A estas alturas, la noticia no es quién ganó el León de Oro en Venecia sino quién no lo ganó. Nunca antes el presidente de un jurado de ningún festival de cine dedicó tanto tiempo a razonar no tanto el fallo de su tribunal como el fallo del fallo; es decir, lo que a estas alturas parece un clamoroso error en la concesión de un premio. Primero fue la directora Kaouther Ben Hania la que a duras penas conseguía reprimir la perplejidad, que no enfado, sobre el escenario. El Gran Premio del Jurado apenas le hizo sonreír pese a los abrazos (que más parecían de consuelo que no de felicitación) dispensados por la encargada de entregarle el trofeo, la cineasta y también componente del jurado Maura Delpero. En verdad, tampoco hay que pensar mal, es comprensible que cueste sonreír si el argumento de tu película, La voz de Hind, es un genocidio y, más en concreto, el asesinato de una niña de seis años tras horas de agonía en compañía de los cadáveres de sus tíos y sobrinos. Eso le pasó a Hind Rajab cuando el 29 de enero de 2024 murió tras 355 disparos del ejército de ocupación israelí. Pero el caso es que la alegría, si existía, iba por dentro.
Poco después, tras recibir la estatua que representa un León de Oro alado, el director Jim Jarmusch dedicó su intervención ante la prensa a hablar no tanto de su película o de su alegría o del buen tiempo de Venecia como, en efecto, de la película rival. Y dejó claro que la destrucción de Gaza «está financiada por gente de EEUU que se beneficia con la guerra». El comentario era obligado después de que se supiera que Mubi, la productora de la flamante triunfadora Father Mother Sister Brother, anunció una inversión de 100 millones de dólares en Sequoia, una empresa de capital de riesgo vinculada a la tecnología de defensa israelí. Pero hay más. Siempre hay más. ¿Hasta qué punto influyó en la decisión que el agente y descubridor de Payne sea David Lonner, un magnate de Hollywood firme defensor de la política actual de Israel? Especular es gratis.
Poco después de la ceremonia, ante la prensa, Alexander Payne se esforzó en exhibir normalidad. «Lo injusto de estar en un festival es tener que decir que esto es mejor que aquello. No lo es», dijo. Y siguió: «Como jurado, valoramos ambas películas por igual, cada una por su propia razón. Les deseamos a ambas una larga e importante vida, y esperamos que el apoyo de los premios que hemos otorgado esta noche las beneficie, cada una a su manera». Y dicho lo cual, corrió a desmentir alto y claro el rumor de que uno de los miembros del jurado habría amenazado con dimitir: «No hagan caso de lo que leen en internet», dijo conciso, elegante y, lo más visible, abrumado.
Los defensores de Payne esgrimen que el premio no es tanto a la película de Jarmusch, que también, como a su impecable carrera. Pero en la propia defensa va la penitencia. Si se trata de valorar cuestiones fuera de la obra estrictamente, ¿cómo obviar los 22 minutos de aplausos ininterrumpidos en la presentación de la cinta palestina? ¿Cómo mirar para otro lado ante un genocidio? Y ya la última: no resulta algo indecente (o, dado el caso, inmoral) el hecho de que la vencedora financie (es así, por mucha justificación con que se adorne) el mismo genocidio que denuncia la perdedora. No van a ser unas noches tranquilas las que se le vienen encima a Payne.
Y una más de regalo. Los componentes del tribunal eran las actrices Fernanda Torres y Zhao Tao, y los directores Cristian Mungiu, Mohammad Rasoulof y Stéphane Brizé, además de la citada Maura Delpero. Es decir, difícil imaginar un tribunal, sobre el papel, más cualificado y con un cine más comprometido. Rasoulof (La semilla de la higuera sagrada), recuérdese, vive exiliado en Francia huido de Irán y Brizé lleva una filmografía entera dedicada a destripar eso llamado capitalismo con película como La ley del mercado o En guerra. En los dos casos, por citar solo lo evidente (de Mungiu o Delpero se podría decir algo parecido), se trata de filmografías esencialmente políticas. ¿Es imaginable que ellos se colocaran contra Ben Hania? Respuesta: no, no lo es.
Sea como sea, lo que esta claro es que la edición número 82 de la Mostra se recordará por el año en que La voz de Hind no ganó el León de Oro. El segundo recuerdo será para el que era presidente del jurado que hizo posible semejante recuerdo: Alexander Payne.