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Un Barça pobre y agarrado a Joan García salva un punto ante el Rayo con un penalti dudoso cuando no funcionaba el VAR

Sin Joan García, el Barça no hubiera salido vivo de Vallecas y quizá, si el VAR hubiera funcionado en la primera parte, tampoco. Sobrevivieron los azulgranas al Rayo en un partido esperpéntico para un aspirante a campeón, sin el brillo de sus estrellas y mostrando debilidades groseras. Duelo raro, pobre, en el que no supo aprovechar las ventajas que tuvo. [Narración y estadísticas]

La primera, sin saber que lo sería, asomó justo cuando iba a comenzar el duelo. No llegó por la posición encorajinada de los aficionados del Rayo con su presidente ni por patatal que eran algunas zonas del césped de Vallecas. La protagonizó, una vez más, el arbitraje. Incluso antes de que Mateu Busquets se llevara el silbato a la boca por primera vez. El colegiado balear se acercó a los entrenadores para anunciarles que arrancaría el partido sin VAR. La conexión con la sala de videoarbitraje había fallado. Ni oía ni le iban a llegar las imágenes al estadio. Tendría que arbitrar como antaño.

Se presagiaba polémica y llegó en el minuto 36 cuando Lamine sentó a Álvaro García y Unai López con sus recortes en el pico del área pero apareció Pep Chavarría para ganarle la posición y derribarle. No dudó el árbitro en señalar el punto de penalti y no había manera tecnológica alguna de discutir una decisión muy polémica. Lamine se plantó ante Batalla y lo batió para escorar un partido igualado en el que el Barça no encontraba el camino.

Es cierto que arrancaron con un zurdazo del ’10’ y una contra de Raphinha que cruzó demasiado su disparo sin ver que aparecía Ferran en mejor posición. No tardó en responder el Rayo, con Isi Palazón como punta de lanza que dañaba una y otra vez a la defensa que Flick quiso estrenar en Vallecas, con Éric García y Christiansen en el eje. La mejor ocasión se la paró Joan García a bocajarro a Ratiu. El duelo voló de área a área durante la primera media hora. Si Isi probaba con un disparo cruzado buscando la escuadra, Éric colocaba un pase en largo a la carrera de Raphinha para que, ahora sí, asistiera a Ferran, que no pudo rebañar la pelota. De esa misma jugada nació una contra que acabó con Joan García atrapando otro chut de Isi, omnipresente a la espalda de la adelantada zaga azulgrana.

Justo cuando el Barça intentaba bajar las revoluciones del partido, llegó la jugada del penalti. No había brillado Lamine Yamal, pero apareció para provocar la jugada, polémica, y chutar un penalti con la confianza de una estrella. El golpe no noqueó al Rayo, que siguió con su plan de partido: buscar a Isi y que el murciano mirara a puerta. Sin embargo, la mejor ocasión la tuvo Dani Olmo. Clave en la victoria en el duelo de la pasada temporada, en esta ocasión mandó a la grada el rechazo que Batalla le dejó en la frontal tras escupir otro disparo de Yamal. No se podía creer Flick que aquel regalo no hubiera acabado en el fondo de la red para ampliar un marcador que habría apagado el fuego que aún demostraba tener el rival.

No estaba cómodo el Barça ni en ventaja porque el Rayo, en el césped y en la grada, apretaba sin desfallecer. Probó Pedro Díaz con un derechazo que taponó Pedri y De Frutos estuvo a punto de coger de nuevo la espalda a una zaga enclenque. Ni el penalti había cambiado sus intenciones, que reforzó Iñigo Pérez mandando a Fran Pérez a que ratoneara en la banda. Su primer balón fue para empatar el partido. Le puso Isi un córner al segundo palo que enganchó sin oposición azulgrana. El Barça se deshacía como un azucarillo y buscó Flick que Rashford y Fermín fueran una descarga de energía que revitalizara a sus jugadores. El único que respondía era Joan García, que salvó la remontada del Rayo ganándole un mano a mano a De Frutos.

El conjunto azulgrana no encontraba cómo sacudir a un rival descarado que le estaba descosiendo. No habían aparecido Raphinha ni Ferran y Lamine anduvo ensombrecido. Pedri no lograba dominar el juego mientras el Rayo los descosía a pelotazos a la espalda. Eso ocurrió en el minuto 88 cuando, tras dos paradores de Joan García, Ratiu embocó un rechazo que el VAR, ya funcionando, revisó en fuera de juego. También Camello se estrelló en los guantes del portero, el hombre que amarró el punto para su equipo en Vallecas.