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Myke Towers incendia Madrid: el perreo ya no es hasta el suelo y va a toda hostia

La mitología griega situaba el fuego como el elemento que pertenecía a los dioses hasta que Prometeo se lo entregó a los hombres. Y casi 30 siglos después, el fuego ha vuelto a ser propiedad de la deidad. Pero ahora es urbana y, entre sus pocos elegidos, está Myke Towers. Cuando en el Movistar Arena de Madrid prendió la primera llamarada de la gira que el cantante arranca por nuestro país, el público ya estaba en plena combustión.

Ni había salido el portorriqueño y los chavales ya perreaban al ritmo del Atrévete de Calle 13 -aunque prácticamente los únicos que habían nacido en 2005 eran los padres que iban de acompañantes- y coreaban el Debí tirar más fotos de Bad Bunny -a la espera de sus conciertos en la capital- que les ponía el DJ. Se apagaron las luces, sonaron los primeros bombos y el grito se oyó hasta San Juan. Y en cuanto sonaron las primeras palabras de Myke Towers preguntando cómo estaba Madrid, con todos los móviles como faros, reventó el recinto.

En apenas 20 minutos el cantante -el más escuchado de nuestro país en 2024, según Spotify- ya había despachado los dos primeros bloques de los ochos en los que se divide su espectáculo. Sonaron Reverendo y Competencia, dos de los hits de sus dos último trabajos; Vetements, su última colaboración con Eladio Carrión; un popurrí frenético de Lala, Girl y Si se da, y sin parar se devoró Almas Gemelas, Explicito, Pareja del año, Relacion Rota y Mi Niña.

Apenas le dio tiempo a Myke Towers a darle un par de cariñitos a sus fans -«yo me enamoro cada vez que una tía en España me dice ‘hostia, tío’ y «esas mujeres de ahí atrás están muy activas»- y volvieron las llamaradas con Van Cleef y Que quieres de mí, de su último álbum Lyke Miike. Y envuelto en fuego, con Madrid como un día de pleno agosto, pasaron frenéticas Sport+, Trending, Ella no es tuya, La capi y El cielo.

«Todo el mundo aquí que encienda el móvil, se la quiero dedicar a todas esas reinas que se dieron cita hoy», anunció Myke Towers Diosa en la que el público le fue llevando. Y volvió el portorriqueño, que no desperdició más de unos segundos en cada interacción con su público: «Veo muchas faldas por ahí». Porque aquí nadie, tampoco quien estaba sobre el escenario, había venido a hablar. El objetivo era incendiar Madrid y así fue a cada hit que el portorriqueño, sin tener en cuenta el estilo, de la balada latina al más puro trap, iba soltando.

En menos de cuatro minutos lanzó, por supuesto con fuego y pirotecnia, un popurrí de Los Bo, MIB y Burberry y subió a un chaval de la primera fila con una pancarta en la que se leía -de milagro- «mi sueño es cantar Mírenme ahora contigo». Y vaya si lo hizo, aún más rápido que el propio artista. Era el momento de la gente pasando por el escenario porque otras dos muchachas tuvieron su minimomento mientras sonaba Si la calle me llama. Y, de inmediato, con el bombo a reventar, pasaron Si la calle me llama y Nueva era para completar la primera hora de concierto.

Tal era la velocidad que ni las palabras del portorriqueño se podían entender antes de que arrancaran esos dos temazos de baile que son La playa y Experimento y que dieron paso al sexto bloque del show en el que se consumieron seis temas -Móntate baby y La forma en que me miras incluidas- al mismo ritmo que las llamas.

Así fue enfocando el puertorriqueño el cierre de un concierto que en unos 100 minutos condensó 50 temas -una media de dos minutos por cada uno- y más de 10 personas del público pasando por el público, que en cada intervención iba dirigido solo a las mujeres, amplia mayoría ente los presentes en el Movistar Arena y que para el final aún tenía guardada una traca de temazos: su remix del dembow Fiel de JhayCo, Otra noche, La curiosidad, También, Degenere o Playa del inglés -el hitazo que compartió con Quevedo, cuya voz grave resonaba grabada por los altavoces-. Sin respiro, a puro fuego. Literal y metafórico.

Y, después de todo eso, aún se guardó la opción el puertorriqueño de generar un último incendio en Madrid -donde este miércoles repite- con La falda. En cada «esa falda chiquitita que bonita te queda» fueron subiendo los decibelios y los grados, mientras los cañones soltaban confeti. Y, en el medio, Myke Towers, ya sin camiseta. El dios del fuego