Permítame que le diga que la admiro y la amo apasionadamente. La primera vez que muchas nos topamos con esta frase no fue en las páginas de Orgullo y prejuicio, sino estampada en la espalda de alguna compañera de instituto en plena fiebre bibliófila dosmilera. Fue para nosotras un eslogan romántico convertido en accesorio mucho antes de que supiéramos quién era exactamente el señor Darcy, o de que tuviéramos la paciencia de terminar una novela de Jane Austen.
De firmar sus novelas bajo seudónimo en la Inglaterra del siglo XVIII a presidir toda clase de merchandising, las nuevas generaciones han colocado a esta escritora británica en el centro de un revival estético: escenarios idílicos, vestidos vaporosos, colores pastel y un aire coquette que domina TikTok y Pinterest. Más allá de los libros de texto, Jane Austen es hoy una influencer involuntaria que inspira tendencias de moda, playlists y hasta vídeos virales. «Sus libros son muy visuales y tratan temas universales que trascienden el paso del tiempo. Le pueden gustar perfectamente a una adolescente de 13 años y a una señora de 70. Charles Dickens, por ejemplo, es buenísimo, pero sus novelas están muy ancladas a un periodo histórico muy concreto: la Revolución Industrial», explica Miguel Ángel Jordán, profesor de Filología Inglesa en la Universidad Abat Oliba CEU y vicepresidente en España de la Jane Austen Society.
Pero, ¿qué atrae exactamente a los millennials y centennials de la nueva ola austeniana? Detrás de la fiebre estética late una fascinación más profunda que resuena en una generación agotada de las apps de ligoteo. Cuando se cumplen 250 años de su nacimiento, Austen es, a la vez, musa e ídolo, vintage y tendencia: un clásico reconvertido en icono pop. «Fue una mujer muy adelantada a su tiempo que escribió historias que tardan más de lo común en envejecer y cuya profundidad va más allá de su aparente ligereza», apunta Jordán. Esto hace posible que sigan surgiendo adaptaciones televisivas «más modernas» con tramas ambientadas en el siglo XXI, «porque en el fondo siguen teniendo sentido».
Tanto sentido como los eventos temáticos. El más célebre es el Festival Jane Austen, que se celebra cada septiembre durante 10 días en Bath, una preciosa ciudad al sur de Inglaterra cuyo turismo bebe de haber sido escenario de La abadía de Northanger y Persuasión. «Jane Austen vivió aquí durante cinco años y escribió dos de sus obras. Al pasear por la ciudad no solo estás siguiendo sus pasos, sino que también te cruzas con muchos nombres de lugares, calles e, incluso, personajes que te transportan a la época», explica Georgia Delve, directora del festival. «Tenemos la suerte de que se haya conservado gran parte de su hermosa arquitectura georgiana, conocida en todo el mundo por sus localizaciones cinematográficas. Es un escenario increíble para los aficionados, que vienen aquí a hacer muchas fotos y vídeos de lo más creativos», añade Rachel Beswick, una de las organizadoras del encuentro y responsable del Jane Austen Centre en la ciudad.
Señala Delve que la Inglaterra de Jane Austen fue nombrada por The New York Times «el lugar número uno del mundo para visitar en 2025». No hay un solo alojamiento libre que no esté disparado de precio en 100 kilómetros a la redonda (o 60 millas, si hablamos con propiedad).
En el año del 250 aniversario las celebraciones se multiplican por todo el mundo y atraen a un público intergeneracional. Talleres para aprender croquet, reuniones para tomar el té, charlas sobre literatura, historia y moda, rutas guiadas, representaciones teatrales, demostraciones de danza… La editorial Alma ha organizado su propio Jane Austen Fest este 25 de octubre en Madrid, convirtiendo los salones del Palacio de Santoña en el Netherfield de la Regencia. Tras el anuncio en redes sociales, la iniciativa agotó las entradas en menos de media hora. Y en Barcelona, organizarán una reading party multitudinaria en noviembre.
Miguel Ángel Jordán cuenta que la idea de crear en España una Jane Austen Society, con homólogos en países tan dispares como Italia, Dinamarca, Pakistán, Nueva Zelanda o Estados Unidos, surgió en 2016, en un congreso sobre la autora con motivo del bicentenario de su muerte. Junto a Elena Truant, otra joven filóloga, crearon la sociedad como punto de encuentro para los lectores de la escritora británica. «Hago muchas charlas, sesiones de escritura creativa, clubes de lectura… Y sé que el 100% de la asistencia va a ser femenina. De hecho, estoy acostumbrado a ser el único chico». Jordán basó su tesis doctoral en el estilo literario de Jane Austen y, gran conocedor de su obra, es autor de Jane, una vida novelada (Ciudadela Editorial) y de una futura Guía de Jane Austen para tener buenas relaciones que se publicará en enero. A lo largo de su carrera reconoce haberse enfrentado a comentarios escépticos de todo tipo: «Cuando hablaba con mis amigos sobre mi tema para la tesis me decían: ‘¿Pero eso no son novelas para chicas?’ Y yo les respondía que no, que son para todo el mundo. Pensaban que estaba loco».
3.500 personas acuden cada año al festival dedicado a la autora de ‘Orgullo y prejuicio’ en la ciudad inglesa de Bath, y muchos son hombres
Señala Beswick que en el Festival Jane Austen, al que acuden una media de 3.500 personas edición tras edición, un alto porcentaje son hombres, sobre todo en actividades como los torneos de esgrima, los concursos de baile y el desfile de disfraces final, su evento estrella. Solo este año, el conocido como Gran Paseo de Trajes de la Regencia contó con más de 2.000 participantes disfrazados. «Me he dado cuenta de que hay mucho lector masculino. Lo que pasa es que, como las películas enfatizan la parte romántica, se ha creado la etiqueta de Jane Austen como escritora de romance, cosa que es inexacta», asegura Jordán. «Ella tenía un conocimiento profundo y valiosísimo de la psicología humana sin ni siquiera haberse formado, y era una excelente divulgadora». Pone el ejemplo de Emma o de Sentido y sensibilidad, donde Austen hablaba de las relaciones interpersonales y de los problemas sociales «con una ironía y un sentido del humor elegantísimos, atractivos para cualquiera que sepa leer entre líneas». «Algunas ediciones tienen este toque pastel en la portada que acaba confundiendo. A los hombres les da vergüenza ir con un libro así. Siempre digo que voy a escribir un libro que se llame Hombres y prejuicios, porque todavía los hay», insiste.
«Mi mayor sueño es acabar con esa etiquetita impertinente de literatura para mujeres, sobre todo cuando se habla de novela romántica», apunta Patricia Fernández, una joven divulgadora cultural y creadora de contenido a quien la obra de Jane Austen influyó tanto como para elegir el lugar donde haría su Erasmus. «En los libros de Austen no hay ni un beso ni una escena erótica. Simplemente, usaba las narrativas de la época para lanzar un mensaje más profundo que nos hace reflexionar aún a día de hoy. Era su manera de dar un mitin político a través de la ficción».
«Una no lee los libros de Jane Austen como un manual de la actualidad, pero sí que hay ciertos rasgos que perviven», expone. «En la última secuela de El diario de Bridget Jones hay un señor Darcy que actúa exactamente como el Darcy de Orgullo y prejuicio. Al final se han creado una suerte de arquetipos a partir de sus personajes, y a mí me genera mucha ilusión ver de una manera tan clara cómo perpetúan un legado que en su momento no se valoró todo lo que debiera». El que apunta la creadora de contenido no es, ni mucho menos, el único caso de retorno de Austen a la vida moderna. En la última década, las plataformas de streaming han acogido con gusto una corriente de series y películas con guiños a la obra de la autora británica o, al menos, ambientadas en la Inglaterra georgiana y victoriana.
«Son como una puerta de entrada a la cultura anglosajona para la Generación Z. Series como Bridgerton o The Crown hacen que mucha gente joven se interese por la historia, los acentos, la música, la moda… y eso me parece maravilloso», explica María G. Durán, creadora de contenido en inglés conocida como MariaSpeaksEnglish en redes sociales y fundadora del método de inglés Pikingli. Durán se confiesa fanática de estas producciones. Desde la popularísima Bridgerton a The Bucaneers, pasando por Sanditon, Emma, La Favorita o La lista de Mr. Malcom.
Mientras usted lee este reportaje, Netflix se encuentra rodando una nueva miniserie basada en la historia de amor-odio de Bennet y Darcy. «Aunque retratan otra época, con un contexto y unas expectativas sociales bien distintas, las emociones de los personajes siguen siendo súper actuales: querer encajar, el orgullo, la frustración…», describe María. «Me encanta ver cómo esos conflictos se enfrentaban entonces y darme cuenta de que, en el fondo, no hemos cambiado tanto. Son cosas igual de relevantes para el ser humano aunque las traslades de 1800 a 2025».
Un artículo de Lara López en The Conversation analizaba cómo personajes como el señor Darcy «seducen porque encarnan una doble promesa». Por un lado, la del amor romántico que impulsa a ambos protagonistas a crecer y superar los prejuicios sociales, y por otro, la fantasía de que cualquier líder, incluso el más orgulloso, puede ceder ante un buen argumento y una buena dosis de ironía. López concluye que, aunque tal vez no nos enamoraríamos de Darcy en la vida real, sigue siendo irresistible en los universos paralelos de la literatura y el cine: «Su figura nos recuerda que los ideales románticos no mueren: se transforman, se amplifican y continúan fascinándonos, siglo tras siglo».
Actores de la Generación Z como Georgina Amorós y Omar Ayuso -que saltaron a la fama con Élite– protagonizan también en Audible la ficción sonora de Orgullo y prejuicio, su primera incursión en el mundillo de las adaptaciones literarias que se estrena este mes de octubre. «Ha sido un regalo volver a encontrarme con la inteligencia e ironía que Jane Austen plasmó con Elizabeth Bennet», cuenta Amorós. Ayuso, que leyó la obra en su infancia, reconoce que nunca pensó que tendría la oportunidad de encarnar a Darcy: «Es un personaje fascinante, atemporal, cautivador. No sé cuántas veces he visto las películas de adolescente». Desde Audible, que este año esponsoriza el gran desfile del Festival Jane Austen en Bath, aseguran que los nuevos formatos, como los audiolibros, contribuyen a que las generaciones más jóvenes se acerquen a los clásicos. Dice la actriz que la nueva versión logra capturar toda la chispa, el humor y la sensibilidad de la novela. «Creo que cualquier oyente va a disfrutarla muchísimo, pequeños y mayores», subraya.
«Leerla nos hace mejores personas porque tiene unos valores muy sólidos que no pasan de moda»
Ligado al éxito de este abanico de producciones, la efeméride ha sido, además, la excusa perfecta para que las editoriales lancen ediciones especiales dirigidas a viejas y nuevas lectoras de Jane Austen. «En muchos casos, el primer contacto de los jóvenes con una gran obra de la literatura universal es a través de nosotros», afirma Diego Moreno, editor en Nórdica Libros. «Publicar a Austen era imprescindible, pero no queríamos hacerlo con las obras más famosas, así que optamos por dos pequeñas joyas menos conocidas: Los Watson y Lady Susan». Moreno describe como «extraordinaria» la acogida del pack de coleccionista que han preparado para la ocasión, que incluye los dos libros ilustrados junto a una bolsa de tela conmemorativa: «Se ha agotado varias veces desde que lo pusimos a la venta en marzo», asegura.
Etiquetas como #JaneAusten o #PrideandPrejudice acumulan en Instagram casi un millón y medio de publicaciones y miles de interacciones. También protagonizan toda una tendencia de vídeos de BookTok, donde muchas creadoras de contenido -veinteañeras, la mayoría- hablan de sus novelas ataviadas con vestidos customizados con bien de lazos, corpiños, flores y joyería fina. Su espacio de grabación también está repleto de guiños a la Regencia. Para María G. Durán, la estética es parte del encanto: «Los vestidos, los paisajes, las casas señoriales… Toda esa ambientación nos permite escaparnos a otra época y vivir un poquito ese mundo. Pero creo que lo que de verdad conecta con el público son las historias. No solo entretienen, también despiertan curiosidad y conectan a nuevas generaciones con una parte de la cultura que, de otra forma, podría parecer lejana o aburrida».
«Somos una especie de generación bisagra. Estamos en el punto en el que los más jóvenes han nacido ya con un teléfono en la mano, pero aquellos que hemos vivido en nuestra adolescencia y primera adultez una revolución digital brutal estamos ahora reclamando lo físico, lo pausado, lo que nos conecta a las emociones. Releer a estas autoras es volver a la esencia, pero creo que forma parte de un movimiento mucho más amplio, que implica poder devolver la tangibilidad a nuestras vidas», reflexiona la divulgadora Patricia Fernández. Y apunta al regodeo nostálgico: «Hemos pasado de lo analógico al iCloud, a los ebooks, a TikTok, y de repente te das cuenta de que la vida tiene cinco sentidos. La romantización es la consecuencia de empezar a crear una nueva narrativa, de intentar buscar fuera lo que nos falta dentro».
Ante tal efervescencia austenmaníaca trasluce una cuestión clave: ¿se ha convertido la obra de Austen en una marca cuyo atractivo trasciende hoy lo literario? El profesor Jordán opina que sí, aunque con matices: «Tú buscas su nombre en redes sociales y te salen todo tipo de posts en un segundo. Pero creo que es algo bueno, es mérito suyo, porque el producto es fruto de la calidad, que es lo más importante. Si hubiera vivido hoy, Jane Austen habría sido rica, sin duda», ríe. «Creo que ella está por encima de todo el merchandising que tenga, pero mucha gente llega a sus novelas desde esa parte comercial. Después, las leen y les encantan».
«Más allá de su valor literario, se ha convertido en una marca que hace posible que vendamos sus libros, y también tazas, gorras, bolsas…»
Pósteres, carteras, sudaderas, toallas, joyas, peluches, dulces, juegos de mesa… En la tienda de regalos del Centro de Jane Austen en Bath puede encontrarse prácticamente todo lo imaginable; los libros apenas ocupan dos baldas de una estantería abarrotada de artículos temáticos. «Es cierto que más allá de su valor literario, histórico y de ser una pionera del feminismo, Jane Austen se ha convertido en una marca que hace posible que vendamos sus libros, y también tazas, gorras, bolsas…», concuerda el editor de Nórdica Libros. «Es algo habitual en nuestro mundo y tiene la virtud de hacer que mucha gente llegue a sus libros por otros motivos». Aunque no podemos saber con certeza si a Jane Austen le hubiese gustado ver su cara estampada en una camiseta, es una verdad universalmente reconocida que pocas autoras han logrado lo que ella en solo 41 años de vida: trascender los salones decimonónicos y los paseos por la campiña inglesa para convertirse, dos siglos y medio después de su nacimiento, en un fenómeno cultural.
«Leer a Jane Austen nos hace mejores personas porque tiene unos valores muy sólidos que no pasan de moda», sentencia Jordán y señala que Austen tuvo el privilegio de leer críticas y reseñas positivas en vida, pero pone en duda si en la actualidad hubiera destacado entre todas las autoras que se publican a diario, con títulos tan similares entre sí: «Me gustaría pensar que sí, porque tiene algo especial».
Con la saturación del mercado editorial y el cambio de las dinámicas en la oferta y la demanda del público lector, resulta complicado pronosticar si el éxito de su obra se mantendrá otros 250 años. «Son libros muy lentos. Historias en las que se medita, en las que el disfrute llega a cámara lenta. La realidad es que hoy la atención de un lector dura lo que un TikTok si no está entrenado. Se fatiga demasiado rápido», opina Fernández. «A lo mejor lo que hay que preguntarse es cuántos seguidores tendría Jane Austen si se abriera una cuenta en Instagram, porque eso es lo que determina las expectativas hoy. En realidad, me alegro de que se haya quedado ahí, como un faro en su siglo, sin que acabemos por corromperla del todo».
