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El ADN de Hitler da la clave de sus traumas: micropene, un testículo… y no era judío

Un nuevo estudio genético sobre Adolf Hitler ha sacado a la luz datos sorprendentes sobre la salud del dictador nazi, que pueden ayudar a entender algunos de sus traumas. Según el documental británico Hitler’s DNA: Blueprint of a Dictator, emitido por Channel 4 (Reino Unido), el líder del Tercer Reich sufría el síndrome de Kallmann, una afección que interfiere en el desarrollo normal de la pubertad y puede provocar anomalías en los órganos sexuales.

Si nunca se encontró el cuerpo de Hitler, ¿de dónde se ha sacado la muestra, para empezar? Los investigadores explican que reconstruyeron su perfil genético a partir de una muestra de tela manchada de sangre, extraída del sofá donde se suicidó en 1945, tras ver que el avance aliado era imparable

El análisis, al fin, indica que la condición genética del nacionalsocialista habría dificultado su vida sexual y, en algunos casos, puede asociarse con tener un micropene. 

Además, un examen médico de 1923, descubierto en 2015, confirmó que tenía un testículo no descendido, lo que da verosimilitud a rumores históricos sobre su anatomía.

Alex J. Kay, historiador de la Universidad de Potsdam (Alemania) especializado en la Alemania nazi, declaró al documental que esto podría ayudar a explicar su «muy inusual y casi completa devoción a la política en su vida». «Otros nazis de alto rango tenían esposas, hijos, incluso relaciones extramatrimoniales. Hitler es la única persona de toda la cúpula nazi que no tenía nada de eso. Por lo tanto, creo que el movimiento nazi solo podría haber llegado al poder bajo el liderazgo de Hitler», abunda. 

Además, se examina la obsesión de Hitler con su sobrina y se analizan los «signos de actividad sexual» (o la falta de ella) en sus sábanas.

El estudio también desmonta la teoría de que Hitler tuviera ascendencia judía, un mito que surgió en la década de 1920, de la invención de que su abuela había quedado embarazada tras trabajar en una casa judía (idea hasta repetida por el actual ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, en 2022). Sin embargo, la investigación respalda el árbol genealógico elaborado por los nazis.

Pero también revela que presentaba genes vinculados a autismo, esquizofrenia y trastorno bipolar, aunque los expertos advierten que no es posible diagnosticar retrospectivamente. «El comportamiento nunca es 100% genético», subraya el psicólogo Simon Baron-Cohen, quien alerta contra el riesgo de estigmatizar a personas con estas condiciones.

La genetista principal del proyecto, Turi King, conocida por identificar los restos del rey Ricardo III, ha reconocido que dudó mucho antes de participar en el proyecto: «Queríamos asegurarnos de que se ejecutara de forma extremadamente mesurada y rigurosa. Además, no hacerlo lo pone en una especie de pedestal».

De la propaganda bélica a la ciencia

Los responsables del proyecto reconocen que el análisis puede generar un intenso debate. La genetista Turi King, conocida por identificar los restos del rey Ricardo III, admitió que dudó antes de participar, pero defendió la necesidad de hacerlo con rigor: «Si no lo hacemos nosotros, alguien lo hará sin el mismo cuidado».

Las conclusiones también arrojan luz sobre viejas anécdotas de la Primera Guerra Mundial, que apuntaban a que Hitler fue objeto de burlas por el tamaño de sus genitales. El hallazgo de un testículo no descendido y la probabilidad genética de micropene refuerzan la verosimilitud de esas historias, que hasta ahora se consideraban propaganda bélica.

Aunque el análisis sitúa a Hitler en el percentil superior de riesgo para autismo, esquizofrenia y trastorno bipolar, los expertos insisten en que no se puede establecer una relación directa entre genética y conducta. «No podemos diagnosticar a Hitler», advierte el investigador Alex Tsompanidis, quien subraya que la biología pudo influir en su proceso cognitivo, pero no determina por completo sus actos.

El equipo científico recalca que la mayoría de las personas con estas condiciones no son violentas ni crueles. «Asociar la extrema crueldad de Hitler a estos diagnósticos es peligroso», señala Baron-Cohen, recordando que el comportamiento humano depende de múltiples factores y no exclusivamente de la genética.