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Rebecca Solnit: «Los hombres necesitan su propio movimiento de liberación, pero no es tarea nuestra salvarlos de sí mismos»

Es seria. Muy, muy seria. La sobriedad de su imagen, con su larga melena canosa cayendo en ondas naturales sobre los hombros, un muy somero maquillaje y vestido y zapatillas negros, avanza una personalidad sin grandes extroversiones pero no exenta de golpes de humor… ni de zascas. Rebecca Solnit es una de esas personas tranquilas y sosegadas que dejan fluir su pensamiento en la conversación y cuando una se ha dejado llevar lo suficiente por el arrullo, bum, suelta una bomba.

Hace ya una década que la publicación de Los hombres me explican cosas generalizó el término mansplaining y, de paso, convirtió a esta pensadora estadounidense en uno de los faros mundiales que alumbraron la nueva ola feminista. «Ten en cuenta que ahora mi dedicación principal es el activismo medioambiental», advierte. Un buen muestrario de su pensamiento lo ilustra su última obra, El camino inesperado (Lumen), un compendio de artículos cuyo nexo común es una invitación a alargar la mirada y ralentizar el paso. Como una tortuga en medio de un enjambre de efímeras se ve Solnit clamando contra la inacción, el derrotismo y, al fin, el egoísmo de una sociedad ensimismada inconsciente de su verdadero poder. «Nunca hay que rendirse», defiende con una sonrisa.

Mañana conversará con la autora argentina Valeria Correa Fiz en la Feria del Libro de Madrid sobre pertenencia, afectos y compromiso, tres de los pilares de un pensamiento que, con una educación exquisita, no deja títere con cabeza. No se salva ni el New York Times

¿No hacer nada es el mayor privilegio?
Absolutamente. El pesimismo es un lujo de gente que no se ve afectada directamente por cosas como el cambio climático. No estamos en una pequeña isla del Pacífico Sur que va a desaparecer bajo el mar, ni en una aldea inuit donde el hielo ya no te sostiene cuando sales a cazar, sino en una casa preciosa de un país rico. Aunque últimamente la gente blanca de clase media también ha visto arder sus casas en California… Me topo todo el tiempo con la sensación de que lo sabemos todo, de que da igual lo que hagamos porque el futuro ya está decidido. Y supongo que para la gente acomodada es menos engorroso porque significa que no se les exige nada.
Feminismo, clima, movimientos sociales, minorías… Es usted la viva imagen de la cultura woke. ¿Cómo convive con ese calificativo?
Era un término precioso en boca de los jóvenes negros antes de convertirse en un insulto en la de los viejos blancos. A veces, las palabras se cargan de tanta ira, proyección y suposición que decides dejar de explicarla. Ahora pertenece a la derecha. Pero también es interesante analizar cómo la utilizan: woke significa estar despierto, ser consciente, y ahora se han apropiado de ella los que se jactan de ser enemigos de la diversidad, de la igualdad y de la inclusión. Por tanto, están a favor de la homogeneidad, la exclusión y la desigualdad. Pues muy bien.
Estamos asistiendo a una fuerte reacción a ese pensamiento, y a menudo se alega que el feminismo o las políticas de inclusión han ido demasiado lejos. ¿Cree que de alguna manera ha podido ser así?
La violencia contra las mujeres es una pandemia global a menudo silenciada frente a lo que está sucediendo, por ejemplo, en Gaza. El número de personas afectadas por el hecho de que los hombres maten a mujeres es de alrededor de 4.000 millones. Así que el feminismo habrá ido demasiado lejos cuando estos problemas ya no existan. Mientras tanto, seguiremos luchando. Los hombres que dicen eso, básicamente, ven difícil vivir en un mundo en el que las mujeres son personas.

«El New York Times ha blanqueado a Donald Trump porque decir la verdad sobre el fascismo suena partidista»

Uno de los principales adalides contra el llamado wokismo es Donald Trump. ¿Cómo lleva este segundo mandato?
Es horrible, y todos sabemos exactamente cómo y por qué ha vuelto. Pero también sabemos que nuestro trabajo es no rendirnos hasta que esta gente sea derrotada y desaparezca. Ya están teniendo muchas derrotas en los tribunales, y mira el caso de Tesla. Me gusta decir que Elon Musk ha descubierto por las bravas ese dicho del comercio minorista: el cliente siempre tiene la razón.
Ha sido muy crítica con cómo la prensa progresista, especialmente el New York Times, ha dado voz al movimiento MAGA…
[Interrumpe, cortante] El New York Times no es un medio progresista, pero continúa con la pregunta.
¿Qué responsabilidad tienen estos medios en la emergencia del populismo?
El New York Times, en particular, es culpable de lo que llamamos sanewashing, que consiste en coger las locuras disparatadas y repugnantes que dice Trump y hacerlas pasar por normales. Es un narcisista que ha convertido al público en el diván de su terapeuta. El NYT titula: Trump habló de economía, y omite que sobre todo, habló de Hannibal Lecter en El silencio de los corderos o del tamaño del pene del difunto golfista Arnold Palmer… En EEUU la prensa está demasiado ocupada en crear una sensación de que el equilibrio político que una vez vivimos continúa vigente haciendo el periodismo de toda la vida, cuando estamos en un mundo completamente diferente. Los republicanos son anárquicos, destructivos, mentirosos patológicos y absolutamente corruptos. Y eso no se puede cubrir como siempre. Es como si exigiéramos tratar igual al marido que a la mujer después de que él haya intentado asesinarla. La gente no ha entendido lo que votaba porque decir la verdad sobre el fascismo suena partidista. Y en eso, el NYT ha sido el peor. Nos ha fallado.

«Definir el mansplaining es como ponerle nombre a tu enfermedad: por fin sabes lo que te pasa y cómo tratarlo»

Su libro apuesta por abordar el mundo con amplitud de miras. ¿Cree que cumplir años es la mejor vacuna contra el cortoplacismo?
Yo he vivido la historia. El mundo en el que nací es radicalmente diferente a cómo entendemos hoy la naturaleza, el género y la sexualidad. Conozco a jóvenes que tienen mi misma visión del mundo, pero también a gente de mi edad que ha elegido no recordar. Cuando en 2022 las mujeres perdieron el derecho al aborto en los estados conservadores, muchos lo vieron como un gran fracaso del feminismo. Eso es estrechez de miras. La imagen completa es no olvidar que en los EEUU en los que yo nací los derechos reproductivos de las mujeres ni se planteaban. Arrebatar el derecho al aborto ha sido horrible, pero también ha aumentado la conciencia. Por primera vez, he visto a muchos hombres salir en defensa del derecho a interrumpir el embarazo después de ver a sus mujeres a punto de morir por falta de atención médica ante un aborto espontáneo, una infección, un embarazo peligroso…
Muchos hombres se han sentido excluidos del movimiento feminista. ¿Cree que el futuro de la lucha de las mujeres deberá incluirlos a ellos?
Me llevó mucho tiempo darme cuenta de que el feminismo siempre se planteó como si las mujeres tuvieran que liberarse y los hombres no tuvieran ninguna responsabilidad. Y ahora tenemos esa masculinidad tóxica de la que, de nuevo, se culpa a las mujeres. Pero mira, eso es una cosa que los hombres se han hecho a sí mismos. Necesitan su propio movimiento de liberación, y eso incluye ver un mundo en el que todos seamos iguales como un mundo mejor para ellos. El patriarcado es casi una disciplina monástica: dicta lo que no se puede decir, ni sentir, ni vestir ni hacer si quieres ser un hombre de verdad. La vida sería mucho más plena si ellos también se liberaran, pero no es tarea de las mujeres salvarlos de sí mismos.
¿Cuándo ha sido la última vez que le han hecho mansplaining?
[Se ríe a carcajadas] Uf, pasa tanto… [Reflexiona] Ha sido en mayo. En EEUU este es el sexto libro de una serie con los colores del arcoíris en homenaje a la bandera del orgullo. Pues muchos hombres han venido a explicarme que el arcoíris tiene siete colores, y es como: idiota, un libro requiere cierto esfuerzo.
¿Ponerle nombre lo hizo más soportable?
Al principio, la palabra me incomodaba porque los sentimientos de los hombres son delicados. Pero después me di cuenta de que es como ponerle nombre a tu enfermedad: por fin sabes lo que te pasa y cómo tratarlo.