Las últimas tardes de Sergio Scariolo (Brescia, Italia, 1961) con la selección no escapan de la rutina que demanda la exigencia máxima que siempre le guio en sus 13 torneos con España. Todavía no es tiempo para la nostalgia, pues la misión postrera es quizá la más complicada, un Eurobasket en el que nadie da un duro por este equipo acostumbrado a arrasar, 10 medallas (entre ellas cuatro oros) en las últimas 11 citas continentales. Al italiano le preocupa hasta la distancia desde el hotel de concentración al pabellón Spyros Kyprianou de la húmeda y calurosa Limasol, no hay detalle al azar.
- ¿Qué se siente justo antes del último torneo con España?
- Lo vivo como siempre, sinceramente. No soy de hielo y hay algunos momentos privados o solitarios en los que los recuerdos afloran, o algunas proyecciones de lo que echarás de menos. Pero la verdad es que estoy viviendo todo con mucha normalidad, centrado en solucionar los problemas y en afrontar la competición más que en mí mismo.
- Ausencias previas, lesiones durante la preparación, derrotas… Por primera vez ni siquiera le hizo falta hacer algún descarte.
- Ha sido una preparación muy accidentada. Y es sintomático eso, que por primera vez no haya tenido que hacer ningún descarte. Lo de los resultados es anecdótico. Tienen que ver también muchas veces con los rivales y en este caso han sido de primera calidad. Son más importantes las sensaciones, que se creen las conexiones correctas, que se llegue con la mejor preparación física, táctica y mental posible.
- ¿Y cuáles son esas sensaciones ?
- ¿Optimista, pesimista…? Si miramos al objetivo desde un parámetro realista, que es como yo lo hago, soy optimista. Pero si equivocamos las expectativas… Estoy satisfecho con la actitud y la progresión del equipo, con nuestros defectos asumidos. Pero tenemos que estar preparados para llegar al primer momento prácticamente al 100%. Ya no es lo de antes, lo de comenzar los torneos de menos a más, repartir minutos y cargas. Ya en las tres últimas ocasiones ha sido diferente eso. En el pasado Eurobasket ganamos los dos primeros partidos, también en el Mundial, tres de tres. Y en los pasados Juegos debutamos compitiendo contra una selección superior como Australia y luego ganamos a Grecia. Espero haber sido capaz de haber transmitido eso también esta vez.
- ¿Cómo tiene que ser esta España para competir?
- Fieles a nuestra identidad. Competitivos en cada posesión. Un equipo cohesionado. Ya no tenemos esa capacidad de poder generar puntos desde el uno contra uno, desde la nada. La estructura de producción ofensiva tiene que ser desde lo colectivo, crear un número alto de tiros sencillos. Tenemos buenos finalizadores, pero hay que fabricar con paciencia y seguridad esas ventajas. Menos botes, más transición para no enfrentarnos tanto a defensas estáticas con las que sufrimos. Y, por descontado, defensa y rebote.
- Su última aventura la afronta con dos chicos de 19 años (De Larrea y Saint-Supéry) a los mandos. Algo inédito.
- Es un caso único en la historia reciente. Ninguna selección importante ha afrontado un torneo así. Y es algo estimulante. Durante la preparación hemos tenido que trabajar detalles con ellos que normalmente en los jugadores ya asentados se dan por hecho. En su físico y hasta en temas de técnica individual. Sergio y Mario eran los bases destinados a dirigir este verano a la sub 20 y ahora tienen la misión de hacer que una selección como España fluya. Es un reto. Los veo preparados. Creo que en este Eurobasket van a dar un gran paso al futuro.
- ¿Sigue pensando que no dentro de mucho volveremos a tener una selección de altísimo nivel?
- Soy extremadamente optimista. Por todo lo que he visto este verano, por las categorías inferiores y también por el equipo actual, con jugadores en su madurez pero con años por delante, con un recorrido muy largo. Todos los de la España B han demostrado estar suficientemente preparados. Isaac Nogués se ha ganado su primer contrato con un equipo Euroliga (Valencia). Álvaro Cárdenas tuvo un debut extraordinario, Guillem Ferrando y Langarita… Baba Miller no pudo debutar con la absoluta por problemas académicos y deportivos con su universidad, pero apunta a ser un jugador de primerísimo nivel y si hace un buen año en la NCAA creo que hasta a ser drafteado por la NBA. Está Aday Mara. Hugo González tenía un lugar en este Eurobasket y siempre me ha demostrado su compromiso e ilusión por la selección. Ndiaye hasta ha tenido un enfrentamiento con su club NBA por estar en la concentración, aunque luego se lesionara. Es otro enorme proyecto de futuro. Hay tal cantidad de talento, físico y técnico… Se nota el trabajo con las categorías inferiores, ese fortalecimiento del sentido de pertenencia da sus frutos. Y es una sensación de alivio. Irse con la sensación de que por delante hay un futuro brillante y esperanzador. Sí, en uno o dos años tendremos un equipazo.
- ¿Esa es su gran herencia?
- El trabajo que hemos hecho es lo que me llena de orgullo, aunque los jugadores crecen por ellos mismos y por la dedicación de sus clubes. Yo siempre he sido un entrenador de cantera, así me siento. Pasé casi directamente de los jóvenes a los senior, en un año. Creo que esa vocación de globalidad me ha ayudado a la hora de dar ideas, de no sólo ser un entrenador dentro la Federación. Me he esforzado mucho y además he tenido facilidades para que desde la base al vértice hubiera una continuidad, una idea, una identidad.
- Cuando Pepe Sáez le llama en 2009, ¿imaginaba todo esto?
- En realidad Pepe me llamó en 2008, pero yo no pude responder a esa llamada para los Juegos. Tuve la suerte de encontrarme a un grupo de jugadores, de leyendas, no sólo por su talento, sobre todo por su compromiso, su altruismo. Dejaron el ego a un lado. Estoy muy agradecido de que aceptaran que yo era el elegido para sacarles lo mejor, que se dejaran entrenar, porque eso es la clave. Podían haber optado por ir con el piloto automático. Luego ellos han tenido la virtud de trasladar todo eso a los que han venido, con su ejemplo.
- ¿Cómo ha sido la evolución sentimental de Scariolo con España, como país y como selección?
- Por naturaleza soy una persona integradora, que siempre intenta incluir. Nunca he pensado si era italiano, si era español… Soy italiano, pero he abrazado a España como mi país, en el que he crecido en lo personal y en lo profesional. Mis hijos han nacido aquí y ellos sí se sienten más españoles. Blanca (Ares, su esposa) por supuesto, 100% española. Mis raíces, mi formación, mi desarrollo, están en Italia. No ha sido complicado integrarme, siempre he intentado ser yo el que se integrase. Sí que noté en mis primeros años en España cierto rechazo, cierta hostilidad. Pero en parte fue por algunas actitudes mías que he cambiado y corregido con el tiempo.
- ¿Cuándo notó que cambiaba esa aceptación?
- No fue de un día para otro, no hubo un antes y un después. Son 15 años con la selección, un periodo de 17 con esos dos que estuve fuera. Ha habido una evolución en la forma de percibirme. Los resultados han ayudado, claro. Y mi progresiva integración. Que la gente por la calle te pare y te dé las gracias, es lo más bonito.
- ¿Cómo verá Scariolo a la selección en el futuro?
- Veré a España como un aficionado que sufre, al que le duele su equipo. Lejos de la objetividad con la que habitualmente veo el baloncesto. Me gustaría que se mantuvieran los valores, lo que nos ha identificado, lo que nos ha hecho únicos. Dejamos algo que va a durar. Cómo no lo voy a echar de menos. Pero me voy con la conciencia tranquila.