Como cada septiembre, miles de estudiantes comienzan el curso universitario fuera de sus hogares. Los alumnos abocados a buscar piso este año se han encontrado con subidas de los alquileres superiores al 10% respecto a agosto de 2024, que en algunos casos ha hecho a estos jóvenes renunciar a vocaciones y destinos soñados. No son los únicos que se enfrentan a un mercado descarnado, al que en los últimos años se ha sumado con fuerza el auge de las universidades privadas y que, según el Ministerio de Vivienda, tensiona aún más los precios.
La ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez, advirtió el verano pasado que “la presencia de las universidades privadas ha tensionado algunos de los mercados de alquiler donde se han implantado”. Ya entonces indicó que el Gobierno estaba trabajando en un plan para que estos centros educativos, también los públicos, contasen con recursos propios para sus alumnos. Trece meses y un curso después se espera un decreto, previsto para este mes, que obligará a las universidades de nueva creación a disponer de alojamiento para sus estudiantes. Desde el Ministerio de Universidades, que es quien pilota esta regulación, no aclaran si la medida se aplicará también a las ya existentes.
Mónica ha tenido menos margen. Es maestra y este curso ha conseguido una interinidad en un pueblo de Segovia, a una hora en coche de su casa. Le adjudicaron la plaza esta misma semana y empieza a dar clase el lunes, así que se aventuró a buscar piso en la capital. “Te metes en Idealista y todo está de 800 para arriba”, lamenta. Hay alguna excepción, pero vuela. De las 228 casas anunciadas al cierre de estas líneas, solo 44 estaban por debajo de ese precio, en una ciudad donde los alquileres han subido casi un 20% en un año, según la plataforma.
Segovia es, de hecho, la capital de provincia donde más han subido los precios del alquiler en el último año. Hay varios factores a tener en cuenta, pero uno que destaca sobre todos ellos: en esta ciudad, el peso de la IE University no para de crecer. Si en 2019 había unos 1.500 alumnos, en el curso 2023-2024 rozaron los 4.000, el 94% extranjeros que pagan al año unos 25.000 euros por matrícula, según los datos del informe ‘Segovia. Ciudad tensionada’, elaborado por la Fundación Rosa Luxemburg.
El caso de Segovia es el que el Gobierno pone como ejemplo de esa tensión de los precios. En el caso del IE, el informe señala que es “la más elitista de las universidades privadas españolas, con una mayoría amplia de estudiantes extranjeros, procedentes de las elites internacionales y con un poder adquisitivo con unos efectos profundamente distorsionantes, dada su práctica inelasticidad a aumentos discrecionales de los precios de mercado” en la ciudad, “generando presiones inflacionarias que han trascendido claramente la esfera del mercado del alquiler”. Ello pese a que la propia universidad habilita recursos propios, que no dan para cubrir la demanda.
Pagan casi el triple
“En el ránking que elabora Idealista, nos llevamos la sorpresa con Segovia, que no solo es una ciudad pequeña, sino que en el entorno de Madrid está en una situación económica más deprimida, por el peaje y la propia sierra, y ha ido perdiendo población en los últimos años”, explica el investigador de la Universidad Complutense y uno de los autores del informe, Miguel García. Cuando empezaron a investigar, descubrieron que “el núcleo gordiano era el crecimiento inusitado de los alumnos del IE”. El análisis incluye además una encuesta a universitarios de la universidad pública y de la privada. Al ser preguntados por las dificultades a la hora de alquilar vivienda, los primeros respondían que los precios “excesivamente altos” en el 62% de los casos, frente al 45% de los segundos. Pero no solo eso, “los datos muestran que los estudiantes de la IE pagan un alquiler medio de 1.099 euros por estudiante, mientras que los de la Universidad de Valladolid —pública— pagan 376 euros de media”.
Aunque el proceso es paulatino, estos cambios reconfiguran los barrios. García lo ve cuando va a visitar a su madre al centro histórico, donde se crio. “El propio centro urbano, que estaba en un proceso de turistificación importante, se ha ido desnudando de servicios públicos”, lamenta. Pero ocurre en mas zonas. En Alfara del Patriarca, en València, hay una veintena de anuncios en Idealista, donde el precio medio por metro cuadrado de alquiler se sitúa en los 13,40 euros, un punto por encima de la media de la Comunitat. El crecimiento de la Universidad CEU – Cardenal Herrera y la instalación de una fábrica de válculas cardiacas en un municipio vecino, han dinamizado el pueblo, de 3.500 habitantes. “Está medio pueblo alquilado por la universidad”, explica un vecino, que señala que se han abierto nuevos comercios e incluso han abierto una cadena de comida rápida.
Esta de las ciudades se camufla en otras zonas con procesos de gentrificación y con el auge del turismo, como en Málaga, donde se han instalado tres sedes de universidades privadas en los últimos años, en Sevilla, Vitoria, Vigo, Santiago y A Coruña, o Logroño, donde la UNIR comenzará a impartir de forma presencial sus clases virtuales. Según el informe ‘Datos y cifras del Sistema Universitario Español. Curso 2024/25’, elaborado por el Ministerio que dirige Diana Morant, el último año hubo casi 1,8 millones de universitarios. La mayoría —el 74,3%— van a la pública, pero el porcentaje se iguala en el caso de los estudios de máster, donde la privada se lleva al 50% del alumnado, 145.306 estudiantes.
En concreto, el número de alumnos de máster en universidades privadas se ha multiplicado por 3,2 desde 2014 y las de grado han experimentado un incremento de más de 100.000 alumnos, hasta los 301.000 en el último curso. El inform CYD 2023, de la fundación homónima, ya recogía que desde 1998 se habían abierto 27 nuevos centros privados, frente a cero públicos.
“Generalmente, lo que ha funcionado (como zonas para estudiantes) han sido barrios antiguos, con una localización más o menos próxima a las zonas universitarias, que se iban convirtiendo al alquiler siguiendo el recambio generacional y las zonas del centro donde el arrendamiento tiene más peso”, explica el geógrafo de la Universidad de Sevilla, Ibán Díaz, que indica que “si hay un (de las privadas) se va a tensionar más el mercado, por una cuestión de lógica”. Una cuestión que pasa por un mayor atractivo de este perfil para muchos propietarios, que pueden justificar contratos temporales que pueden subir anualmente o arrendar por habitaciones, con los que se maximiza la rentabilidad que se saca a la casa. Mientras, las familias locales y los estudiantes de la pública tienen que asentarse cada vez a más distancia.
Para Díaz, potenciar ciudades a nivel universitario es una estrategia que está en boga, también en otras ciudades europeas, como Dublín o Londres, donde “la intensificación del flujo de estudiantes ha venido acompañada de procesos importantes de renovación urbana, transformando zonas industriales en residenciales y barrios degradados en zonas de estudiantes”. Al calor de estos procesos, han ido surgiendo empresas inmobiliarias especializadas en alquiler a estudiantes.
Guillermo, que tiene 38 años, se dio cuenta de esta situación cuando encontró trabajo en Segovia. Él es originario de un pueblo a 100 kilómetros de la ciudad y, para evitar el desplazamiento diario, optó por buscar piso. Primero, compartió casa con varios estudiantes. Pagaba 300 euros por habitación. Cuando intentó ir a vivir solo le fue “completamente imposible”. Ni siquiera encontró algo que le pareciera ajustado en los pueblos de alrededor, donde antes se podían encontrar casas por 350 euros o donde habían quedado abandonadas promociones fantasma tras el estallido de la burbuja, que han comenzado a ser interesantes en los últimos años.