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Los vientos de Buenos Aires silban problemas para Milei: ¿por qué no es una derrota electoral más?

Para extrapolar a España lo sucedido este domingo tras sacar las urnas en Buenos Aires habría que comprender antes la diferencia entre lo que representan unas elecciones en la comunidad autónoma o distrito de la capital de un país u otro. Si bien es cierto que en el nuestro es la circunscripción que más volumen de electores tiene, también lo es en el caso de Argentina. Pero con una gran diferencia. 

De los más de 37 millones de españoles llamados a las urnas en el 23J, en Madrid estaban más de cinco millones. Es decir, acoge a casi el 14% de los votantes españoles. Buenos Aires no es que eleve esa proporción, la catapulta al representar el gran caladero: en su padrón se hallan los nombres de más de un tercio de toda la población argentina (el 37%). Esta es la carta de presentación con la que La Libertad Avanza (LLA), el partido del presidente de Argentina, el anarcoliberal y ultra Javier Milei, ha cosechado su primera gran derrota electoral en las legislativas de Buenos Aires.

No obstante, más allá de lo que deja entrever la superficie de un batacazo electoral y la imagen del propio Javier Milei reconociendo la primera gran derrota del partido que le aupó hasta la Casa Rosada, en este pase por urnas en el país sudamericano se hallan varias claves de lo que puede acabar marcando el rumbo del futuro del país que en 2023 dio un giro tan histórico como la derrota que sufrió el kirchnerismo. Después de 20 años en el poder, puede que esta interrupción de la izquierda argentina -hoy agrupada en Fuerza Patria- sea más corta de lo que creían los libertarios y se quede solo en 4 años.

Milei habla de «autocrítica» y «corregir errores», pero no guardará la motosierra que ya le castigó en el Congreso

A pesar de que se trataba de una cita electoral regional, Milei ha salido a dar la cara esta noche en el cuartel general de los libertarios en La Plata. Como era previsible ante lo abultado de una derrota del 33,82% de los votos frente al 47% del kirchnerismo, el mandatario argentino cumplió con los tópicos políticos y frente al atril reconoció «sin ninguna duda» lo que describió como «una clara derrota», hablando de «autocrítica», «profundo análisis» o de «corregir aquellas cosas en las que nos hemos equivocado». Mas la clave fue lo que dijo a renglón seguido y que apunta a cierta contradicción política. No habrá marcha atrás en las políticas de recortes del Gobierno.

Todo esto tiene mucho que ver con la próxima gran cita electoral. El 28 de octubre es el día marcado en rojo en el calendario político argentino, puesto que es cuando tendrán lugar las elecciones legislativas que -en un reflejo de las mid term del sistema estadounidense- renovarán a la mitad del Congreso. Y la importancia es extrema, si se atiende al contexto de las últimas grandes medidas que fueron sometidas al voto de los parlamentarios y en las que hubo descalabros, el mayor, que saliese finalmente adelante la ley de emergencia de discapacidad.

Que el Gobierno de Milei no pudiese salvar su veto a la norma que ya le había plantado la oposición en julio es solo la guinda de un reguero de fracasos legislativos, que en el último año ha evidenciado la mayor debilidad de La Libertad Avanza. La de que no subieron al poder con un aval de votos suficiente para ejecutar y mantener su programa ultraliberal, necesitando siempre del otro espectro político contra el que siempre ha cargado en el ascenso desde los platós a la política: la derecha argentina tradicional.

Esta siguiente cita electoral también será la primera gran prueba de fuego, a nivel estatal, para conocer qué factura le ha pasado la coalición a los conservadores del PRO, el macrismo -encarnada en figuras como la ministra de Seguridad Nacional, Patricia Bullrich-, fundamental para sostener las políticas de recortes y austeridad de La Libertad Avanza. En un contexto, en el que otras formaciones izquierdistas o de centro también están al alza en Buenos Aires, Frente de Izquierda (4,36%) o Somos (5,33%). Pero también servirá para conocer realmente qué opina el pueblo argentino de la motosierra de Milei, ya con varios años de uso, después de haberla probado.

De hecho, si se analizan estas elecciones provinciales como un punto de inflexión, hay otro inmediatamente anterior que ya hizo brotar los peores temores en el seno del Ejecutivo de Milei. El 20 de agosto, en la misma jornada en la que el Congreso bendijo la ley de emergencia de la discapacidad. ¿Por qué? Porque esa ley, a pesar del nombre, aparejaba más cuestiones, tantas que acabó convirtiéndose en una suerte de enmienda a la totalidad de muchas de las políticas de Milei.

Además de garantizar los subsidios a las personas en situación de dependencia, dicha norma también obliga a actualizar mensualmente los aranceles del sistema de prestaciones y suponía echar atrás buena parte de los recortes en este ámbito social, así como anular la cancelación de más de 100.000 pensiones. En otras palabras, los socios conservadores que fueron dejando que Milei tomase estas medidas a lo largo del mandato, le dejaron en la estocada en un contexto de presión y señalamiento en las calles a quien no votase a favor de esta ley. Pero a todo eso se sumó un escándalo muy simbólico. En esa jornada en la que se votaba salvar la ley de emergencia de la discapacidad, trascendió una presunta trama corrupta. Con el dinero de medicamentos para personas con discapacidad.

De la criptoestafa a los audios que sacaron a la luz la presunta corrupción del Gobierno argentino

La otra gran clave que se desprende de la derrota de la ultraderecha argentina entronca con el antes mencionado mayor escándalo que acorrala a los hermanos Milei -con permiso del soufflé deshinchado de la estafa con la criptomoneda $Libra-, una serie de grabaciones filtradas a Carnaval, un canal de streaming, que apuntan a un supuesto entramado de corrupción con el aprovisionamiento de las medicinas de la propia Agencia Nacional de Discapacidad (Andis). 

En dichas grabaciones se escucha al exdirector del organismo, Diego Spagnuolo, hablando y admitiendo implícitamente la existencia de un sistema de «recaudación ilegal» que afecta directamente, lo que en Argentina denominan como coimas (mordidas). Aunque también implica a Milei como conocedor de esa presunta trama corrupta, a quien sitúan las grabaciones en el centro de esta es a la secretaria de Presidencia y hermana de Milei. «A Karina le llega el 3% y el 1% se va en la operatoria», se escuchaba decir a Spagnuolo en el audio.

Cuando el Gobierno de Milei comprendió realmente el daño que le estaban causando esos audios y con la cita electoral de este domingo en Buenos Aires acercándose en el horizonte, ya era tarde. Su primera reacción, el mismo día, fue despedir a Spagnuolo -a pesar de ser un hombre muy cercano a Milei, íntimo, desde sus comienzos- y asegurar que todo era un montaje del kirchnerismo. No dudó en usar como promesa electoral una supuesta mano dura contra su antiguo compañero y exdirector de Andis, prometiendo llevarle ante la Justicia -teniendo en cuenta que lo extraño sería que no lo hiciese-. Pero el canal Carnaval siguió haciendo daño, al publicar nuevos audios de Karina que no aportaban nada incriminatorio, pero demostraban que había sido grabada en su propio despacho.

Con la cita electoral todavía más cerca, Milei cambió de estrategia. Su hermana, Karina, alegando protección de su derecho a la intimidad y al honor logró toda una proeza judicial con una decisión emanada desde la primera instancia, al reclamar que se detuviese la publicación de audios suyos en el futuro, sin saber tan siquiera si existen. Un juez aceptó poniéndose ya la tirita y advirtiendo que no estaba incurriendo en un acto de censura, ¿en diferido? 

Por parte del presidente argentino hubo giro de guion y lo que en un inicio era un montaje de la oposición, acabó siendo una «operación de inteligencia ilegal», con la finalidad de «desestabilizar». Y señaló a los supuestos responsables, tanto dentro de sus aliados, a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich; como fuera a periodistas y «personas ligadas a los servicios de inteligencia rusos con incidencia de Venezuela». 

En ese marco, el pueblo también experimentó una suerte de ‘ver sangrar a dios’. Ya con un grueso importante de las encuestas augurando la victoria de la oposición en Buenos Aires, Milei comprobó de primera mano que no todo son salidas en escenarios internacionales y fotos con otros mandatarios ultra. Su convoy electoral fue atacado en Lomas de Zamora, feudo habitual del kirchnerismo en el que el LLA buscaba mejorar sus resultados, ante la evidente flaqueza parlamentaria. Tanto él, como su hermana, como el candidato libertario tuvieron que ser evacuados.

No fueron las únicas imágenes de protestas duras contra Milei. En marzo ya hubo puñetazos, insultos, forcejeos y tensos momentos en el Congreso y, por supuesto, cargas policiales en la calle. Así se eludió una comisión de investigación del caso de la memecoin que Milei recomendó adquirir pero resultó ser un fiasco en cuestión de horas, y en el que sorprendieron las explicaciones con las que trató de salir al paso de las críticas y reacciones de aquellos que perdieron grandes cantidades en la operación.

«Hace unas horas publiqué un tweet, como tantas otras infinitas veces, apoyando un supuesto emprendimiento privado del que obviamente no tengo vinculación alguna», explicaba, esgrimiendo que «no estaba interiorizado de los pormenores del proyecto y luego de haberme interiorizado decidí no seguir dándole difusión (por eso he borrado el tweet)». En el tiempo que tardó en ‘interiorizarse’ se esfumaron 250 millones de dólares. Llegó a defender que no tenía responsabilidad, ya que en la descripción de su cuenta en X rezaba «economista», en lugar de presidente de Argentina.

El próximo mes, el mundo comprobará si en realidad Milei logra un voto de confianza renovado y mayor que le permita realmente asegurar su política de motosierra y recortes o si, por lo contrario, vuelve a estar más cerca de solo poder poner esa profesión en su descripción en redes sociales.