Ni si ni no. El Kremlin ha decidido ir por el camino del medio. Mientras todo el mundo permanece pendiente de la posible respuesta o reacción de la OTAN a los drones rusos que han violado el espacio aéreo de Polonia, ha decidido seguir con su retórica habitual y cargar contra las acusaciones de Bruselas y la Alianza Atlántica.
El Gobierno ruso ha sido preguntado sobre estos hechos y ha hecho caso omiso a la cuestión. «En este caso, no quisiéramos hacer ningún comentario al respecto. No es nuestra responsabilidad, es prerrogativa del Ministerio de Defensa», ha contestado el portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov.
Pero lo que sí ha hecho Peskov es cargar contra Bruselas y la OTAN por lo que, asegura, son acusaciones que se producen a diario contra Rusia. «Los líderes de la UE y la OTAN acusan a Rusia de provocaciones a diario. La mayoría de las veces, sin siquiera intentar presentar algún tipo de argumento«, ha afirmado.
Peskov también ha negado que autoridades polacas hayan intentado ponerse en contacto con Moscú. Pese a que Varsovia lo ha catalogado de «acto de agresión», el portavoz presidencial ha señalado que no le consta ningún contacto: «Por lo que yo sé, no«.
Pese a ser cosa del Ministerio de Defensa, el departamento del Gobierno ruso no ha hecho ninguna declaración ni comentarios sobre el incidente de los drones sobre territorio polaco.
Este mismo miércoles, Polonia denunció que había tenido que derribar varios drones rusos gracias al respaldo de los aviones militares de sus aliados de la OTAN, es decir, la primera acción de un miembro de la Alianza Atlántica durante la guerra de Rusia en Ucrania.
El primer ministro polaco, Donald Tusk, ha asegurado que se trataba de una provocación a gran escala del Kremlin y que es «lo más cerca que hemos estado de un conflicto abierto desde la Segunda Guerra Mundial». Unas palabras que ha matizado, destacando que no había «ninguna razón para creer que estamos al borde de la guerra«.