Español

Pedro Casablanc: «El cine idealiza a los villanos, pero los malos reales son los más burros: Trump, Putin, Milei, Abascal…»

Pedro Casablanc (Casablanca, 1963) aún disfruta de la feliz resaca del éxito de ‘Querer’, la serie que el año pasado puso en primer plano a uno de los grandes secundarios (no le ofende el término) de nuestro cine. Tras formarse y ser figura en el teatro, lleva 25 años robando escenas en televisión y cine a las órdenes de los mejores: Almodóvar, Soderbergh, Garci, Coixet, Alberto Rodríguez… Ahora las cámaras le enfocan a él y coprotagoniza, junto a Ester Expósito, ‘El talento’ (Reposado PC y The Mediapro Studio).

Decía Andrés Montes que el talento siempre está bajo sospecha.
Lo que pasa es que ahora a cualquier cosa se le llama talento. Desde hace unos años estamos en un momento en el que se da demasiado valor a cuestiones que seguramente no lo tienen. En eso han influido muchísimo las redes sociales, que se han convertido en una especie de peloteo permanente a los que tienen poder o muchos seguidores y a cualquiera de esos se le dice que tiene un talento del que en realidad carece. Pero, y a esto se refiere el título de la película, el verdadero talento no se vende y no se prostituye. Una vez que se ha democratizado el arte de una manera tan brutal, parece que tiene talento todo el mundo que se dedica a ello, pero no es así. Talento real siguen teniendo muy pocos.
Hablas del poder que da tener muchos seguidores en redes y Ester Expósito, coprotagonista en la película, tiene 25 millones.
La verdad es que no sé muy bien cuál es la carrera de Ester como influencer. Sé que es una de las personas con más seguidores del mundo, pero no influye en su carrera en el cine porque, ella sí, es una chica talentosa que se ha ido buscando su lugar en el cine y en las series y es una chica muy normal con la que ya he trabajado dos veces y la he visto currárselo. Se ha ganado a pulso su lugar en la industria a base de un trabajo interpretativo honesto y bien hecho, no por ser una influencer.
¿Cuándo descubrió Pedro Casablanc que tenía talento, si es que cree que lo tiene?
No te creas que lo tengo claro. He sido muy inseguro y sigo teniendo bastante poca autoestima. Más que en el talento, he confiado mucho en la suerte. Estoy leyendo un relato de Albert Camus que se llama ‘Jonás o el artista trabajando’ y habla precisamente de esto, de un pintor que cree que lo que hace está bien, pero tiene muy poca confianza en sí mismo. Yo he tenido muy poca confianza en mí, pero siempre he creído que lo que hacía como actor estaba bien y que en algún momento se iba a reconocer. Y así ha sido, lo que pasa es que ha tardado. He estado bastante tiempo esperando y ahora, con 62 años, empiezo a recoger los frutos. Estoy contento de haber sabido seguir mi intuición y haber tenido paciencia.
¿Sientes que ya se te reconoce como mereces?
Sí, a veces más de lo que merezco, incluso, porque hay papeles que lucen mucho y no son para tanto. Sin embargo, en otras épocas he hecho cosas de las que estoy realmente orgulloso y no se valoraron. En fin, no sé si antes merecía más o ahora merezco menos, no soy yo quien debe decirlo. He tenido una carrera de fondo muy larga y, a veces, ardua. He tenido que comer mucha porquería y aguantar a mucho imbécil, pero siempre he tenido muy claro lo que quería y la verdad es que no he tenido que hacer grandes sacrificios para lograrlo.
¿Cómo llevas la etiqueta de actor secundario?
No me molesta nada, si lo llevara mal no estaría aquí [risas]. Hay un momento, cuando empiezo a hacer televisión ya con 36 años en la serie ‘Policías’, en el que pienso que a partir de entonces las cosas van a fluir y todo va a ser hacer trabajos estupendos, pero de pronto ves que no es así, que acabas una serie de éxito y vuelves a empezar casi de cero. Tuve que aceptar trabajos alimenticios, porque hay que comer y tengo tres hijos y muchas cosas que pagar, y me tocó volver a aguantar y picar piedra, más en el teatro que en lo audiovisual. Así que no me voy a quejar ahora de tener mucho trabajo aunque sean papeles secundarios.
¿No te quema haber hecho tan pocos protagonistas?
Quemarme no, pero momentos de bajón y de tristeza en los que sentía que podía dar más de lo que daba sí he tenido. Aunque siempre quise ser actor de cine, me he formado en el teatro y la relación del actor de teatro con el cine es muy compleja porque siempre hay un anhelo de dar ese salto. De jovencito nunca me planteé hacer teatro, simplemente empecé, se me daba bien y me fui quedando, pero en cuanto me fui abriendo camino en el audiovisual, donde se tiene más proyección, todo es mucho más fácil, mucho mejor pagado y más reconocido, me di cuenta de que aquí se está muy a gusto y es donde me quería quedar. Al final lo he logrado, así que bien.
¿Has notado un antes y un después de ‘Querer’, la serie del año pasado en España y que te valió un premio Forqué?
El impacto de ‘Querer’ ha sido impresionante, sigue siéndolo. Me siguen llegando noticias, felicitaciones, premios… En mi carrera he tenido la suerte de hacer dos proyectos inicialmente discretos, sin grandes presupuestos o mucha promoción, que se han convertido en dos hitos para mí. Primero fue ‘B’, la película sobre Bárcenas que ha sido mi gran protagonista en cine, y ahora es ‘Querer’. En ambos casos ha sido impactante para mí cómo han sido recibidas. Nunca pensé que por una película como la de Bárcenas, rodada en seis días y con muy poco presupuesto, iba a estar nominado al Goya y sabía que ‘Querer’ era un gran producto, pero el impacto social que ha tenido me ha impresionado.
En esta peli vuelves a ser el villano. ¿Por qué un hombre culto, amable y formado en el teatro clásico acaba haciendo siempre de tío chungo?
Una de las últimas cosas que he rodado ha sido ‘Salvador’, una serie que dirige Daniel Calparsoro y vuelvo a ser el chungo y el buenísimo es Luis Tosar, que es el héroe de nuestro cine. Se lo merece porque es una persona maravillosa, pero, coño, yo soy muy buena gente también [risas]. Es verdad que los villanos tienen una artesanía de trabajo actoral un poco más compleja que los buenos y me da la impresión de que, por ser un actor con formación de teatro y tener cierto porte, esos papeles me llegan de una manera frecuente. De hecho, en las películas americanas de los 70 y los 80 los malos siempre eran británicos, actores clásicos y elegantes que habían hecho muchísimo teatro como Laurence Olivier en ‘Marathon man’ o Alan Rickman y Jeremy Irons en ‘La jungla de cristal’.
Gente con clase.
Sí, es curioso que la ficción idealiza al villano y lo asocia a la cultura cuando la realidad es que los malos reales que tenemos en el panorama actual son los más burros: Trump, Putin, Milei, Abascal… Pero en el cine los malos tienen ese aura de que escuchan música clásica y es un prototipo del que yo me he aprovechado y me ha ido muy bien. Lo disfruto mucho.
¿Por qué el teatro en España siempre está en crisis?
Por desgracia, las cosas han cambiado muchísimo. Yo viví buenas épocas en el teatro, pero ahora está pasando una etapa tremendamente mala. Siempre se habla de la crisis del teatro y para mí no es tanto que no vaya gente, que también, sino que cuenta con muy poca infraestructura económica y muy poca ayuda. Hay que hacer malabarismos para programar una sala, los teatros privados tienen que hacer multiprogramación y los públicos pagan mal y tarde… Afortunadamente, eso casi no lo he sufrido porque alrededor del año 92, cuando la Expo de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona, había mucho dinero para el teatro y en esos tiempos pude sobrevivir razonablemente bien, incluso teniendo hijos e hipotecas. Hoy no podría vivir del teatro. De hecho, tengo la hipoteca pagada. Eso ahora sería imposible.
Eres un privilegiado visto el panorama de tu profesión, en la que tres de cada cuatro actores no llegan a ganar el salario mínimo.
Sí y me ha costado. Tengo 62 años y no he parado. He hecho doblaje, conferencias, recitales… He hecho de todo. Cuando me contrataron para hacer ‘Policías’ no tenía un duro, no tenía ni para coger el autobús y tuve que pedir el adelanto del sueldo del primer mes según firmé el contrato para poder vivir. Había tenido a mi primera hija, tomé la decisión de dejar el teatro y apostar por lo audiovisual y pasé un tiempo mal, pero ni ahí pensé en rendirme porque ser actor es lo que siempre he querido ser. Por suerte hoy es una anécdota, pero ese momento fue duro.
Hace un mes firmaste un manifiesto a favor de Pedro Sánchez junto a otros famosos como Almodóvar, Serrat o Ana Belén. ¿Por qué?
Posicionarse así no compensa a nivel personal y profesional, pero creo que hay que hacerlo y hay que hacerlo ahora. Los que queremos el Estado de Bienestar y tenemos la posibilidad de defenderlo porque somos caras conocidas o voces respetadas, unas más que otras, tenemos la obligación de mojarnos aunque nos vayan a tirar piedras. De todos modos, yo no he vivido una venganza por ello y creo que tampoco el resto de los que nos hemos manifestado. Puede haber críticas, pero no represalias. He tenido la suerte de que nunca me ha faltado trabajo por haberme posicionado, esa es la verdad.
Aun siendo de izquierdas, ¿no estás decepcionado con este Gobierno por casos como los de Ábalos y Cerdán, por ejemplo?
El caso de corrupción en el PSOE me parece un horror, un espanto y un palo en la rueda del país, pero la verdad es que no estoy decepcionado para nada con el Gobierno ni con cómo lleva Pedro Sánchez el reto que se le impone a cada momento desde que es presidente. Los incendios, la pandemia, las guerras… Es increíble todo lo que ha pasado en estos años. Es un hombre con muy mala suerte y con unos enemigos muy potentes que le quieren quitar de ahí cómo sea. Los que creemos en una España progresista debemos defenderle en una sociedad en la que la mentira se ha convertido en ley y va a acabar dominando el panorama.
Te escuché una vez que considerarías que has alcanzado el éxito cuando dejen de hacerte pruebas para darte un papel. ¿Ha llegado ese día?
He visto hacer pruebas a gente con una trayectoria tan impresionante como Ana Belén, así que no descarto que mañana me llamen para hacer una, pero la verdad es que últimamente me han salido unos cuantos proyectos en los que no me han hecho. Me llaman directamente porque me conocen y saben que no voy a dar problemas.
Entonces, ¿podemos decir que has alcanzado el éxito?
Sí, yo diría que sí. ¿Por qué no? A ver si dura…