Español

Sevilla se rinde a Todo lo que fuimos, un retrato profundamente emotivo de Palestina con Javier Bardem de productor: «Nuestra historia ha sido suprimida»

El pasado, dice Faulkner en una de sus frases más repetidas, no existe. El pasado, en efecto, es el presente. Y al revés. No other land, de Basel Adra y Yuval Abraham, habla de la Cisjordania de hoy. El documental ganador del Oscar en febrero de este año relata la erradicación de manera persistente, sistemática y cruel, casi a cámara lenta, de los habitantes del poblado Masafer Yatta.La voz de Hind, de la directora tunecina Kaouther Ben Hania y que mereció el premio del Jurado en Venecia, cuenta un episodio de ayer mismo, –casi de hoy– uno de los más sangrantes del genocidio siempre a la vista de Gaza. El 29 de enero de 2024, la niña del título, de seis años de edad, fue asesinada junto a sus dos tíos y sus cuatro primos por el ejército israelí en el barrio gazatí de Tel al-Hawa. Pero, la pregunta, dice con los ojos muy abiertos la cineasta palestino-estadounidense Cherien Dabis (Omaha, Nebraska, 1976), es de dónde venimos, lo que fuimos. Y añade: «Es crucial entender la historia para saber cómo hemos llegado a la situación política actual tanto en Gaza como en Cisjordania y en Palestina en general. Tenemos que reconocer el pasado para entender nuestro presente y solo así poder imaginar un futuro». El pasado, en efecto, es el presente. Y hasta el futuro.

Todo lo que fuimos, la película recién presentada en el Festival de Sevilla, es, si se quiere, la perfecta respuesta a la reflexión, que también es advertencia, de arriba. Se trata de un drama histórico y, como le gusta decir a su directora, «de algo más». La cinta cuenta la historia de tres generaciones de una familia palestina. Desde 1948 a 2022 con paradas en 1978 y 1988, el devastador impacto de la Nakba es relatado y retratado con una grave profundidad entre el dolor, la rabia y una extraña y muy amarga lucidez. La cineasta que debutara con Amerrika y que lleva años entregada a la realización de series como Orzak y Ramy hizo que todas las miradas del pasado certamen de Sundance se volvieran hacía ella y hacia su película. Por primera vez, el pueblo palestino aparecía como tal, con su historia, sus padeceres, sus errores incluso. Es decir, con su propio pasado que, de nuevo, es su presente. «El problema», dice, «es que no se puede construir una paz justa sobre mentiras, negacionismo, enterrando los hechos históricos e ignorando el sufrimiento continuo de unos seres humanos«.

Dabis, ella misma hija de la diáspora, reconoce que buena parte de lo que se ve en la pantalla forma parte indisociable de su biografía. «Mi padre es de Cisjordania y se vio obligado a exiliarse en 1967. Le vi sufrir enormemente, le vi transformarse en un hombre siempre enojado. Acabó con un estrés crónico». Pausa. «Todos estos años he observado cómo las diferentes generaciones de mi familia -mi abuelo, mi padre, mis hermanos y yo- desarrollábamos nuestras identidades alrededor de un trauma que pasa de unos a otros. Mi objetivo siempre ha sido buscar una salida a ese enojo, no dejarme arrastrar por él». Nueva pausa. «Y por todo ello es vital encontrar nuestro propio relato, porque nuestra narrativa ha sido secuestrada. Los medios de comunicación mainstream cuentan nuestra historia de una manera siempre deshumanizada; a menudo somos titulares sin nombre ni rostro, solo números. Nuestra historia real ha sido negada, censurada y suprimida». Última pausa. «Es imperativo que contemos nuestra historia auténtica. No podemos permitir que los estereotipos y las mentiras sobre nosotros lo ocupen todo. La narrativa dominante es la israelí y la historia palestina no aparece por ningún lado».

Todo lo que fuimos, protagonizada por la propia directora y por Saleh Bakri, arranca con un joven herido de manera fatal en plena intifada, en 1988. Desde ahí salta al pasado, al momento de la formación del Estado de Israel poco después de que los británicos abandonaran la que era su colonia. La película se coloca del lado de la historia mínima, de la historia cotidiana, de cada uno de los llantos diminutos de cada uno de los miembros de una familia que se ve obligada a abandonar el lugar en el que nació para, poco a poco, convertirse, todos ellos, en prisioneros en su casa, en extranjeros de sí mismos, en prófugos de una vida de nadie. «Creo que la emoción que lo domina todo es el dolor», dice Dabis en un intento de resumir lo que probablemente sea imposible de sintetizar ni en mil películas. Y sigue: «Hay un dolor muy profundo por haberlo perdido todo; una herida muy honda. Pero eso no hace que la ira sea la emoción prevalente. No debe serlo. La ira ahora mismo lo cubre todo porque surge de la injusticia continua, de la deshumanización constante y de la supresión de nuestras voces».

La película cuenta con la producción ejecutiva de los actores Javier Bardem y Mark Ruffalo. Los dos se sumaron al proyecto con la intención no disimulada de subir el volumen de un altavoz sistemáticamente boicoteado. «Nuestras películas no tienen muchas oportunidades. En Estados Unidos, por ejemplo, ni un solo distribuidor o plataforma mainstream las toca. No es nuevo. Ninguna película palestina ha tenido distribución allí. Javier y Mark nos están ayudando a asegurarnos de que el público conozca y vea Todo lo que fuimos. Y se lo agradezco».

Cherien Dabis no duda en calificar su situación personal de muy extraña. Ser a la vez ciudadana de un país agredido y ciudadana del país que colabora con la agresión. «Se hace extremadamente difícil de soportar que mis impuestos paguen la destrucción de mi propio pueblo. Durante años quise irme de Estados Unidos. De hecho, muchos de mis familiares lo han hecho. Lo que me mantiene allí es la sensación de que mi trabajo puede servir para algo, para cambiar la opinión pública, para llevar la causa palestina al pueblo estadounidense y al mundo. Es más, siento que es mi responsabilidad, como palestina criada en la diáspora, hacerlo y despertar conciencias».

-¿Y no siente miedo? Los directores de No other land están viviendo un auténtico suplicio y son permanentemente acosados. Es más, uno de los colaboradores de la película fue asesinado.

-No me siento en peligro. Pero incluso si lo estuviera, no dejaría que eso cambiara lo que digo o hago. Tras lo sucedido en los dos últimos años, siento que es lo mínimo que puedo hacer. No tengo otra opción.

-¿Cómo ve el futuro tras el acuerdo de paz reciente?

No tengo ninguna fe en los políticos ni en los líderes actuales. Mi única esperanza reside en que la humanidad se está despertando. Vivo en Nueva York, donde acaban de elegir a un alcalde como Zhoran Mamdani. Ha sido una gran victoria completamente inesperada. Una cosa así me devuelve la fe en la gente. No hay más remedio que confiar en un futuro mejor por mucho tiempo que nos lleve. Peor es inimaginable.

Así las cosas, y de nuevo, el futuro solo tiene sentido desde el pasado, que es el presente. Lo dicen Faulkner, Cherien Dabis y vicerversa.