El mundo ha contemplado a lo largo de esta semana una auténtica exhibición de bloques digna de la época de la Guerra Fría. La cita tuvo lugar donde los últimos compases de ese lapso histórico apuntaban que habría segunda parte. En la capital china, Pekín (Beijing), donde se mostraron dos tipos de cartas. Por un lado, y en respuesta a la guerra arancelaria de Washington, que hay más países sentados a la mesa de los negocios. De la mano de la celebración de la cumbre internacional de la Organización de Cooperación de Shanghái, mostrando la alianza económica entre gigantes como China, India o Rusia.
Pero, por otro lado, también se enseñó la carta de la fuerza bruta. Representada por el alarde tecnológico-militar de todo el armamento del Ejército Popular de Liberación chino paseado en el desfile del 80º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico. Si la conmemoración de la victoria sobre la Alemania Nazi se traduce en la mayor puesta de largo anual de misiles, cazas y tanques del Ejército ruso; este es el equivalente en China. Una batería de actos de tal magnitud solo podía tener como protagonistas a tres mandatarios: el anfitrión Xi Jinping, el ruso Vladímir Putin y el norcoreano Kim Jong-un. Pero, de la segunda fila emergió otra figura que acapara los focos internacionales. La de la mujer que podría acabar reemplazar al tercero de ellos.
Kim Ju-ae. Hasta su nombre hay que tomar con cautela ante el hermetismo y secretismo que caracterizan a Pionyang. Se trata de la supuesta hija del líder supremo norcoreano, cuya existencia nunca ha sido confirmada oficialmente por el régimen, pero que sí ha sido retratada por la prensa estatal acompañando a Kim Jong-un en otros actos de relevancia en Corea del Norte. Su presencia en Pekín no ha sido casual y está siendo interpretada como una emisión de señales de que ella es la elegida como heredera. Esto es todo lo que se sabe de la joven que puede encarnar la paradoja de ponerse a las riendas de la cuarta generación de una dinastía comunista férrea y conservadora. Con todo lo que esos adjetivos implican para las mujeres en una sociedad de cultura asiática tradicionalista.
Una aparición estelar sin mención del régimen o cómo mostrar al mundo la apuesta por la hija mediana
Conviene un repaso rápido a los últimos (y únicos) gobernantes de la República Democrática de Corea. La formación del país le correspondió al abuelo de Kim Jong-un, Kim Il-sung. Gobernó desde 1948 hasta su fallecimiento en 1999, año en el que la Asamblea Suprema del Pueblo coincidió, unánimemente, en nombrar líder supremo a su hijo primogénito, Kim Jong-il, quien también dirigió el país hasta su muerte, en 2011. Pero en ese momento hubo un cambio. Kim Jong-un subió al poder, pero era el tercero de sus hijos. Concretamente, fue el primero que tuvo junto a su tercera y última esposa, la bailarina Ko Young-hee, más conocida en Corea del Norte por su título de La respetada madre que es la más fiel y leal ‘súbdita’ del querido líder camarada Comandante Supremo.
Se cree que Kim Ju-ae tampoco es la primogénita de Kim Jong-un, sino que es la segunda hija, la mediana, de su matrimonio con la (se cree que) excantante Ri Sol-ju, ahora la primera dama norcoreana conocida como Camarada Ri Sol-ju. Junto a ella habría tenido tres hijos, dos varones de 15 y 8 años, además de la joven que se estima que tiene 12 años. Es difícil establecerlo con precisión, por el propio carácter de la fuente que desveló al mundo el nombre de Kim Ju-ae, el exjugador de la NBA Dennis Rodman, conocido amigo del líder supremo de Corea del Norte. Aseguró en una entrevista que, durante una visita a Pionyang en 2013 para organizar un partido amistoso, había conocido a una bebé llamada así.
«Sostuve a su bebé [Kim] Ju-ae y también hablé con la señora Ri [Sol-Ju]. Es un buen padre y tiene una hermosa familia. Kim me dijo: ‘Nos vemos en diciembre'», explicó la estrella del baloncesto estadounidense, del retrato de una escena íntima que en realidad estaba revelando la existencia de la hija del hombre más poderoso de dicha potencia nuclear. Uno de esos múltiples datos que Corea del Norte se ocupa de guardar con tanto celo. Pero algo había cambiado desde hace tiempo en lo que a dejar ver a la chica se refiere.
Todos los focos se han puesto sobre Kim Ju-ae desde que comenzaron a circular las imágenes oficiales de la llegada del líder supremo norcoreano a Pekín. Como es habitual, a bordo del tren Taeyangho. Allí, justo detrás de Kim Jong-un, acompañándole durante los saludos protocolarios. Pero antes de este gran debut internacional de Kim Ju-ae en Pekín, ya había sido capturada por la prensa oficialista en la inauguración del gran proyecto turístico estrella con el que Corea del Norte quiere inaugurar una nueva etapa de mayor aperturismo, el complejo turístico Wonsan, un balneario tipo resort.
Pero Kim Ju-ae también se ha desenvuelto a la perfección en otro tipo de actos oficiales del régimen. Por ejemplo, el lanzamiento del mayor misil intercontinental de su arsenal, el Hwasong-17, que alcanzó la friolera de 1.090 kilómetros y también algunos de los peores temores de la Administración Biden, que impuso nuevas sanciones contra el país. Eso fue a finales de 2022, pero en 2023 ya se estrenó en el mundo de los grandes desfiles bélicos en los actos por el 75 aniversario de la fundación del Ejército norcoreano.
Y su presencia en aquellos momentos históricos tampoco es casual, desde la óptica de lo escaso que la política norcoreana está dispuesta a enseñar. El propio Kim Jong-un quedó validado a los ojos de la comunidad internacional cuando acompañó, en 2010, a Kim Il-sung en su histórica gira en China. Quince años más tarde es él quien elige a su hija mediana de una forma similar.
Una mujer al frente de otra dictadura que no respeta los derechos de las mujeres y la sombra de la ‘tía Yo-jong’
Una de las primeras preguntas que pueden surgir tras apuntar las quinielas a la hija de Kim Jong-un como futura heredera es la siguiente. ¿En qué situación se encuentran las mujeres y sus derechos en un de por sí régimen autocrático de corte militar? Ante la evidente dificultad pueden compararse las situaciones de, por ejemplo, una profesión habitual en un país con esa carta de presentación. La de soldado.
En 2017, la exsoldado norcoreana y desertora Lee So Yeon relató a la BBC qué tal le había ido con su idea de tratar de asegurarse una comida diaria alistándose al Ejército, antes de que fuese obligatorio en 2015. «El comandante de la compañía se quedaba en su habitación en la unidad hasta tarde y violaba a las mujeres soldado que estaban bajo su mando. Esto pasaba una y otra vez, sin fin», fue una de las cuestiones que sacó a la luz, como que ellas no tenían que realizar entrenamientos tan largos -sí de igual dureza- que los hombres.
Pero en cambio hacían lo que los hombres no: limpiar y cocinar. Lo que Juliette Morillot, escritora conocida por su obra Corea del Norte en 100 preguntas, define como ttukong unjeongsu, ‘conductoras de tapa de olla de cocina’. Esas tareas no evitaban que sufriesen condiciones extremas. «Tras entre seis meses y un año de entrenamiento dejábamos de tener la menstruación, debido a la malnutrición y el ambiente estresante», indicó la exsoldado, añadiendo que en realidad muchas lo preferían para no tener el periodo en un escenario como ese.
Más allá de la contradicción o paradoja de que sea una mujer la que asuma el mando de un país con un culto a la personalidad digno del estalinismo y unos valores tradicionales que relegan a la mujer a un segundo plano, lo cierto es que en la pugna también podría estar otra influyente figura femenina. La hermana de Kim Jong-un y tía de la propia Kim Ju-ae, Kim Yo-jong, quien atesora gran influencia política y una numerosa presencia en actos a lo largo de la historia.
El pasado año, Edward Howell, experto en Corea del Norte y profesor de Política en la Universidad de Oxford, explicaba, también en declaraciones a la cadena británica, que no creía que Kim Ju-ae fuese realmente la heredera designada. En su opinión, considera que todavía es demasiado joven, frente a su tía que está mejor posicionada con la suerte de nomenklatura de este país asiático.
«El líder norcoreano aparece con su pequeña hija en lanzamientos de misiles, en banquetes o en partidos de fútbol porque quiere ser visto como un hombre de familia y un líder benévolo», indicó el analista. Con todo, la Inteligencia surcoreana, el gran rival al otro lado de la Zona Desmilitarizada, ha apuntado en sus informes que Kim Ju-ae cuenta con todas las papeletas o, al menos, están preparándola para ello. Y en este punto conviene recordar que esos mismos servicios de espionaje dan veracidad a las informaciones de que Kim Jong-un mandó asesinar a su hermanastro caído en desgracia, mediante mercenarios en Malasia. Pero lo que pasa en Corea del Norte, se queda en Corea del Norte.