Hace sólo 20 minutos que terminaron las semifinales del US Open y, en la fachada de la Domino Sugar Refinery, una antigua fábrica en Brooklyn, ya se proyecta un videomapping gigante: a un lado, Jannik Sinner; al otro, Carlos Alcaraz; y, en medio, el logo de Nike y su lema «Just Do It». Desde la bahía de Manhattan, al otro lado del puente de Williamsburg, cualquiera puede verlo, deleitarse y asombrarse con la rapidez con la que la marca estadounidense viste un edificio de 80 metros de altura. ¿Cómo lo han hecho tan rápido? Lo esperaban. Todo el mundo lo esperaba.
Este domingo (20.00 horas, Movistar), otra final de Grand Slam entre Sinner y Alcaraz: la tercera consecutiva esta temporada, la sexta en el último año si se cuentan otros torneos. Su rivalidad ha crecido hasta convertirse en Historia y ha dado la vuelta al mundo para regresar al lugar donde empezó. En los cuartos de final del US Open 2022, el español venció en la pista Arthur Ashe tras más de cinco horas, en un encuentro que acabó a las 2:52 de la madrugada: fueron los fuegos artificiales que inauguraron la nueva era. «Nuestra rivalidad comenzó aquí hace tres años, aquel fue un partido maravilloso. Pero ahora somos dos jugadores distintos, con un tenis diferente y una mentalidad diferente», recordaba Sinner, que espera un desenlace distinto al de aquel día.
Quedó demostrado en la final del último Wimbledon: los precedentes entre ellos cuentan lo justo. Alcaraz domina el cara a cara con nueve victorias y cinco derrotas, pero ni el apostador más osado confiaría en esa estadística. «¡Es mucho mejor que yo!», se lamentaba el español sobre la hierba del All England Club, y esa sensación persiste. Sinner puede considerarse favorito. Es el vencedor del último duelo, el vigente campeón del torneo y quien pondrá en juego el número uno del ranking ATP.
«Parece un flashback de 2022, porque entonces también podía alcanzar el número uno. Repasaré las notas de lo que hice bien y lo que hice mal en nuestros partidos para estar preparado en la final. Siempre lo hago. Pero no miraré solo la final de Wimbledon, también el resto de veces que nos enfrentamos», confesaba Alcaraz, que en las horas previas a la final del US Open tendrá faena. Si debe analizar lo ocurrido entre ambos, además de Wimbledon, deberá remontarse a su victoria en Roland Garros y, sobre todo, a sus enfrentamientos sobre pista dura. Por ejemplo, a la final que ganó en el último ATP 500 de Pekín y, por qué no, a la del Masters 1000 de Cincinnati. Allí Sinner apenas pudo competir, aquejado por un virus, y eso también tendrá su peso.
Porque la principal incógnita que rodea al italiano sigue siendo su propio cuerpo. «En los últimos dos años Jannik se ha centrado en su físico y ha mejorado mucho. No es un secreto, es evidente. Estas finales de Grand Slam son realmente exigentes y él ya puede jugar al 100% durante tres, cuatro o cinco horas. Es su mayor progreso», analizaba Alcaraz en positivo, y no le faltaba razón, pero en las últimas semanas han vuelto las dudas. Cuando no es el codo, es un virus y, si no, el abdomen.
En la semifinal del US Open ante Félix Auger-Aliassime entregó un set y estuvo cerca de hacer más concesiones por culpa de unos raros dolores. La solución fue un masaje y una visita al baño, pero no quedó claro si el problema estaba en el estómago, quizá por los nervios, o en el abdomen. «He sentido un pequeño tirón al sacar y, después del tratamiento, ha mejorado. No hay nada de lo que preocuparse», aseguró después, ya pasada la medianoche en Nueva York.
La ventaja de Alcaraz
Como ya sucedió en Roland Garros y en Wimbledon, Alcaraz partirá con esa ligera ventaja: jugó su semifinal antes, pudo acostarse a una hora razonable y disfrutó de una previa más amable. Este sábado, de hecho, el español fue el único que entrenó, unos 40 minutos al mediodía en la pista 1, mientras Sinner no apareció por las instalaciones de Flushing Meadows. En su sesión, el murciano peloteó con su hermano Álvaro y luego afinó su saque, que ya es su mayor arma. Tras el partido ante Novak Djokovic, la incógnita es si recuperará el feeling con algunos golpes, como la dejada, pero de su servicio hay pocas dudas.
Es un especialista, es muy difícil arrebatarle un break. De hecho apenas acumula dos en todo el torneo, uno de Luciano Darderi y el otro de Djokovic y por eso todavía no ha concedido ni un solo set. El último que llegó a la final con un currículo tan inmaculado fue Roger Federer hace justo 10 años, pero es que si Alcaraz supera a Sinner en tres sets será el primer tenista de la historia que gana el US Open sin ceder uno solo.
«Ese ha sido mi mayor progreso. Si Jannik ha mejorado en lo físico, yo he mejorado en la regularidad. He conseguido no tener altibajos durante los partidos, durante los torneos, incluso durante la temporada», se felicitaba Alcaraz antes de un nuevo capítulo de la nueva era. Él lo esperaba. Sinner lo esperaba. Todo el mundo lo esperaba.