Fuera de España también han pasado cosas este lunes 3 de noviembre, aunque la política patria intente ponernos difícil echar la vista más allá. A golpe de susto y de cuantiosa pérdida patrimonial, Roma ha sido noticia por el derrumbe parcial de una torre medieval.
La estructura afectada es la Torre dei Conti de Roma, de unos 30 metros en la actualidad y levantada en el siglo XIII, cerca del Coliseo y del Foro Romano. Esta histórica edificación que en su día llegó a rondar los 50 metros ha sufrido dos derrumbes parciales durante unas obras de remodelación. La caída de parte de su estructura ha causado varios heridos, uno de los cuales ha quedado sepultado bajo los escombros.
En la zona trabajan las autoridades para asegurar a los trabajadores y la propia estructura de la columna, cuyo derrumbe parcial ha causado un gran revuelo social dentro y fuera de Italia.
El interés ha llegado hasta el Kremlin. En el corazón del Gobierno de Vladimir Putin, la portavoz de Exteriores, María Zajárova, ha provocado un sorprendente fuego diplomático por lo que consideraba una ocurrente metafora horas después del percance arquitectónico.
Zajárova, voz de la (no) diplomacia rusa, ha llegado a ironizar que igual que ha colapsado la torre, «también la economía» italiana colapsará, debido al apoyo del Gobierno de Giorgia Meloni a Ucrania.
Ni que decir tiene que el comentario de Zajarova, habitual de las declaraciones incendiaria, no ha sentado nada bien en Roma. Poco después de estas palabras, el Ministerio de Exteriores transalpino ha decidido convocar al embajador ruso, Alexwy Paramonov, para trasladarle una protesta formal, como recoge EFE.
El choque no resulta del todo nuevo. En los últimos meses, los dos países han tenido sus más y sus menos, siempre con el apoyo italiano a Ucrania como eje del enfrentamiento diplomático. No en vano, el embajador ruso en suelo italiano ya fue convocado en julio tras acusar al presidente de la República, Sergio Mattarella de «rusofobia» por diversas manifestaciones.
