Español

España atropella a Turquía en una noche para el recuerdo y sella casi todo el billete para el Mundial

España estará en el Mundial, eso está claro desde anoche. Y España es una de las favoritas a ganar el Mundial. Un momento. Esto ya se sabía. ¿La novedad? Que España es la favorita para ganar el Mundial. Con el artículo. Con el «la». España es la favorita para ganar el Mundial. La exhibición ante Turquía certifica el inmenso poderío de un equipo que además es joven. Y que además tiene hambre. Y que además juega a todo, porque lo mismo marca goles tras 25 pases, 66 toques y 75 segundos de posesión ininterrumpida, desde el portero hasta Mikel Merino (hablamos del 0-2), que marca otros tres a la carrera, al toque de corneta de un contragolpe, un pim, pam, pum de los que asustan. España ofreció anoche en Konya un partido memorable. Y es la favorita. Con el artículo. Con «la». [Narración y estadísticas, 0-6]

De la Fuente repitió once. Ni Carvajal, que parecía, ni nada. Los mismos que en Bulgaria, porque, conviene no olvidarse, tiene grabado a fuego lo que le pasó en la ventana de su debut. Como ya es sabido, viene a cuento recordar que desde ese marzo de 2023 hace pocos cambios de un partido a otro, pero también llamó la atención que no hiciera ninguno, porque entre cambiar a todos y cambiar a nadie ha navegado el seleccionador en su dichosa, por feliz, trayectoria. Era la segunda vez en 32 partidos que repetía el once exacto de un partido para otro, pero creía saber lo que tenía enfrente y no quería bromas. No las tuvo.

Minuto 46. España acaba de marcar el tercero cerrando tres cuartos de hora primorosos de fútbol. Turquía, abatida, saca de centro y le da la pelota a su portero. Y Mikel Oyarzabal, como si fuera el primer minuto o como si su equipo estuviera perdiendo por uno y faltasen 30 segundos, sale a correr como un demonio hacia Çakir. Esa imagen del delantero de España, con 0-3 y al borde del refrigerio, presionando como si no hubiera un mañana podría ser el resumen perfecto de un equipo, el español, mayúsculo anoche en Konya. Pero no. Esa imagen podría ser, en todo caso, el resumen del hambre de este grupo. Pero esta España no es hambre. No es sólo hambre. Es hambre y mucho más. Muchísimo.

Resulta difícil explicar cómo un colectivo se marcha con un 0-3 a descansar y tiene derecho a torcer el gesto. Fue tal la exhibición española en la primera parte que esa diferencia en el marcador fue pequeña. Casi ínfima para lo que se había visto en el campo. Al margen de los goles, se pueden contabilizar (y aquí aparecerán sólo las muy muy claras): dos casi mano a mano de Nico Williams (que se lesionó), y otras tres opciones diáfanas para Lamine Yamal, una de ellas especialmente sangrante porque se trataba de empujar el balón con la portería vacía. Le botó mal y se le marchó alto. Hablando de Lamine, resulta sorprendente comprobar cómo la hinchada rival le grita, le silba, le insulta más que a los demás. ¿La razón? Es tan bueno que asusta.

Pero sería injusto que precisamente ayer el foco se posara sólo sobre él. España fue España con mayúsculas, una orquesta inalcanzable para una Turquía con un puñadito de buenos jugadores pero sin el cuajo, sin la calidad ni las ideas de su rival anoche. Hace tiempo que en el fútbol ya no hay infiernos, ni turcos ni no turcos, pero sí había decibelios, muchos, en el coqueto estadio de Konya. Era la oportunidad de los de Montella de discutirle de verdad a la campeona de Europa el primer puesto del grupo. Pero no hubo manera. España fue indescifrable para los turcos, que no eran capaces siquiera de adivinar lo que iba a pasar en la siguiente jugada, en el siguiente pase, en el siguiente giro, en el siguiente amague, en el siguiente truco…

Pedri, soberbio, era el jefe de todo, pero por detrás de él, Zubimendi explicó lo que le va a costar a Rodri recuperar el puesto, que no será poco, Huijsen exhibió todo lo que es, y es mucho, Merino acompañó y goleó demostrando que está a la altura de Fabián… Sería, casi, para ir uno por uno, pues la coreografía de la selección fue bonita hasta decir basta.

No cambió nada a la vuelta del intermedio. Los turcos salieron con la bandera blanca en la mano y su público también. Se dispusieron, no había otra, a ver en directo, en primera línea, la exhibición de uno de los mejores equipos que se recuerda, y que se divirtió haciendo tres goles más. Es prematuro seguramente hablar de una era, pero lo hecho, y lo visto, hasta ahora, unido a la edad que tiene esta gente, invitan a pensar en eso. En una era, o en una época, o como se le quiera llamar. Turquía, aunque se hizo muy pequeñita, empezando por Güler, es un buen equipo. No uno de los mejores, pero un buen equipo. Y hay que ir a su campo y meter seis. Eso no está alcance de todos, y menos camino de un Mundial. Un Mundial donde España es favorita. Es la favorita. A secas. Con el artículo. Con el artículo «la».