Español

Alfonso Ussía y el periodismo: no hay que achantarse

«Mi padre también es escritor y periodista y fue de los pocos que no se achantó cuando ETA mató también a periodistas». Así describía Alfonso J. Ussía, también escritor, a su padre, el legendario columnista, periodista y escritor Alfonso Ussía, que ha fallecido este viernes a los 77 años escribiendo hasta casi el último momento, pues su vida siempre fue esto, el contar sin achantarse, como dijo su hijo. Él se describía tan simple, pero tan claro como «escritor, madrileño, andaluz, vasco y montañés de vocación».

Fue el último de aquellos que a principios de los años 90 (y hasta el día de su muerte) lideró el repaso que este país necesitaba. Fue en Telecinco, en el programa del mismo nombre, Este país necesita un repaso, junto a grandes nombres como José Luis Coll, Chumy Chúmez, Antonio Mingote, Antonio Burgos o Luis Sánchez Polack (Tip). Porque ese era Alfonso Ussía, el columnista que daba un repaso a todo lo que se encontraba en su camino, le trajese las polémicas que le trajese o provocando los ataques que provocase. Porque si hay algo que caracterizó a Alfonso Ussía es que nunca se mordió la lengua.

Segundo hijo del conde de los Gaitanes, su amor por la palabra le venía en el ADN, pues su abuelo materno fue el dramaturgo Pedro Muñoz Seca, autor de La venganza de don Mendo. Tal vez esa genética fue lo que le llevó a comenzar desde muy joven a escribir poesía satírica y a ser un completo autodidacta. Ildefonso María Ciriaco Cuadrato Ussía Muñoz Seca era su nombre completo. «En la familia Ussía, todos los hermanos, los 10, tenemos un primer nombre propio; luego viene el de María; luego por superstición todos nos llamamos Ciriaco (los Ussía que no se llaman Ciriaco mueren antes de cumplir los cinco años) y luego tenemos el más raro, el del santo del día; en mi caso, Cuadrato». Sátira y humor hasta para explicar su nombre.

Y es que aunque antes de la mili comenzó la carrera de Derecho y después a su regreso Ciencias de la Información, el periodista no terminó ninguna. Eran otros tiempos, cuando el talento valía más que un título.

Un talento que hizo que Torcuato Luca de Tena, director de aquel ABC, se fijara en un joven que escribía de vez en cuando en las revistas de Eugenio Suárez, también periodista y fundador de El Caso. Y a partir de ahí su vínculo con ABC fue un cordón umbilical que les unió para siempre. Aunque escribiría en otros medios como Diario 16 y Ya, sus columnas más destacadas y las que le dieron su lugar en el olimpo de los articulistas fueron en ABC.

«He tenido la suerte de no ser sólo un escritor español, sino un español que escribe», se describía a sí mismo la Pluma de Plata y Pluma de Oro del Club de la Escritura, dos de las innumerables distinciones que logró en su carrera. La última, hace solo unos meses, el Premio de Cultura 2025 de la Comunidad de Madrid, un galardón que el Gobierno regional concedió en reconocimiento a su amplia trayectoria, donde destacaba su firme defensa de los «valores y principios de la libertad».

Quienes conocieron a Alfonso Ussía y trabajaron con él destacaron siempre su sentido del humor y su brillante ironía, aunque, como afirmó la ex ministra Pilar del Castillo, precisamente durante la entrega de la Pluma de Oro en el año 2004, «también tiene la valentía de llamar al pan, pan y al vino, vino, cuando hace falta. Y a veces, desgraciadamente, hace mucha falta».

De hecho, Alfonso Ussía siempre se alzó como el adalid de «una literatura libre e independiente», hasta el punto de que llegó a calificarla como «una profesión de riesgo en España». Bien lo sabía, pues su punzante estilográfica era de las más alabadas, pero también de las más criticadas entre los rostros y los medios de izquierdas. Una de las últimas polémicas, precisamente, el Premio de la Cultura de la Comunidad de Madrid, criticado desde sectores de la izquierda por dárselo a Alfonso Ussía, al que consideraban incluso de extrema derecha por sus opiniones y por algunas de las columnas que escribió hasta el último día en El Debate, donde sus opiniones eran las más leídos del medio.

La realidad es que Alfonso Ussía, aunque participó en un libro promovido por Vox contra la Ley de la Memoria Democrática titulado Memoria histórica, amenaza para la paz en Europa, editado por el Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos del Parlamento Europeo, daba a diestro y siniestro sin importarle de dónde venía ni a dónde iba. Habitual era verle contestar a sus mayores detractores a través de sus redes sociales. Tal vez, esa era «la profesión de riesgo» a la que se refería. Nunca ocultó su ideología -sí, conservadora-, ni sus principios, ni sus valores, y utilizó su gran capacidad satírica para descifrar, analizar y desmembrar la actualidad.

Como bien decía su hijo nunca se achantaba y creía en la libertad de expresión y literaria. Polémicas las tuvo por doquier; sus artículos, su pluma mordaz, su visión de la realidad le llevaron a precipios que nunca esquivó. Se fraguó grandes amistades y también enemistades. Pisó los juzgados y en más de una ocasión le tocó pagar -en la memoria está la demanda que le interpuso el periodista Fernando Delgado, la de Lionel Messi o la de Corinna Larssen-, pero ni con esas le lograron callar. De hecho, la dureza de sus críticas fue aún a más cuando dejaba volar libre a su estilográfica. Por declarar la guerra se la declaró hasta a los influencers.

«El humor es un refugio donde esconderse de todos los desastres cotidianos que nos acechan en España. Por eso yo cultivo y defiendo el humor», sostenía Alfonso Ussía durante una entrevista a Zenda Libros cuando publicó su libro Memorias del Marqués de Sotoancho. Y es que el humor le servía de espada y de escudo para atacar a lo políticamente correcto, porque Ussía «odiaba» lo que no se salía de la norma.

Alfonso Ussía, además de ser un prolífico columnista en la prensa española, publicó más de 40 libros, entre los que se encuentran obras como Coplas, canciones y sonetos para antes de una guerra, Fustazos y caricias, Cosas que pasan, El temblor diario, y la serie Memorias del marqués de Sotoancho, que incluye títulos como La albariza de los juncos, El secuestro de mamá, y Lo que Dios ha unido que no lo separe mamá.

Entre sus reconocimientos figuran los premios González Ruano y Mariano de Cavia de Periodismo, el Jaime de Foxá de Literatura, la Pluma de Plata del Club de la Escritura, la Gran Cruz de la Orden del 2 de Mayo o la Medalla de Oro de Madrid.

«El humor es cultura», insistía en cada entrevista que concedía el escritor. «Y en Inglaterra es un plus. Pero aquí eso no se considera así, porque España es un país dogmático. Y el dogma va en contra del humor».

Palabra (y pluma) de Ussía.