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Muchos rescatistas hombres no ayudaron a salvar a las mujeres atrapadas tras el terremoto de Afganistán 

La mujer en Afganistán continúa siendo una figura invisible para su Gobierno. El pasado domingo, el este de Afganistán sufrió un terremoto que acabó con la vida de al menos 2.205 personas y dejó al menos 3.640 heridos, según los balances ofrecidos el pasado jueves por el Gobierno de los talibanes, los cuales se hicieron en 2021 con el control del país. 

Los equipos de rescate—compuestos únicamente por hombres—, tal y como denuncia en un reportaje el diario The New York Times, tardaron en llegar a algunas zonas hasta 36 horas después del terremoto, lo que unido a la normativa cultural de los talibanes que prohíbe el contacto entre hombres y mujeres, llevó a la marginación de estas. 

Y es que, además de que no había ninguna mujer en dichos equipos de emergencia, tampoco fueron atendidas por ellos. «Nos reunieron en un rincón y se olvidaron de nosotras», afirmó una de ellas, de 19 años, a la publicación. «Parecía que las mujeres eran invisibles», agregó uno de los voluntarios que participó en las labores de rescate. «Primero atendieron a los hombres y a los niños, pero las mujeres estaban sentadas aparte, esperando atención», agregó. 

Según aseguró el mismo, las mujeres que fueron evacuadas y rescatadas de los escombros fueron ayudadas solo si no había ningún familiar hombre (son los únicos que pueden tocarlas) presente y siempre agarrándolas por la ropa, para evitar el contacto directo con la piel. Por ahora, el balance oficial de los talibanes no ofrece cifras de las víctimas por género, aunque se cree que pueden haber salido más perjudicadas debido a factores como los mencionados anteriormente. 

«Las mujeres y las niñas volverán a sufrir las consecuencias de este desastre, por lo que debemos asegurarnos de que sus necesidades estén en el centro de la respuesta y la recuperación», denunció por su parte la representante especial de ONU Mujeres en Afganistán, Susan Ferguson, en unas declaraciones que recoge el NYT

Esta no es la única restricción que sufre a diario la mujer en Afganistán, también les está prohibido ir al colegio o la universidad, trabajar (excepto en ciertas áreas limitadas, vestir como quieran, salir de casa sin un mahram (un hombre de su familia), practicar deporte, subir a un autobús con hombres o elegir con quién se casan, cuántos hijos quieren tener y cuándo mantener relaciones, protestar o incluso ir a salón de belleza. Es decir, básicamente se les prohíbe vivir con libertad y se les niega derechos por el simple hecho de ser mujer.