Español

Rodri: «He tenido que oxigenar el coco. ¿Que hoy me apetece desayunar galletas de chocolate? Pues las desayuno. Parece una gilipollez, pero es la hostia a nivel mental»

«¡Vaya percha!». Rodrigo Hernández (Madrid, 29 años), vigente Balón de Oro, vigente, por tanto, mejor jugador del mundo, bromea con quien, a 10 metros de él, posa para unas fotos. Es Martin Zubimendi, su sustituto durante este año de ausencia en la selección, el, quizá, segundo mejor mediocentro del mundo detrás de él, de Rodri, que vuelve a la entrevista. Es la primera vez que se decide a conversar tranquilamente desde que reapareció en los campos de fútbol. Es su primera vez, de nuevo, en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, desde donde se inicia el camino al Mundial 2026. El faro ha vuelto. Y se abre en canal para explicar cómo ha sido este año desde que se rompió el cruzado el 22 de septiembre de 2024. En su primera entrevista tras el regreso definitivo, reflexiona, sin prisas, sobre estos meses. Sobre la fama, el estrellato, el sufrimiento y el futuro. Rodri, sin más.

PREGUNTA. ¿Qué sintió ayer cuando cruzó la puerta de la residencia?

RESPUESTA. Bueno, son muchas emociones. Para mí siempre es un orgullo volver, pero esta vez es un poco diferente, claro. Yo creo que ahora hay más ganas de sentirte parte otra vez, de volver a estar en la dinámica… Es una sensación distinta a la que he tenido en otros momentos. Es también la sensación de pasar página, volver a la rutina, a la normalidad de competir, de entrenar…

P. Me decía que la parte mental es lo más importante.

R. Sí, para mí sí, por lo que te digo, porque al final es como que dejas un poco atrás este año, que ha sido bastante duro para mí, y vuelves a vivir cosas bonitas. Volver a la selección, con los compañeros, recordar anécdotas, ver que algunas cosas han cambiado por aquí…

P. ¿Algo que se pueda contar?

R. Bueno, gente del staff, o por ejemplo que ayer cuando fui a mi asiento vi que me habían cambiado el nombre… Digo: «joder, qué rápido te cambian aquí» [Se ríe].

P. Y será verdad.

R. ¡Sí, sí! Me habían cambiado el número… No, en serio, pues son cosas nuevas, yo qué sé, la distribución del comedor ha cambiado…

P. De todos los recibimientos del lunes, ¿quién le dio la palmada más fuerte? Quizá el míster con esos brazos…

R. Bueno, es que con el míster tengo una relación de confianza de muchos años, es el primero que me ha dado la bienvenida… Pero me quedo con el afecto de todo el mundo, las ganas de ver primero a la persona. Te sientes querido, y eso es importantísimo.

P. ¿Cómo de querido se siente?

R. Mucho, mucho. Somos una familia. Evidentemente estamos aquí por lo que estamos, queremos ganar porque somos jugadores de fútbol. Pero cuando llevas tanto tiempo construyendo algo, te sientes partícipe y es una alegría volver. Tanto para mí como para Carva.

P. El entrenador dijo que habría que ver qué rol tendrían los dos en esta citación. ¿Un Balón de Oro está preparado para asumir ese papel que podría ser secundario en esta concentración?

R. ¡Totalmente! Al final la prioridad es el equipo. Mi objetivo ahora mismo, que acaba de empezar la temporada, no es la de jugar todos los partidos. Por ejemplo, en mi caso, vienes de jugar el domingo y jugar a los dos o tres días no tiene mucho sentido pensando en la rodilla. Esas cosas se estudian mucho por los médicos, etc… y lo tiene en cuenta el míster y lo tengo en cuenta yo, así que en ese sentido todo bien.

P. Ha pasado casi un año, ¿qué recuerda del día que se lesionó?

R. Bueno, no mucho, la verdad. En la jugada sí que sientes un gran dolor, pero luego ya estuve más tranquilo. Pasaron un par de días hasta que ya me dijeron que había tenido una lesión grave.

P. ¿Usted, en el fondo, no lo sabía ya?

R. No, no. Porque no lo has experimentado nunca. Lo he llevado bastante mejor de lo que podía imaginarme, sobre todo al principio. La parte que más me ha costado ha sido el último tramo, donde ya ves, o al menos crees, que estás para jugar, pero…

P. Por la ansiedad, ¿no?

R. Sí, por la ansiedad de volver. Más, y vuelvo a insistir, por la parte mental que por la parte futbolística. En esos últimos meses, hablamos de abril y mayo, es donde te paran un poco los pies y es donde se te hace un pelín más largo, pero yo creo que los primeros cuatro, cinco, seis meses los he llevado muy bien. Ten en cuenta que yo llevaba cinco o seis años sin parar, jugando 70 partidos todos los años, y ahora ha sido un año casi parado.

P. Se le ve muy fino, muy delgado.

R. Cuando no compites, se te cierra un poco el apetito. También es bueno no volver con el mismo peso, siempre te recomiendan volver con menos y que la competición te vaya llevando a tu peso normal.

P. ¿Se le ha hecho largo, muy largo o muy muy largo?

R. Se me ha hecho largo, pero no se me ha hecho muy muy largo. Se me ha hecho larga la última etapa, como he dicho. Ha habido momentos difíciles, momentos duros, y donde realmente te das cuenta de muchas cosas. A mí, por ejemplo, me ha servido para saber cómo será el día de mañana, cuando me retire.

P. ¿Qué ha aprendido?

R. He aprendido muchas cosas. Además ha sido un año difícil para mi club también. He visto las cosas desde una perspectiva más lejana, y he aprendido cosas. También he aprendido lo importante que es la gente que te rodea, el hecho de tener un buen núcleo de personas. Pero, sobre todo, eso. Cuando te separas un poco y ves las cosas desde otra perspectiva, se ven diferente. He madurado mucho.

P. ¿Qué ha sido lo peor de estos meses?

R. Aprender a bajar las pulsaciones de tu vida. Me pasaba, que había momentos en que, sin saber por qué, el corazón me iba un poco más rápido. Y yo creo que era porque, cuando estás jugando, estás acostumbrado a miles de estímulos diarios. Cuando te los quitas de golpe, el cuerpo se queda un poco trastocado. Es como pensar: ¿qué pasa aquí? Lo que más he sentido es la necesidad de tener una ocupación en tu vida.

P. ¿Y lo mejor?

R. He podido hacer cosas que no podía hacer estando lesionado, compartir mucho más tiempo con mi gente, con mi familia y, sobre todo, porque yo siempre intento sacar la parte positiva de las cosas, pienso que esto, la lesión, va a alargar mi carrera deportiva porque, quieras o no, yo llevo un año dándole respiro a mis piernas, a mi cuerpo… Obvio que nadie quiere una lesión así, pero la parte positiva es esa.

P. Volviendo a la mente, el oxígeno no sólo ha sido para sus piernas.

R. También para oxigenar el tema del coco, sí, sí. Yo además lo pondría en la misma medida que el aspecto físico. El hecho de volver a ilusionarse, de volver a motivarse, de buscar nuevas metas.

P. ¿Algún día pensó: «no voy a ser capaz»?

R. Sí, algún día lo pensé. Sobre todo cuando te operan y ves cómo está el percal. Te miras la rodilla y dices: «no puede ser, ¿yo me voy a recuperar de esto?» Estás con muletas, con dolor… Luego, cuando empiezas a entrenar con el grupo y ves que te cuesta mucho apoyar… Pero poco a poco ves que el cuerpo es la leche. Es fascinante el cuerpo humano, tiene la capacidad de volver a su estado previo, porque aparte no yo sólo he tenido problemas de rodilla, he tenido más problemas, y ya estoy recuperado.

P. Lo más difícil debe ser volver a competir. A saltar sin miedo, a girar sin miedo, a chocar sin miedo…

R. No, yo para nada he tenido ese problema. No he tenido miedo absolutamente a ningún momento del proceso, ni a la operación, ni al volver a entrenar. Todo lo contrario, me tenían que frenar. Hombre, sí notas cosas. Por ejemplo, yo me fijo mucho en los apoyos, porque al ser tan alto, para mí son importantes. Y me pasaba que donde antes necesitaba un apoyo, ahora necesitaba tres. Es la forma que tiene el cuerpo de protegerse, y para un mediocentro, que todo es recibir y girarse, recibir y girarse, pues claro, vas medio segundo tarde. Era un poquito frustrante al principio, pero es parte del proceso.

P. ¿Cómo eran sus días al principio?

R. Cuando me lesioné pensaba que iba a poder descansar, pero qué va. He currado más que en cualquier año de mi carrera. He hecho dos o tres sesiones diarias. Sólo estuve sin hacer nada, lógico, las dos o tres primeras semanas, pero luego ya a mover la rodilla, dos o tres sesiones en el gimnasio, fuerza… Y yo, que no soy muy fan del gimnasio, pues me ha tocado.

P. ¿A qué le ha dedicado más tiempo?

R. A mi chica, a mi familia, a otras preocupaciones… Cosas que antes no te preocupaban ahora les empiezas a dar una vuelta, proyectos a largo plazo…

P. ¿Comprobó lo efímero que es ser futbolista?

R. Sí, totalmente. Comprobé eso y que el fútbol es presente, que la vida es presente. El Balón de Oro fue en realidad un balón de oxígeno en un año complicado para mí, porque la lesión había sido dos meses y pico antes. El Balón de Oro me hizo estar muy ocupado en otras cosas, ir de aquí para allá, a nivel mediático… Me vino muy bien para distraerme de la lesión. Pero sí, me di cuenta de que la vida de un futbolista es muy efímera, que no es tan larga, y que cuando te quedas sin ella dices: «¡uf, hostias…!»

P. ¿Cambió algún hábito?

R. En los tres primeros meses no dormí bien ni una noche. Por el dolor de la rodilla, por la cicatriz, que no te permite girarte. Es muy incómodo, porque el dolor no te permite dormir. Y luego sí, comes un poco menos. Comes peor, evidentemente, porque me he permitido el lujo de comer lo que he querido.

P. ¿Alguna cosa concreta?

R. No, es más el hecho de no preocuparte por lo que comes. No es comer mal. Pero no preocuparte porque tienes que comer exactamente una cosa porque hay partido. Como te decía, he tenido que oxigenar el coco. ¿Que hoy me apetece desayunar galletas de chocolate? Pues desayuno galletas de chocolate. Parece una gilipollez, pero es la hostia a nivel mental. Cada uno libera su coco de una manera. Hay gente que lo libera con la comida, con la lectura… Es importante agarrarte a esas cosas que te dan un poco de alegría, de felicidad.

P. La pandemia nos cambió a todos. ¿Esta lesión le ha cambiado a usted al mismo nivel?

R. Sí, veo las cosas desde otra perspectiva. Maduras más. Te das cuenta también de la gente, de cómo es, de quién está y de quién no está. Saber que, cuando no estás en el escaparate, las cosas son de otra manera. Maduré mucho. Aprendí a no tomarme las cosas tan en serio, y valorar lo que realmente es importante.

P. Dejemos la lesión. ¿Está cansado de ser el futbolista modélico?

R. No, porque si fuera un personaje construido, pues me molestaría, o estaría cansado. Pero no es el caso, porque yo soy así, soy así en mi casa y en el campo. Que la gente me reconozca o me identifique como lo que soy realmente no me importa. Está claro que luego los comentarios de «es un ejemplo en todo», etc… Pues bueno. Yo también tengo mis cosas, y a veces me equivoco, me desfaso de vez en cuando… tengo mis cosas, como todas las personas. No soy modélico al 100%, no hay nadie que lo pueda ser. Pero sí intento cuidar mi imagen porque sé la responsabilidad que tenemos los futbolistas para las nuevas generaciones.

P. Es decir, que no se ve con el peinado de Lamine.

R. No, no.

P. ¿En qué no es modélico Rodri?

R. En el fútbol profesional intento ser modélico. Pero qué sé yo, pues igual la nutrición, sabiendo que es importantísima, no le doy la importancia extrema que le dan otros. Claro que tengo un orden con las comidas, pero tampoco hay que volverse loco. Es importante esa liberación de la que hablaba antes. Si un día quiero ir comerme una hamburguesa enorme, voy y me la como.

P. ¿Dice palabrotas?

R. Sí, claro. Cuando estoy con mis amigos digo palabrotas. Y salgo de fiesta también. Y en verano hago mis cosas, como todo el mundo.

P. ¿Y no le dan ganas de hacerse un tatuaje y decir: «ahí va eso»?

R. ¡No, no! Lo de los tatuajes lo tengo claro.

P. ¿Se gusta tanto a sí mismo como gusta a la gente?

R. ¡Uy! ¡Vaya pregunta! Yo creo que uno se tiene que gustar a sí mismo al 100%, porque si uno no está bien consigo mismo, vienen los problemas. No puedes ofrecer tu mejor versión si no te quieres a ti mismo.

P. ¿Mola ser Balón de Oro?

R. Sí, pero no todo es guay, ¿eh? Es verdad que a mí me ha cambiado la vida, porque nunca soñé serlo, pero…

P. ¿En qué le ha cambiado la vida? Usted ya era el mejor mediocentro del mundo.

R. Bueno, ganar el Balón de Oro te eleva a la categoría de estrella. Al final a un mediocentro nunca se le otorgaba ese rol de estrella, y el premio, mediáticamente, te sitúa en el foco. A nivel de relaciones, de cómo te observa la gente. Pasas de ser un gran jugador a una superestrella. Y ese salto no va con mi personalidad. Por eso digo que no todo es guay. Pero, ¡cuidado! Que es maravilloso, es impresionante ganarlo.

P. Hubo mucho ruido con el calendario y ya parece que no se habla. ¿Qué pasa?

R. Es una cuestión de sentido común, ya lo dije. No sé en qué porcentaje habrán aumentado las lesiones con el incremento de partidos, pero es directamente proporcional, estoy seguro. Yo creo que los clubes irán girando a tener dos equipos diferentes, como en el fútbol americano.

P. ¿Intuye la retirada?

R. Yo me considero joven todavía, vamos a ver cómo evoluciono. Me veo un poquito pasado el ecuador de mi carrera. Al final también hay un tema genético. Yo soy un tío muy grande. ¡Yo qué sé! Yo veo a Modric, con 40 años, y es inimaginable que yo con 40 años pueda estar al nivel que está Modric. De todas formas, creo que esta lesión, este año, va a ayudar a alargar mi carrera deportiva.

P. ¿Qué va a ser de mayor?

R. ¡Joe, buena pregunta! Intento vivir el presente, fijarme objetivos a corto plazo. Soy una persona muy competitiva y muy ambiciosa y yo creo que eso no lo perderé haga lo que haga. Ese hambre no lo voy a perder.

P. ¿Se ve más dentro o fuera del fútbol en el futuro?

R. Yo me veo más fuera del fútbol.