El régimen norcoreano ha estrenado este verano el resort Wonsan Kalma, un ambicioso complejo turístico levantado sobre antiguos terrenos de pruebas de misiles, y los primeros visitantes rusos ya han contado su experiencia.
Playa de arena blanca dividida entre nacionales y extranjeros, hoteles prácticamente vacíos con una legión de empleados, un parque acuático y hasta una tienda de recuerdos que vende réplicas de misiles: así definen el lugar algunos de los 13 turistas rusos que viajaron en julio, apenas un mes después de la inauguración.
“Las habitaciones estaban impecables, el hotel era nuevo y éramos los únicos huéspedes”, relató a CNN la veterinaria Darya Zubkova, de 34 años, sorprendida por la atención casi desmedida del personal. Otro detalle que llamó la atención de los viajeros fue que cada huella en la arena era borrada a diario con vehículos especiales, en un intento de mantener la playa “perfecta”.
El servicio, según los testimonios, buscaba la excelencia: reverencias en el vestíbulo, médicos tomando la temperatura, menús de cocina local e internacional e incluso cervezas importadas. La tienda de souvenirs, en cambio, ofrecía un recuerdo poco convencional: misiles en miniatura por 34 euros.
Los viajes, organizados desde Rusia y autorizados por Pyongyang, rondan los 1.540 euros por una semana, con tres noches en el resort. De momento, el acceso está restringido a turistas rusos, reflejo de la estrecha relación política y militar que ambos países han reforzado tras la invasión de Ucrania.
El proyecto, anunciado en 2013 y paralizado durante la pandemia, ha tardado más de una década en completarse. Kim Jong-un presentó el complejo como símbolo del renacimiento turístico de Corea del Norte y lo inauguró acompañado de su esposa y de su hija, Kim Ju-ae.
Antes de la COVID-19, el país apenas recibía unos 5.000 visitantes occidentales al año, una cifra ya reducida tras el veto a los estadounidenses en 2017. Ahora, Pyongyang busca en el turismo ruso una nueva vía de ingresos y una vitrina internacional para su peculiar “Benidorm” en la costa del mar de Japón.