.

En cuartos de final, el martes, le tocará Jiri Lehecka, otro excelente sacador, y ahora ya sabe que deberá pelear contra él y contra su cansancio. A lo largo del Grand Slam, mientras aumenta el nivel de los rivales, el español ha ido perdiendo un punto de frescura. Tampoco es preocupante, su ventaja sigue siendo considerable, pero las piernas empiezan a pesar. Son muchos partidos esta temporada, muchos torneos.

Ante Rinderknech le costó arrancar. Hasta el chispazo de su pierna izquierda, estuvo incómodo al resto y desafinado al saque -47% de primeros en el primer set-. Luego todo cambió. A partir del susto, su tenis fue distinto, más agresivo, recuperó su derecha más letal, mejoró en el servicio. Acabó con 36 ganadores y sólo 11 errores no forzados. Fue uno de esos partidos que Alcaraz supera, pero no disfruta del todo. La potencia en el saque de su rival reducía los intercambios y no había lugar para mucho espectáculo, tan sólo la necesidad de mantener la concentración a toda costa. Un error le podía costar un set. Y multiplicar su fatiga.

Tampoco el ambiente ayudaba. Nuevamente en horario matutino en Nueva York, el público estadounidense volvió a llenar la Arthur Ashe para verle, pero se quedó frío con el bombardeo de Rinderknech. De hecho, la mayoría de aficionados sólo recordarán un puñado de puntos ganadores de Alcaraz. Como aquel por detrás de la espalda con la que ganó un intercambio en los primeros minutos. O aquel otro pasante cruzado a la carrera con el que construyó la rotura que le otorgó el tercer set.

«A veces entreno estos golpes, no voy a mentir. No es que haga muchas repeticiones de golpes así, pero ya las intento durante el entrenamiento. Si tengo la oportunidad de hacerlas durante un partido, ¿Por qué no? A la gente le gusta este tipo de tenis y a mí me gusta», comenta Alcaraz tras el encuentro en el que reconocía las dificultades iniciales: «Al principio estabamos muy igualados, los dos teníamos problemas porque no hemos conseguido puntos de break y llevabamos malos porcentajes. Pero he intentado mantener el ritmo para construirme las oporunidades necesarias para ganar. Y lo he conseguido a partir del segundo set».