Hay una escena en la ya mítica Los binguerosen la que unos pipiolos Andrés Pajares y Fernando Esteso cantan varios bingos consecutivos, el primero con 20 números jugados, gracias al dedo de San Nepomuceno. O eso dicen ellos. Son apenas dos minutos, pero bien se podría resumir así lo que fue Mariano Ozores, rey indiscutible de la comedia ligera española, que hoy ha fallecido a los 98 años en su domicilio de Madrid, según ha informado la Academia de Cine. Ahí está esa agilidad en los diálogos, la mirada sexualizada hacia esas azafatas y, por supuesto, el más absoluto de los absurdos.
Porque esas fueron las constantes de un director que en su filmografía cuenta con 96 títulos, el segundo más prolífico que nunca ha tenido el cine español, que atraparon a unos 90 millones de espectadores. Todas de alta rentabilidad porque sus proyectos eran baratos, sencillos de producir y rápidos en su ejecución con apenas cuatro semanas de rodaje y un par de meses para la postproducción. De hecho, siempre se dijo que Mariano Ozores volvía de los rodajes a su casa y, directamente, se ponía escribir el que sería su próximo proyecto. Así, una y otra y otra vez para poder estrenar hasta tres y cuatro películas en un mismo año.
Mariano Ozores fue el mejor retratista de una España que vivía los últimos coletazos de la dictadura franquista, el impulsor del landismo y uno de los referentes del destape que, alejados del país que hoy habitamos, es una fotografía exacta de lo que un día fue en los inicios de la etapa democrática. Aunque escasamente valorado por la crítica por la ligereza de su cine, el director madrileño fue quien puso en pantalla a algunos de los actores y actrices más grandes de este país: el propio Alfredo Landa, José Sacristán, José Luis López Vázquez, Lina Morgan, Florinda Chico, Concha Velasco… Y, por supuesto, fue el creador de ese dúo cómico que conformaron Pajares y Esteso.
Fue precisamente Los bingueros, en 1979, el primer éxito que Mariano Ozores firmó con ellos y en los años venideros sumó otros ochos. Todas sus películas superaron el millón de espectadores, y el estreno de Yo hice a Roque III provocó que se tuviera que retrasar dos semanas la llegada de El Imperio contraataca, la segunda entrega de la saga Star Wars, a España para no competir en cartelera.
Ya con nueve años había debutado el pequeño Mariano en el teatro madrileño de los años 30, en plena Guerra Civil, con la compañía teatral de sus padres, los actores Mariano Ozores y Luisa Puchol, integrante de un clan artístico en el que también entraron sus hermanos José Luis y Antonio. Y posteriormente, sus sobrinas Adriana y Emma Ozores. Pero fue el cine su medio de expresión. En 1957 ya fue guionista de El aprendiz de malo y dos años después dirigió Las dos y media y veneno.
La década de los 60 trajo consigo el hundimiento de su productora, La Hispánica, tras el fracaso de La hora incógnita (1963), un proyecto inusual en su carrera a medio camino entre el drama prenuclear y el terror ibérico; las pruebas en el cine documental político en el bando nacional con Morir en España (1965), la respuesta del franquismo a Morir en Madrid, del francés Frederic Rossif, y ya, por fin, el regreso a la comedia ligera y comercial a finales de la década.
Fue ese el momento de la irrupción del landismo, de la llegada de las suecas a las costas españolas y de la imagen del macho ibérico, con su pelo en el pecho y su tufillo machista, visto desde nuestro tiempo. Ahí está como máximo exponente Manolo la nuit, pero también fue Alfredo Landa su protagonista en Fin de semana al desnudo o Celedonio y yo somos así.
Esa es la época más prolífica de Mariano Ozores, donde en apenas una década acumula decenas de películas: Operación Mata-Hari, Operación cabaretera, Operación secretaria, Crónica de nueve meses, ¡Cómo está el servicio!, Objetivo bikini, Cuatro noches de boda, Dos chicas de revista, Una monja y un don Juan… Hasta llegar al destape y a la asociación con Pajares y Esteso, que marcaron los primeros pasos que España daba en la Transición.
Desde su mirada conservadora, Mariano Ozores armó una comedia vodevilesca entre la sátira política y la mirada social que trajo consigo la explosión de un dúo cómico que encajaba a la perfección. Ahí quedan Los chulos, Los liantes, Padre no hay más que dos, Todos al suelo, La Lola nos lleva al huerto... y su gran aceptación entre el público español, que empezaba a ver cómo sus salas se llenaban de un cine que coqueteaba con la sexualidad y con la picardía.
«Hay un ente misterioso y extraño al que debo todo lo que soy. Y ese es el respetable público«, aseguraba el director al recoger el Goya de Honor -el único que hay en su dilatada carrera- en 2016.
Ya con una España que había cambiado en su estructura social, abandonó en los años 90 el mundo del cine. Aunque en el 92 todavía grabó para TVE, donde había sido brevemente director de programación en los 50, la comedia Taller Mecánico SA con su hermano Antonio, María Silva y Florinda Chico como protagonistas. Y, un año después, la serie El sexólogo duró dos capítulos en antena. El Instituto de la Mujer solicitó su retirada por sexista y CCOO emitió un comunicado criticando los 390 millones que la cadena pública se había gastado en producirla.