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Angelina Jolie se abre en canal en Couture: «Me hice una doble mastectomía y me quitaron los ovarios. Fue mi elección. Es importante poder elegir»

Antes de nada, Angelina Jolie. La última vez que Angelina Jolie estuvo en el Festival de San Sebastián fue nunca. Es decir, nada se sabía por aquí de la actriz y ocasional directora. Pero nada. Antes de nada, Angelina Jolie, decíamos. Su aparición corrió a cuenta de Couture, la película de Alice Winocour que literalmente, y la expresión es de la propia directora, «fractura y corta» el cuerpo de la estrella. Se diría que es la más personal de las películas en las que ha participado la estrella porque, a su modo, y con la distancia debida, cuenta su propia historia. Se trata del relato de una mujer que, ante la inminencia de un cáncer, se somete a una mastectomía radical. Eso en la ficción. En la realidad, fue en 2013 cuando ella misma se sometió a una intervención similar.

Y así, la cinta descubre como nunca antes a la persona detrás del velo de la fama, a la mujer escondida en el mito popular, a la persona, vulnerable por definición, que no deja ver el personaje, infranqueable por naturaleza. Antes de nada, Angelina Jolie.

«Perdí a mi madre y mi abuela por el cáncer. Así que me hice una doble mastectomía y me quitaron los ovarios. Fue mi elección. Es importante poder elegir» comentó mediada su intervención ante los medios por aquello de dejar claro hasta qué punto lo que le ocupa no es un papel más. Y siguió: «No lo lamento. Hay mucho aún que decir sobre este asunto, porque en pocas ocasiones te sientes tan vulnerable. El cáncer afecta directamente a cómo nos sentimos las mujeres. Cuando leí el guion comprobé que el deseo formaba parte de la película. Y esto es importante, es importante seguir viviendo pese a todo y seguir teniendo deseo. El cáncer no tiene que acabar con el deseo sexual». Luego, recordando a su madre, se emocionó. «Lo voy a dejar aquí porque no quiero llorar», dijo y un poco sí que lloró.

La película sigue el rastro a cuatro mujeres todas ellas vinculadas con el universo de la moda: una modelo, una maquilladora, una modista y una directora de cine. La primera (Anyier Anei) viaja desde Sudán a París en lo más parecido a un ejercicio de superviviencia; la segunda (Ella Rumpf) desea ser escritora por encime de cualquier sombra de ojos; la tercera (Garance Marillier) compone, con aguja y dedal, su primer vestido importante (el que abre la exhibición), y la última (Jolie) ha de realizar un cortometraje para el desfile inaugural a la vez que descubre el tumor que todo lo amenaza. Winocour se sirve de estas historias para trenzar un relato inédito no tanto de la moda desde el backstage, que también, como del propio cuerpo de la mujer siempre intervenido, medido, calculado y, finalmente, puesto en venta. Es así.

Couture resulta sorprendente, ácida y vibrante cuando avanza entre los pasillos atestados de gente o hierve entre los nervios de la première inminente. Digamos que la gracia y virtud del trabajo de la directora de Próxima consiste en decodificar y darle la vuelta a muchas de las imágenes estandarizadas sobre la Fashion Week y alrededores. Pierde brío, sin embargo, cuando se enreda el melodramas y angustias también ellos tipificados. Pero por encima de cualquier consideración, sorprende el trabajo de una Angelina Jolie que literalmente se entrega a los leones como probablemente nunca antes.

Hablamos, claro está, de los leones y las bestias más íntimas. Pero también están las otras fieras, las de fuera. ¿Cómo ve lo que está ocurriendo ahora mismo en su país en lo que respecta al ataque a la libertad de expresión?, fue la pregunta. «Puff». Pausa. Otra pausa más. «Es una pregunta muy difícil. Amo a mi país, pero no lo reconozco en este momento… Cualquier acción que divide o limita la libre expresión es muy peligrosa. Son momentos muy peligrosos los que estamos viviendo ahora mismo». Y hasta aquí.

Sea como sea, y por volver a Couture, lo que queda es una película irregular, brillante a veces, premiosa por momentos y siempre, gracias a su protagonista, intrigante. Antes de nada, Angelina Jolie.

Le Cri des Gardes: una versión muy rebajada de Claire Denis (**)

La sección oficial fue perdiendo grados a medida que avanzaba la jornada. A la detonación de Maspalomas le siguió el enigma leve de Couture para acabar con el medio tono, más bien mortecino, de Le Cri des Gardes (El grito de los guardianes), la versión menos en forma del cine siempre enérgico de Claire Denis. En verdad, cuesta llevarle la contraria a un mito viviente como es la directora de obras maestras como Chocolat (1988), Buen trabajo (1999) y White material (2009), las tres ambientadas en la África donde ella misma creció. Este último trabajo regresa al mismo continente para insistir en su puntual deconstrucción de asuntos tales como el colonialismo, la explotación y el sentimiento de culpa por, precisamente, el colonialismo y la explotación.

Un hombre (el mismo Isaach de Bankole que protagonizaba Chocolat) acude todos los días a la valla que separa una explotación industrial del resto del mundo. Allí, pide noche tras noche el cadáver de su hermano. Se lo reclama al jefe encarnado por Matt Dillon. Lo que sigue es el gesto detenido y muy nocturno de una exigencia que también es el testimonio de la mayor de las afrentas. La película, como es norma en el cine de la autora, se hunde en la mirada del espectador con gesto de angustia. O, por lo menos, así sucede durante apenas un instante, un momento de luz grave, casi opaca. Los problemas, que los hay, tienen que ver con la impotencia de un guion reiterativo, plano e inmisericorde que abandona a Dillon a una interpretación muy cerca de la parodia. Lástima.

Y al final, Angelina Jolie. Antes de nada, Angelina Jolie.